En el mundo postmoderno, resulta complicado equilibrar la exigencia hacia los demás, ya sea hacia nuestros hijos o estudiantes, con la capacidad de comprender sus dificultades y debilidades. Esto se debe, en gran parte, a que los términos del debate están mal planteados o han sido distorsionados. Sin darnos cuenta, muchas veces analizamos un problema distinto al que realmente deberíamos abordar, lo que nos impide encontrar una solución adecuada para exigir y, al mismo tiempo, comprender.
En este artículo, exploraremos cómo devolver el problema a sus términos originales, y lo sorprendentemente sencillo que puede ser conciliar esta dualidad entre exigencia y comprensión. Analizaremos la compleja relación que existe entre estas dos fuerzas como guías para ayudar a las personas a mejorar.
Exigencia y comprensión: un equilibrio esencial
Exigir y comprender son dos pasos fundamentales cuando queremos ayudar a alguien a mejorar. Pensemos, por ejemplo, en cómo educamos a un hijo pequeño. Le exigimos que aprenda nuevas habilidades, ya sea en el deporte o en el estudio, y lo retamos a superarse. Al mismo tiempo, entendemos su debilidad, la tendencia natural a evitar el esfuerzo que supone mejorar, ya que crecer implica dolor, un “tirón hacia arriba” que desafía la gravedad.
Este equilibrio entre exigencia y compasión, entendida como “sufrir con” el otro, parece simple en teoría. Sin embargo, en la práctica, presenta diversas complicaciones tanto en su implementación como en su concepción teórica. Vivimos en una época donde la exigencia se percibe con recelo, lo que ha dado lugar al fenómeno que podríamos denominar el “síndrome del empleado postmoderno”. Esta percepción errónea de la exigencia refleja, en el fondo, un desengaño con el sueño moderno.
El desengaño del sueño moderno
La idea moderna de que si uno sigue ciertos pasos —estudiar, conseguir un buen trabajo, retirarse y disfrutar de la vida— está perdiendo fuerza entre las generaciones más jóvenes. Estas sienten que el sistema no cumple sus promesas. Se adaptan a las reglas, pero no obtienen los resultados que esperaban. Este sentimiento de desengaño genera un estado de insatisfacción general, una irritación del espíritu.
Cuando una persona está atrapada en este estado de frustración vital, las exigencias, basadas en valores abstractos o ideales, pierden sentido. El individuo se vuelve impermeable a los argumentos tradicionales que apelan a deberes morales o a expectativas sociales. Este “espíritu irritado”, como lo llamamos, no necesariamente implica tristeza, sino más bien una sensación de atrapamiento y falta de sentido en la vida. En este contexto, exigir más puede generar una reacción contraria, incluso una ruptura con las ideas o las personas que promueven esos valores.
El desafío de exigir en la actualidad
En el entorno actual, exigir se ha vuelto más complicado. Las generaciones jóvenes no están dispuestas a esforzarse por valores que consideran obsoletos o irrelevantes. Aunque algunas empresas siguen exigiendo a sus empleados con base en contratos o la amenaza de consecuencias negativas, incluso estas estrategias están perdiendo efectividad. Los incentivos tradicionales, como el salario, ya no son suficientes para motivar a las personas a trabajar más allá de lo mínimo requerido.
Por otro lado, la comprensión y la compasión parecen ser más fáciles de practicar en esta época. La compasión, que implica entender la debilidad del otro y compartir el peso del esfuerzo por mejorar, ha ganado protagonismo. Sin embargo, la compasión sin exigencia no lleva a las personas a superarse. Solo las deja en el mismo lugar, sin avanzar.
La relación entre compasión y rigorismo
El equilibrio entre exigencia y compasión es fundamental, pero a menudo se confunde con otro debate: el de rigorismo versus laxitud. El rigorismo implica una mayor adhesión a normas abstractas y universales, mientras que la laxitud sugiere una mayor flexibilidad para adaptarse a las circunstancias individuales.
Este segundo binomio no debe confundirse con el de exigencia y compasión. Mientras que el rigorismo y la laxitud son posturas en cuanto a la aplicación de normas abstractas, la exigencia y la compasión forman parte de un proceso natural para el mejoramiento personal. El rigorismo tiende a aparecer en comunidades que han tenido que defenderse o reconstruirse en circunstancias adversas, mientras que la laxitud surge cuando las normas generales deben adaptarse a situaciones concretas para ser justas.
Reflexiones finales
En resumen, el binomio de exigencia y compasión es una estrategia fundamental para el mejoramiento humano, pero su aplicación se ha vuelto más difícil en el contexto actual. Las generaciones jóvenes, en su estado de insatisfacción espiritual, encuentran complicado responder a las exigencias tradicionales basadas en valores abstractos. En cambio, la compasión parece ser más aceptable y fácil de practicar.
Los tres puntos clave que podemos extraer de esta reflexión son:
La mejora humana siempre necesita de ambos movimientos: la exigencia y la compasión. No podemos dejar de lado ninguno de los dos.
Actualmente, vivimos en una época en la que es difícil aplicar la exigencia debido a la falta de valores universales por los que las personas estén dispuestas a esforzarse. En cambio, la compasión es más fácilmente entendida y aplicada.
No debemos confundir el debate sobre rigorismo y laxitud con la necesidad de equilibrar exigencia y compasión. El primero es un debate sobre la aplicación de normas abstractas, mientras que el segundo es una estrategia natural para ayudarnos a ser mejores.
En definitiva, aunque vivimos en un contexto histórico que complica la exigencia, no debemos olvidar que el mejoramiento personal y colectivo requiere de ese balance constante entre exigir y comprender.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-10-07 15:24:442024-10-07 15:24:47Cómo compaginar la exigencia con la compasión, Ep 34
¿Por qué estamos tan obsesionados con el poder? ¿De dónde proviene esta tendencia a poner nuestra atención en aquellos que están en la cúspide de la jerarquía social? ¿Es realmente cierto que nuestra capacidad de ser felices depende de quienes ocupan las posiciones de poder? Estas preguntas nos llevan a reflexionar sobre la naturaleza de las jerarquías y su influencia en nuestra vida cotidiana.
