Sí a los privilegios
Las leyes son ordenamientos de las conductas humanas que pretenden ser universales (“erga omnes”).
A pesar de lo orgullosos que estamos en Occidente con ellas, hay poco futuro para este tipo de arreglos en la sociedad, pues cada persona tiene unas circunstancias tan distintas que es poco lo que puede generalizarse.
Es más natural que haya leyes privadas: para los niños, para las mujeres, para los ancianos. Leyes privadas = privilegios.
Pero aunque hagamos leyes privadas, tenemos que promulgar las normas con mucha humildad, sin pretender que captan y garantizan la Justicia, porque la complejidad de la vida humana hace que sea muy difícil racionalizar todas las posibles circunstancias de una actuación y expresarlas en papel.