Somos hijos del dolor, pero padres de la esperanza. Ep 17
Hemos visto como el dolor, o la sensación de carencia está completamente empotrada, built-in, en la vida, de la cuál es inseparable. Ahora podemos explorar un poco sobre esto y preguntarnos qué sentido puede tener la vida biológica, si aparentemente se trata de una lucha destinada al fracaso por mantener efímeros tejidos orgánicos.
Pensemos, un momento, qué pasaría si no existiera la necesidad de nutrición y el hambre: la naturaleza sería como un paisaje lleno de verrugas, de seres vivos auténticamente autótrofos, replegados sobre sí mismos, tratando de mantener, por unos días o meses, la capacidad de seguir vivos, para acabar finalmente descomponiéndose en un sólido fracaso. Sería una panorama patético
Veamos ahora lo que, sin embargo, pasa en la realidad en la Naturaleza. La naturaleza es el espectáculo de millones de seres que tienen que estar continuamente mirándose unos a otros, porque entre algunos de ellos está la comida, las especies que me pueden proporcionar nutrición.
Se llama a las plantas, a las bacterias y arqueas, “organismos autótrofos” queriendo significar que se alimentan a sí mismos, y que son sésiles o inmóviles. La realidad es que se alimentan del sol, no de sí mismos, y que sí se mueven, no como los animales, desplazándose, sino “procreando hacia” la luz.
Por lo tanto, todos los seres vivos están abiertos hacia los demás, y hacia su ambiente, buscando mejorar, es decir, conseguir dónde puedan alimentarse más y mejor.
Y esta dinámica de seres vivos buscándose unos a otros para tratar de sobrevivir, y también, para procrearse, es lo que crea ese gran mecanismo de mejora que llamamos la Evolución. Mecanismo de mejora que no se daría en aquel tétrico paisaje de verrugas que imaginábamos al principio.
El hambre, aunque es el resumen de toda carencia y dolor, es la base de la Evolución. Y la Evolución es el mecanismo que está dotando a la naturaleza para esta lucha contra la entropía, contra la muerte; para esta lucha que llamamos “vida”. Los srres vicos somos hijos del dolor, pero, a la vez, portadores de la esperanza en un mundo cada vez más vivo y mejor