Al analizar las relaciones sociales en la naturaleza, notamos que estas no se organizan de la misma manera que lo hacen en la sociedad humana. La jerarquía tal como la concebimos, con un “arriba” y un “abajo”, es una construcción humana. En la naturaleza, las relaciones están diseñadas para evitar conflictos y promover la cooperación, no para beneficiar a quienes se encuentran en la cima. En los sistemas animales, el “alfa” simplemente es el primero en tener acceso a los recursos, pero su posición no determina la felicidad o las decisiones de los demás miembros del grupo. Es un rol temporal y funcional, no uno que define el bienestar de la comunidad.
Cooperación y especialización en la naturaleza
Desde tiempos remotos, los organismos han adoptado un patrón de especialización y cooperación. Este principio ha sido clave en la evolución desde las primeras formas de vida unicelulares. Un ejemplo de ello se puede observar en las colonias de algas, donde algunos organismos se especializan en la reproducción mientras que otros se encargan del movimiento o la protección. La especialización implica una renuncia parcial a la autosuficiencia, ya que los organismos dependen unos de otros para sobrevivir.
La naturaleza, a través de la cooperación, busca siempre el beneficio del organismo en su totalidad, no de una parte específica. Este modelo de especialización y dependencia mutua ha permitido la evolución de formas de vida cada vez más complejas, como es el caso de la reproducción sexual, que surgió antes de la aparición de organismos multicelulares. La reproducción sexual, al mezclar material genético de dos individuos, introdujo una nueva dimensión de diversidad y especialización.
Las jerarquías en la naturaleza no son lineales
A diferencia de lo que solemos pensar, las jerarquías en la naturaleza no siguen una estructura lineal con alguien arriba y alguien abajo. Más bien, son redes de especialización que permiten la cooperación y la evolución. Un ejemplo fascinante es el de las cianobacterias, que revolucionaron la vida en la Tierra al desarrollar la fotosíntesis, un proceso tan eficiente que transformó los océanos al liberar oxígeno. Este “excremento” de las cianobacterias se convirtió en el alimento para los primeros animales, que se especializaron en consumir oxígeno, iniciando así una nueva era en la evolución.
Este proceso ilustra que, en términos de complejidad, los animales son más avanzados que las plantas, pero no existe una jerarquía en cuanto a dignidad. Las jerarquías basadas en la dignidad, en donde unos seres se consideran superiores a otros, son construcciones humanas. En la naturaleza, cada parte tiene su función y contribuye al bienestar del organismo completo.
La jerarquía y la religión: una conexión mal entendida
Entonces, si las jerarquías naturales no son lineales ni están basadas en la dignidad, ¿por qué los humanos asociamos el poder con el estatus superior? Aquí es donde entra en juego una interpretación religiosa mal digerida. En algún momento de nuestra evolución, el ser humano desarrolló la capacidad de comprender lo sobrenatural y de intuir la existencia de seres divinos. Esta intuición nos llevó a sacralizar las jerarquías humanas, creyendo que los que están “arriba” tienen el poder de hacernos felices o infelices.
Si bien hay algo de verdad en que la autoridad puede transmitir conocimiento y guiar, esta visión es incompleta. Hemos interpretado de forma demasiado literal la idea de que “Dios está arriba”, cuando en realidad lo divino no pertenece al espacio físico. Este pensamiento dualista, heredado de la filosofía griega, nos ha llevado a ver lo material como algo inferior y a poner nuestro foco en lo que está “arriba”, tanto en lo divino como en las jerarquías humanas.
¿Cómo cambiaría nuestra visión del poder?
Si pudiéramos sofisticar nuestra comprensión de lo divino y entender que tanto lo de arriba como lo de abajo son igualmente importantes, nuestra visión de la política y de la organización social cambiaría radicalmente. No pagaríamos impuestos para que alguien tenga poder, sino para que pueda cumplir la función de liderazgo, que consiste en dos tareas principales: detectar oportunidades y amenazas, y tomar decisiones colectivas que beneficien al grupo.
Este enfoque resalta la importancia de la auto-organización, un fenómeno natural que se observa en muchos sistemas complejos. En las sociedades humanas, esto implica reconocer que en los niveles más bajos, en lo pequeño, hay una sabiduría innata que también debe ser escuchada. La organización social no debe basarse únicamente en las decisiones de quienes están arriba, sino en un equilibrio entre las decisiones colectivas y la sabiduría de las partes más pequeñas.
Conclusiones y predicciones
A medida que avancemos en la comprensión de que el poder no reside únicamente en los niveles superiores, es probable que veamos una disminución de los conflictos. Gran parte de los enfrentamientos humanos no se dan por la defensa de recursos, sino por la búsqueda de ascender en las jerarquías de poder. Al perder el poder su sacralidad, es posible que estos conflictos disminuyan.
Además, una visión más completa de la realidad nos permitirá sentirnos más empoderados para actuar y mejorar el mundo. Dejaremos de pensar que necesitamos poder para generar cambios, y comenzaremos a reconocer que, a través de la cooperación y la especialización, cada uno de nosotros puede contribuir a un futuro mejor.
Resumen final
En este artículo, hemos cuestionado nuestra obsesión con el poder y el convencimiento de que en las jerarquías humanas se encuentra la clave de nuestra felicidad. Al contrastar esta creencia con las jerarquías naturales, que se basan en la cooperación y la especialización, vemos que nuestra interpretación es errónea. También hemos explorado la hipótesis de que esta obsesión tiene raíces en una interpretación religiosa simplista, que asocia lo divino con lo superior. Finalmente, hemos esbozado algunas posibles consecuencias de una visión más equilibrada del poder, entre ellas, una reducción de los conflictos y un mayor empoderamiento individual para hacer del mundo un lugar mejor.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-08-25 15:27:002024-10-07 15:29:39Origen religioso de nuestra obsesión con el poder, ep 33
La belleza ha sido un tema central en la historia del pensamiento humano, pero ¿es realmente tan importante como parece? En este artículo, exploraremos la belleza desde tres perspectivas principales: el cuerpo humano, la naturaleza y el arte, analizando cómo estas dimensiones de la belleza impactan nuestra vida y cómo, en última instancia, la búsqueda de la belleza es fundamental para nuestra existencia.
