Noveno Mandamiento
Para muchas personas la moral cristiana se reduce a: amar a los padres, no matar, no fornicar, no robar y no mentir. Ignoran la realidad de los pecados internos, de los que no se comenten con actos externos, sino internos: de la imaginación, de la memoria, del deseo.
En la Sagrada Escritura se distinguen tres especies de deseo i
nmoderado o concupiscencia” la concupiscencia de la carne, la concuiscencia de los ojos y la soberbia de la vida”. El noveno mandamiento se refiere a la concupiscencia de la carne y el décimo a la concupiscencia del bien ajeno. A esto es a la qoe a veces se le llama “la carne” que lucha contra el “espíritu”.
Pero esa atracción inmoderada hacia la carne no es mala en s’i misma. Uno de los grandes errores de Lutero fui identificar concupiscencia con pedado, lo que le hizo fue concluir en el pesimismo ontológico protestante: que todo lo que el hombre hace es pecado. Una vez aquí dio el paso de que no se puede hacer nada y que Dios lo hace todo. Sa abandonan las obras, se bandona en definitiva la lucha cristiana. El sentir inclinaciones torcidas no es pecado. El pecado está en consentirlas, en darles paso con la voluntad.
También existe el error contrario: pensar que todas las tendencias son naturales y, por lo tanto buenas. El noveno mandamiento nos ayuda a darnos cuenta de que esto no es así, porque la concupiscencia ha torcido la naturaleza.
Este desorden nos impulsa a rezar y nos lleva a amar todo lo creado porque todo es bueno, es nuestro corazón el que puede hacer mal uso de ese bien.
Los pecados internos son:
A.coplacencia morosa: los malos pensamientos, representarse un acto pecaminoso sin ánimo de realizarlo.
B. Mal deseo: apetencia de un acto malo con ánimo de realizarlo.
C. Gozo peceminosos: la complacencia deliberada en una acción mala ya relizada, por sí o por otros.
El deseo de la feficidad verdader aparte al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo para tenero todo en Dios.