La belleza del cuerpo humano
Desde tiempos antiguos, el cuerpo humano ha sido objeto de admiración y análisis estético. Hoy en día, somos capaces de identificar con mayor precisión lo que hace que un cuerpo sea considerado bello, gracias a los avances en la ciencia y la tecnología, como la inteligencia artificial. Sabemos que, en términos generales, los rasgos que se consideran atractivos en hombres y mujeres están directamente relacionados con indicadores de fertilidad.
Por ejemplo, en el cuerpo femenino, características como el cabello abundante, la piel tersa, la cintura que representa el 70% del ancho de las caderas y la simetría facial son señales de estrógeno, un indicador de buena salud reproductiva. En los hombres, la musculatura desarrollada, la mandíbula prominente y los hombros más anchos que la cintura son signos de altos niveles de testosterona, relacionados también con la fertilidad.
Lo interesante es que, aunque tradicionalmente se ha creído que los hombres son los principales observadores de la belleza femenina, son en realidad las mujeres quienes prestan más atención a la belleza de otras mujeres, en un esfuerzo por seguir cánones o estándares de belleza.
Además, la belleza física no se limita solo a los adultos. La atracción que sentimos hacia los bebés, con sus rasgos adorables y desproporcionados, es un mecanismo de la naturaleza diseñado para alentarnos a cuidarlos. Aunque desde un punto de vista racional los bebés no aportan mucho al principio, la belleza que percibimos en ellos nos impulsa a dedicarles tiempo y atención.
La belleza en la naturaleza
Pasando de la belleza del cuerpo humano, nos encontramos con la belleza en la naturaleza. ¿Qué nos hace detenernos a contemplar un paisaje, una flor o las estrellas en el cielo? La respuesta radica en gran medida en la simetría. La simetría, una propiedad física que permanece invariable ante ciertos cambios, es un concepto clave tanto en la naturaleza como en la ciencia.
Muchos de los elementos que consideramos bellos en la naturaleza, como los copos de nieve, las flores o las alas de una mariposa, exhiben patrones simétricos. La simetría no solo es estéticamente agradable, sino que también tiene un profundo significado en las leyes físicas que rigen el universo. Por ejemplo, la conservación de la energía y el momento angular son principios basados en la simetría.
Además de la simetría, la belleza en la naturaleza también se asocia con la inmensidad. Los paisajes que nos impactan tienden a ser vastos, lo que nos hace sentir pequeños y a la vez conectados con algo mucho mayor que nuestra vida cotidiana.
La belleza en el arte
Finalmente, llegamos a la creación humana de la belleza: el arte. A lo largo de la historia, filósofos como Platón y Aristóteles han reflexionado sobre la naturaleza de la belleza, aunque con enfoques distintos. Mientras que Platón veía la belleza como una manifestación de ideales inmateriales, Aristóteles trajo esta reflexión al mundo tangible, enfocándose en el arte y su capacidad de producir belleza.
Sin embargo, la exploración de la belleza en el arte ha enfrentado varios problemas filosóficos a lo largo del tiempo, como la eterna discusión sobre si la belleza es objetiva o subjetiva. A pesar de estas dificultades, algo que ha quedado claro es que, para muchas personas, el arte que más nos conmueve es el que cuenta una historia. Ya sea una pintura, una escultura o una canción, lo que nos engancha es el “relato” que subyace a la obra.
El arte también está profundamente conectado con el entretenimiento, una forma de experimentar la belleza sin miedo, sin las tensiones del día a día. El entretenimiento, ya sea a través de la música, el teatro o el deporte, nos ofrece una especie de paz, una oportunidad para relajarnos y disfrutar de la belleza en sus diversas formas.
Reflexiones finales
La belleza ha sido históricamente vista como algo accesorio, algo que solo los que han satisfecho sus necesidades básicas pueden permitirse contemplar. Sin embargo, podemos llegar a la conclusión de que la búsqueda de la belleza no es un lujo, sino una necesidad fundamental para la vida humana. La belleza no es solo algo que se encuentra al final del camino, sino que es la razón por la cual emprendemos el viaje.
La belleza es una llamada, una invitación a seguir un camino que nos da sentido. Es lo que impulsa a los seres humanos a vivir, a luchar y a superar los obstáculos que se presentan. No es solo un adorno para aquellos que ya tienen todo lo demás, sino la razón misma de la existencia.
En este contexto, podemos reinterpretar nuestra misión en la vida: no se trata de producir más o lograr grandes cosas, sino de crear belleza en nuestras acciones y en nuestro entorno. Criar hijos bellos, en este sentido, no significa cumplir con estándares estéticos, sino ayudarles a desarrollar una armonía interior entre sus talentos y sus aspiraciones. En resumen, la búsqueda de la belleza es la verdadera vocación del ser humano, y es lo que, en última instancia, da sentido a nuestra vida.
Resumen final
En este artículo, hemos explorado la belleza desde tres perspectivas clave: la belleza del cuerpo humano, la belleza de la naturaleza y la belleza en el arte. Hemos llegado a la conclusión de que la belleza no es un elemento accesorio, sino una parte esencial de la vida que nos impulsa a avanzar. La búsqueda de la belleza es una convocatoria de la naturaleza que nos da sentido, y es, en definitiva, el
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-07-27 15:31:002024-10-07 15:33:23La Belleza nos llama, ep 32
Aristóteles, y la cultura occidental que lo sigue, definieron al ser humano como un “animal racional”. Esta idea ha sido central en el pensamiento occidental durante siglos. Pero, ¿realmente esta definición captura la esencia del ser humano o podría ser uno de los mayores errores de la historia del pensamiento?
En Occidente, hemos otorgado gran importancia a las definiciones como medio para entender la verdad de las cosas, una tradición que comienza con los griegos, particularmente con Sócrates. Sócrates creía que conocer y definir la virtud era prácticamente lo mismo que vivirla. Aristóteles, su discípulo indirecto, tomó esta noción y enfatizó que una definición debe capturar la esencia de las cosas, y esta influencia ha permeado profundamente el pensamiento occidental.
Sin embargo, esta aproximación no es universal. En las filosofías orientales, como la india, la definición no juega un papel tan central en la búsqueda de la verdad, salvo en algunas escuelas más racionalistas. En este artículo, nos centraremos en la búsqueda de la “quinta esencia” del ser humano, esa cualidad que realmente lo define.
La quinta esencia del ser humano
La palabra “quinta esencia” proviene del griego y se refiere a aquello que está más allá de los cuatro elementos básicos (aire, fuego, tierra y agua), lo que define a un ser entre todos los demás. Sabemos que el ser humano es un animal, pero ¿qué tipo de animal? Para responder a esta pregunta, adoptaremos un enfoque fenomenológico, observando el fenómeno del ser humano sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
Entre hace 400.000 y 100.000 años, los seres humanos comenzaron a mostrar características que hoy consideramos distintivas de nuestra especie: la capacidad de usar el lenguaje, realizar enterramientos (lo que implica creencias en una vida más allá), la creación de arte, música, danza y el desarrollo de grandes grupos sociales, algo que diferencia al ser humano de los primates, cuyos grupos son mucho más pequeños. También en este periodo se produjo la domesticación del fuego y la creación de refugios. Uno de los aspectos más reveladores de esta época es el cuidado de los enfermos, algo que solo los humanos han mostrado hacer durante largos periodos.
Este conjunto de habilidades y comportamientos marca un cambio fundamental en la evolución humana. Durante millones de años, los homínidos vagaron por África sin mostrar estos rasgos. De repente, en un período relativamente corto de unos 300.000 años, se produjo una explosión de capacidad que cambió para siempre nuestra especie. La explicación más común a este desarrollo ha sido la aparición de la inteligencia.
¿Es la inteligencia la verdadera esencia del ser humano?
La inteligencia ha sido tradicionalmente definida como la capacidad de razonar lógicamente, una característica distintiva de los humanos según los griegos. Sin embargo, la inteligencia es simplemente la capacidad de procesar información, algo que todos los seres vivos hacen en mayor o menor grado. Lo que distingue a los humanos es la capacidad de abstracción y de reflexión, pero hay algo más: la aparición de una “limitación” en los instintos.
A medida que los humanos se desarrollaban, comenzó a aparecer un hueco entre los instintos y la acción. Los instintos ya no bastaban para guiar todas las decisiones. En lugar de simplemente reaccionar a los impulsos naturales, el ser humano debía detenerse, reflexionar y decidir qué hacer. Este “hueco” es lo que llamamos libertad. La libertad es la capacidad de tomar decisiones que no están completamente determinadas por los instintos o el entorno. Este pequeño margen, por más reducido que sea, es lo que define nuestra esencia.
Libertad frente a racionalidad
El concepto de libertad, en este contexto, no debe confundirse con la racionalidad. Mientras que la razón es la capacidad de procesar información de manera lógica, la libertad es la capacidad de elegir entre alternativas. Los griegos, aunque descubrieron la razón, no desarrollaron plenamente el concepto de la voluntad, algo que más tarde tomaría forma con el cristianismo. La voluntad, o el “querer”, es esencial para la libertad, ya que nos permite actuar no solo en base a la razón, sino también según nuestros deseos y valores.
Definir al ser humano como un “animal racional” ha traído muchos problemas, ya que la razón es una herramienta limitada. El pensamiento lineal, típico de la razón, no puede capturar toda la complejidad de la realidad, que a menudo es exponencial y no se desarrolla de manera predecible. Además, la razón no está al alcance de todos de la misma manera en que lo está la voluntad. El énfasis en la razón ha llevado a la humanidad a creer que la clave para triunfar en la vida es acumular información y conocimientos, descuidando otras dimensiones humanas importantes, como los sentimientos y la tradición.
Los tres caminos hacia la verdad
El ser humano tiene tres caminos principales para alcanzar la verdad: el sentir, el confiar y el razonar. El sentir incluye la intuición, la simpatía y la evidencia directa. El confiar abarca la fe en la tradición, la instrucción de los maestros y la creencia en un orden superior. Y, por último, está el razonar, que ha sido el camino más exaltado en la cultura occidental desde los tiempos de los griegos. Sin embargo, depender únicamente de la razón ha sido un error que nos ha llevado a desequilibrar nuestra comprensión de la realidad.
El descubrimiento de la razón fue un hito importante, pero también provocó una ruptura con formas anteriores de conocimiento, como la poesía y la tradición. Algo similar ocurrió durante la Revolución Científica del siglo XVII, cuando la ciencia, basada en el formalismo matemático, desechó la religión y los sentimientos como formas válidas de conocimiento.
Hacia una nueva cosmovisión
Aunque la razón ha sido una herramienta poderosa, también ha contribuido a la fragmentación de nuestra comprensión de la realidad. Sin embargo, estamos presenciando un cambio de cosmovisión en Occidente. Este cambio está siendo impulsado, en parte, por el ecologismo, que introduce una forma más holística de entender el mundo, al ver las cosas en relación con el todo, en lugar de aislar sus partes individuales.
El ecologismo, en su forma más profunda, nos invita a reconsiderar nuestra confianza en el racionalismo y a abrirnos a otras dimensiones del ser humano, como los sentimientos y la tradición. Este movimiento, aunque incipiente, representa una luz de esperanza en el horizonte, señalando que estamos en camino de recuperar una visión más completa de lo que significa ser humano.
Conclusión
A lo largo de este artículo hemos explorado la idea de que el ser humano no debe ser definido simplemente como un “animal racional”, sino como un “animal con libertad”. Esta libertad, que se manifiesta en la capacidad de tomar decisiones autónomas, es lo que realmente define nuestra esencia. Si bien la razón ha sido fundamental para el avance de la civilización, también ha limitado nuestra comprensión de lo que significa ser humano.
El futuro parece apuntar hacia una visión más equilibrada, en la que el ser humano recupere su capacidad de ser dueño de sí mismo, utilizando no solo la razón, sino también el sentir y la tradición. Esta reconexión con nuestra verdadera esencia nos permitirá enfrentar los desafíos del mundo moderno con una mayor confianza en nuestra capacidad para encontrar la felicidad y el bienestar desde dentro, en lugar de depender exclusivamente de estructuras externas.
En resumen, el ser humano es un animal con libertad, llamado a dominarse a sí mismo y a ser el arquitecto de su propio destino.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-07-13 15:41:002024-10-07 16:04:18El hombre no es un animal racional, ep 31
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-07-06 21:21:102024-07-06 21:21:13El Sentido del Dolor. Ep 30
Definimos riqueza como todos los insumos que necesitamos para cumplir nuestro fin.
En el caso de los animales, su fin es vivir y pasar vida hacia adelante. En el caso de los humanos es vivir y pasar vida mejorada hacia adelante. Pero todos necesitamos insumos para llevar a cabo la misión de cada uno.
Si llamamos riqueza a estos insumos, nos damos cuenta que la riqueza no es nada superfluo. Los animales dedican todo el tiempo de su vida a conseguir los insumos que necesitan para vivir y pasar vida. Estamos continuamente tratando de avanzar y continuamente tratando de encontrar los recursos que necesitamos para poder avanzar.
Pero quiero en este podcast detenerme o analizar la forma en la que los humanos conseguimos lo que necesitamos, porque en la forma vamos a ver unas tendencias que nos van a decir mucho sobre quiénes somos y mucho sobre hacia dónde vamos. Lo que quiero que detectemos es la fuerte tendencia hacia la inmaterialidad que cada vez es más fuerte en los insumos de los humanos. Veamos, al principio de la humanidad los humanos conseguían su riqueza a través de la caza y la gathering, hunter-gatherer, se me borra la palabra para recolectores, recolección.
La economía primitiva, muy primitiva, era de recoger cosas que la naturaleza ponía en nuestra cercanía, frutos y animales. Casi bien desde el principio se le sometía a una pequeña transformación a esos insumos que se llama el fuego, que realmente ayudó muchísimo a sacarle nutrientes a nuestros insumos. Pero esa era básicamente, era bien poca la transformación que se usaba, se le aplicaba a esos insumos.
Más adelante se desarrolló la agricultura donde ya los insumos tienen un gran componente de orden. O sea, no es tanto agricultura, no es gathering, no es recolección, sino que uno con un propósito prepara un pedazo de tierra, saca otras especies vegetales y se dedica a ayudar a crecer a las especies que él siente que le interesan, son nutritivas. Y ahí hay un pequeño, ya hay un mayor procesamiento, ya no es simplemente lo que la naturaleza nos dé tal y como nos lo da con la agricultura.
Después empieza un poco la industria, es decir, cuando el hombre empieza a aprender a hacer fuertes transformaciones sobre las cosas. Empieza con la metalurgia, por ejemplo, a preparar herramientas para poder configurar mejor los insumos que necesita, para poder cortar leña, para poder cazar, para poder defender su territorio, etc. Pero ya la industrialización tiene mucho de pensamiento.
Hay que organizar muy bien los materiales para que nos sirvan para conseguir insumos. De hecho, la gran época de la industrialización ha durado hasta el siglo XX, donde realmente las máquinas es lo que dan riqueza al hombre. En el siglo XX empiezan, bueno, realmente esto empezó desde que el hombre vive en sociedad, pero hay otra forma de conseguir riqueza, de conseguir los insumos que necesitamos, es que alguien nos ayude.
Eso se llaman los servicios, donde alguien, una persona físicamente, nos trae la comida, nos prepara la comida, nos trae la comida. Eso se llama servicio de comida, que es una parte bien importante de la riqueza. Un maestro para nuestros hijos es un servicio bien importante, un abogado, un médico son servicios.
Esta forma de conseguir riqueza siempre ha existido. De hecho, mientras existía la esclavitud, era como la forma más fuerte de tener riqueza, tener a alguien que te haga las cosas, que te ayude a hacerlas. A esto se le llama el sector terciario.
A la industria se le llama el sector secundario, a la agricultura el sector primario y a los servicios el sector terciario. Eso es una progresión que los economistas usan mucho. Esto, como podemos darnos cuenta, son capas de formas de conseguir riqueza que se añaden unas sobre otras, no es como que se vayan dejando.
Nosotros no hemos dejado la agricultura, no hemos dejado ni siquiera la recolección, no hemos dejado la casa. Todo eso se han ido añadiendo y no es que hayamos superado la industrialización y mucho menos los servicios, pero empiezan a desarrollarse formas más sofisticadas, menos materiales todavía. Cada vez son menos materiales estas tendencias que estamos viendo, pero formas más materiales de conseguir riqueza, que es cuando empiezan ya a mediados del siglo XX las tecnologías de información.
Las tecnologías de información son las que nos ayudan a pasar información del lugar donde se origina a la persona que puede darle uso, a la que le pueda interesar esa información. Las principales tecnologías de información empezaron con tecnologías de comunicación, para que yo poder hablar con una persona que está fuera del alcance de mi voz. A mí me hace bien rico que me digan cuál es el camino más corto para ir de un sitio a otro y me lo enseñen con unas tecnologías gráficas.
Es bien útil poder tener acceso a conocimientos pasados, simplemente a base de poder buscar dentro de repositorios de información. Las tecnologías de información definitivamente ya tienen un componente material mucho más pequeño. Los insumos que recibimos con las tecnologías de información tienen un componente material mucho más pequeño que cualquier otro tipo de tecnologías que hayamos usado para ayudarnos a cumplir nuestro fin.
Y más recientemente las tecnologías de inteligencia artificial, que son tecnologías de información, nos permiten reducir el costo transaccional, la fricción de extraer información de esos repositorios de información, porque podemos hablar en nuestro propio idioma y buscar. Eso reduce mucho lo que antes para extraer información hacían falta mucha gente programando tecnología muy sofisticada, pues ahora con la inteligencia artificial el costo de adquirir la información más relevante se nos hace mucho más asequible. Podemos observar en este repaso que hemos hecho de la historia de la humanidad que existe una tendencia clara a que cada vez la riqueza tiene un componente material más pequeño.
Cada vez lo más importante que nosotros queremos extraer de nuestro ambiente, los insumos que necesitamos, son más información y conocimiento como proporción de lo que es algo material. Es decir que los productos, los insumos que necesitamos para vivir, cada vez tienen una proporción más pequeña de materia y una proporción más grande de información, que son los dos componentes de la realidad. La metafísica de la realidad nos dice que la realidad material está compuesta de dos principios, o tiene dos principios, que son la materia o energía, por un lado, sabemos que materia y energía desde Einstein, sabemos que son dos facetas de lo mismo, y la información por otro.
Pero bueno, todo lo que llevamos de podcast ha sido para poder simplemente llevarnos a observar esta tendencia a la desmaterialización de la riqueza. Pero realmente donde queremos poner el énfasis, lo que queremos investigar es qué implica esta tendencia a la desmaterialización de la riqueza. Es decir, queremos, por humanos que somos, tenemos esta tendencia imparable, queremos como ver el futuro.
Si esto sigue así, ¿a dónde llegaremos? Claro, hay que hacer el caveat, hay que hacer la advertencia de que es bien peligroso esta querencia a tratar de mirar el futuro con el uso de nuestra razón, con el uso de nuestro cerebro, no es que sea lo mismo, con el uso de nuestra razón, que es un instrumento bien lineal de conocimiento y tiende a pensar que si ayer algo fue 10 y hoy es 20, pues que mañana probablemente sea 30. Entonces, este tipo de pensamientos lineales aplicados al futuro son bien peligrosos, como lo hemos visto mil veces en la historia. Entre otras cosas porque linealmente, si la realidad avanzara linealmente, posiblemente explotaría y de hecho nos explotan los miedos.
Nosotros pensamos que ayer había tantos millones de personas en el planeta, después había tantos millones, después tantos millones y pensamos como que el planeta se va a desbordar, la gente se va a caer al espacio porque no lo puede soportar el planeta, nos vamos a morir, etc. Son planteamientos muy lineales, formas de verlos muy lineales que son bien peligrosas para explicar una realidad orgánica o compleja como es la vida y es el planeta. Un ejemplo de estos pánicos o milenarismos que vienen, milenarismo es como ese convencimiento de que el mundo se acaba en cualquier momento.
Uno de esos milenarismos al que quiero referirme es la idea de la singularidad tecnológica, singularity, es una predicción de que el avance tecnológico va a ser tan fuerte en estos años próximos que la tecnología va a dominar al hombre. Yo no quiero entrar como muy a fondo en el debate, simplemente desde el punto de vista más filosófico hay que tener presente que la tecnología y el hombre no son dos cosas como alternativas, o hay un hombre o hay una máquina o una tecnología, sino que la tecnología no tiene sentido sin el hombre, es decir, la tecnología es una expansión del poder del hombre, por eso es que no es buena ni mala, como el hombre no es bueno ni malo, sino que hace cosas buenas y hace cosas malas dependiendo para lo que se use, pero no tiene mucho sentido pensar en una tecnología aparte del hombre. Yo entiendo, cuando dimos ese programa de si es bueno o malo la inteligencia artificial o la tecnología, pues ya dijimos que ya los griegos tenían miedo a los robots, citamos ahí algunos ejemplos, los griegos antiguos me refiero, no los modernos, y porque está en el hombre ese miedo a que una criatura suya, es atávico, es este incentivo, es uno de esos frenos que tiene, o de esos pesos y contrapesos que tiene la naturaleza para que las cosas no se vayan de control, para ponerle al hombre un miedo en que una creación suya le pueda sacar los ojos después de haberla creado, pero realmente el miedo no se puede evitar, lo tenemos ahí, pero la razón nos dice que es imposible que haya avances tecnológicos aparte del hombre.
Pero entonces, si no es este futuro de Terminator, de robots o máquinas, Terminator y yo creo que la mitad de las películas de acción de Hollywood, si no es este futuro en el que las de una guerra de máquinas contra hombres, qué futuro nos espera, pues tenemos que darnos cuenta o tomar en consideración que la materia al ser repartida escasea, mientras que la información no, la información por muchas veces que se reparta siempre sigue enriqueciendo igualmente a todas las personas a las que se les haga llegar, con lo cual esto nos plantea que posiblemente nos estemos acercando a un mundo donde la escasez va a ser más escasa, donde va a haber menos escasez, donde va a ser una proporción cada vez más pequeña de nuestra vida la que dediquemos a buscar los recursos que necesitamos para vivir. Entramos con esto a lo que es la finalidad de este podcast, la finalidad y el fin de este episodio, que es preguntarnos cómo será un futuro con una escasez escasa, cómo será un futuro donde la riqueza no sea algo de lo que haya que preocuparse tanto. Bueno, a mí se me ocurren algunas características que tendrá este futuro.
Bueno, la más importante creo yo que el trabajo, en el trabajo lo primario no será la compensación, sino será el valor que tiene para nosotros el producto de nuestro trabajo. Es bien llamativo que según la ONU, ya esto hace unos años, en el mundo había 3.000 millones de personas, 3.000 millones de personas, la mitad de la población, que hace trabajo voluntario en algún momento durante el año y en el mundo hay 3.500 millones de trabajadores, o sea que el trabajo voluntario está, no quiero aquí vender el trabajo voluntario ni promocionarlo, simplemente decir que la gente está buscando ser significativo, hacer algo significativo de valor, de sentido, más allá de simplemente conseguir sobrevivir. Otra característica que yo creo que tendrá este mundo donde la escasez sea escasa, va a ser que la cantidad de transacciones materiales va a disminuir drásticamente.
Si disminuye mucho las transacciones materiales, si disminuye mucho el comercio, disminuirá mucho el footprint humano, la huella, podríamos decir el carbon footprint, la huella de carbono del ser humano. No quiero darlo simplemente en este sentido tan materialista o tan material como eso, pero sí sabremos que la huella en el mundo, en un mundo donde se extraiga menos materia, pues va a ser cada vez más pequeña. Otro asunto ya más anecdótico es que la desigualdad material que tanto nos preocupa en este momento, el gran objetivo de los gobiernos y de los estados, dejará de ser el problema más acuciante para los pueblos.
Tenemos que imaginarnos un mundo donde realmente nuestra principal inquietud no sea combatir la desigualdad, la pobreza, las injusticias más materiales. Y por último, la educación ya no será una actividad para facilitarnos conseguir un empleo para vivir. Quizá nos preocupe más en términos de educación, pues aprender a cómo integrarnos mejor con una naturaleza cambiante, que es algo que no hemos todavía pensado mucho, vivimos en una burbuja de estabilidad climática que puede que no dure mucho, y quisiéramos dedicarle tiempo a conocernos más y a conocer la naturaleza para ver cómo bailar juntas.
Bueno, estas son algunas ideas. Lo importante, ya digo, de esto es como detonar en ustedes los oyentes como esa inquietud de decir, oye, es que otro mundo es posible. Yo no quiero en este podcast dedicarme como a soñar un mundo rosa, simplemente como para uno entretenerse o para uno evadirse, sino que lo que quiero es como sembrar la duda existencial de si de verdad debo dedicar toda mi energía, toda la energía de mi vida, la debo dedicar simplemente a sobrevivir.
Bueno, pues el resumen del programa de hoy ha sido un repaso de la historia de la humanidad en la búsqueda de medios para sobrevivir. Hemos detectado cómo a lo largo de la historia ha ido disminuyendo la proporción de materia y aumentando la proporción de información en este mix que compone la riqueza, lo que necesitamos, los insumos que necesitamos, y eso nos lleva a pensar, nos lleva a proyectar. Y si esta tendencia que tiene unos 500.000 años continúa y cada vez dependemos más de la información, pues cada vez habrá menos escasez porque la información no se gasta al usarla.
Cada vez habrá menos escasez y nos lleva a imaginar cómo sería un mundo con escasez, escasa, con poca escasez. Hemos dibujado algunas posibilidades. El trabajo ya será para, no será para sobrevivir, sino para dejar huella.
La educación ya no será para trabajar, sino para influir el footprint de la huella de la actividad humana. La huella material debe ser cada vez más pequeña. En general, podemos, la idea del podcast ha sido sembrar dudas sobre si de verdad vale la pena dedicarse a sobrevivir.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-06-29 21:20:392024-07-06 21:17:51¿Cómo será un mundo sin escasez? Ep 29
Pudiera parecer que amarse a uno mismo es algo extremadamente fácil, que más bien uno debe estar pendiente de que los instintos no lo lleven a uno dedicarse más tiempo, más atención de la que debiera, pero como vamos a ver en este episodio, el auténtico amor a uno mismo conlleva romper con unos miedos tan fuertes, conlleva una aceptación tan costosa de la posición de uno en la vida, que podríamos decir que es de los amores más difíciles que hay. ¿Consiste el amor a uno mismo en darse cuidados o es todavía más complejo? No se vayan porque estamos Buscando Respuestas.
Aunque se podría argumentar que lo más universal que hay es la obligación de amar, también tenemos que reconocer que amar es difícil. O sea, es universal, es asequible, está en todo, pero no deja de ser difícil.
Amar es natural, amar es espontáneo, pero amar bien exige esfuerzo, es decir, la aplicación de la voluntad y de la inteligencia de forma consciente. Por ejemplo, para que veamos lo complicado que es amar, muchas veces tenemos la idea equivocada de que amar es regalar, es dar algo gratuitamente, cuando lo cierto es que regalar y dar es sólo el comienzo, es solo la declaración amorosa. Me gustas o te quiero y por eso te regalo esto.
Pero el regalo no es la esencia del amor. Hay padres, hay esposos que sienten que dando, dando cosas, están cumpliendo su deber de amar, regalando cosas a sus hijos, dándole cosas a su esposa, están cumpliendo su obligación de amar. La esencia del amor es más una aceptación transformadora, es decir, un yin-yang entre querer a la persona como es y quererla mejor de lo que es, que tiene que darse a la vez, como en todo el yin-yang, a la vez.
Si hemos concluido que amar no es regalar, sino aceptar transformadoramente, es decir, aceptar lo que la persona es a la vez que quiero que sea mejor de lo que es, podemos aplicar eso al amor a uno mismo. La literatura de la autoayuda se puede resumir en que el amor a uno mismo consiste en darse básicamente cuatro cosas, una comida adecuada, no excesiva, un sueño adecuado, no demasiado escaso, un ejercicio que compense nuestra falta de movilidad cultural y ahora la meditación que es como aprender a pensar menos o a dejar de pensar de vez en cuando. Ahora bien, si amar no es tanto dar como aceptar, debemos entonces entender o aprender cómo uno se acepta con esa aceptación transformadora que hemos dicho que es la esencia del amor.
Aceptarse es súper complicado. Tendemos a estar completamente en desacuerdo con la vida que nos ha tocado vivir, con la forma de ser con la que hemos venido a este mundo, con la situación histórica que nos ha tocado enfrentarnos, con las raíces de las que somos parte. Se entiende por tanto que mucha gente prefiere darse cositas que no amarse, porque amarse implica aceptar la forma de ser con la que uno ha venido al mundo y esto es muy fuerte porque los instintos sociales nos llevan siempre a querer ser de otra forma.
Pero vamos a ser más explícitos y vamos a detallar qué es lo que uno tiene que amar de sí mismo. Amarse a sí mismo yo lo resumo sobre todo en amar la vocación que uno le ha tocado vivir. Vamos a explicar esto de la vocación, porque la vocación de una persona no es pertenecer a algo, o ser médico, o ser abogado, o ser madre de familia.
La vocación es una conjunción de dos cosas. Número uno, el equipaje que uno le ha tocado, con el que uno viene a la vida. Y número dos, el destino al que uno se siente llamado, entre otras cosas, al mirar su equipaje, sus capacidades o sus discapacidades.
El equipaje, a su vez, es una conjunción de la coyuntura histórica en la que uno nace y el endowment genético, o sea, no sé cómo se dice endowment, no se me viene a la cabeza cómo se dice endowment, la herencia genética que uno trae. La coyuntura histórica es, o sea, en la que uno nace, lo que uno tiene que aceptar como parte de su equipaje, esa coyuntura histórica es, número uno, la historia de sus papás antes de él, o sea, el linaje al que uno pertenece. Y número dos, el ambiente en el que uno se cría antes de uno poder elegir su ambiente.
Eso es la coyuntura histórica en la que uno nace, es parte de lo que uno tiene del equipaje que uno tiene que aceptar. El endowment genético es esa programación animal que tenemos y que define en bastante medida a el tipo de cuerpo que tenemos y ve el tipo de mente o tendencias psíquicas que tenemos, una cierta timidez, unas ciertas miedos, una cierta necesidad de los demás o de la aprobación de los demás, etcétera. Repito, para amarse a uno mismo, amar la vocación.
Amar la equipaje que uno trae a la vida y el destino al que uno se siente llamado. El equipaje que uno trae en la vida es la conjunción de la coyuntura histórica en la que uno nace y del endowment genético que uno trae. La coyuntura histórica es la historia de sus papás antes de él y el ambiente en el que uno se cría.
Esa es la coyuntura histórica que uno tiene que aprender a querer, convencerse de que es, en cuanto al endowment genético, es más fácil de entender, es toda la programación animal que traemos, es decir, el tipo de cuerpo y el tipo de mente que traen. El segundo componente de ese equipaje que dije que tenemos que componer nuestra vocación, que es lo que consiste en amar lo que consiste, lo que somos realmente, a lo que tenemos que amarnos. El segundo componente de ese equipaje, perdón, de esa vocación es el destino.
El primer componente es el equipaje, lo que uno trae, y el segundo es el destino a lo que uno está llamado, a donde uno tiene que ir con ese equipaje. El destino no es tanto un lugar como una dirección, no es tanto una meta como un camino, no es casarme con fulana, sino empezar ahora a montar un proyecto de vida junto a fulana. Esa es la vocación que uno siente en cada momento del tiempo.
No es ser médico, eso no es una vocación propiamente, sino empezar a buscar, a hacer un tipo de bien en el campo de la medicina. Repito, la vocación no está en el futuro, sino en el presente, siempre en el presente. La vocación es la dirección a la que apuntamos hoy, no es la vocación la meta a la que apuntamos en el futuro.
Bueno, pero esto ha sido la parte fácil, saber en qué consisten las piezas de amarse a sí mismo. Ahora viene la parte complicada, cómo yo me amo si no me gusta mi equipaje, si no me gusta mi destino, si no me gusta la coyuntura histórica en la que nací, el endowment genético que tengo, la historia, el linaje al que pertenezco, la historia de mis papás, el ambiente en el que me tocó vivir, nada de esto me gusta, cómo yo puedo amarlo. Pongamos un ejemplo, yo nací cojo, tengo una pierna más corta que la otra y eso ha tenido una repercusión enorme en mi vida, mis capacidades, mis relaciones, cómo hacer para quererme cuando tengo unas limitaciones objetivas tan obvias que limitan, que de verdad son limitantes, no es como un gusto, me gustaría tener los ojos de otro color, es como que mira, no puedo levantar, estoy en una cama, no puedo bailarme por mí mismo, hay forma de amar eso o incluso debe ser amado.
Bueno, para responder esto primero que tenemos que tener claro que tenemos una limitación en nuestro aparato afectivo, no una limitación sino un diseño que promueve que nosotros queramos tener cosas que los otros tienen: una cierta estatura, una cierta complexión, una cierta situación en la vida, una cierta posición social de nacimiento.
A nosotros nos gustan las cosas, cosas que tienen otros y esto es por diseño, por diseño animal porque los animales sociales, específicamente los humanos como animales sociales que somos, necesitamos estar mirándonos unos a otros para de verdad tener una vida comunitaria, nos importan mucho los demás. Si no fuera por eso no seríamos tan sociales y no hubiéramos podido llevar a cabo el destino para que como humanos estamos llamados. Pero, aunque es natural que nosotros nos inspiremos en las cosas que los otros tienen y que yo no tengo, para crecer, para buscar más, aunque es natural, esto no es el fin, es el comienzo.
Es decir todo lo que tenemos que hacer normalmente empieza por un mensaje que nos manda un instinto y nosotros sobre ese mensaje actuamos, ponemos los juicios de la razón y actuamo. El que nos agraden las cosas que tienen los demás es simplemente una llamada a mirar para inspirarnos.
¿Cómo yo amo entonces mis limitaciones objetivas, como yo amo el que tengo una pierna más corta que otra? Es un ejemplo hipotético. En mi caso yo tengo montones de limitaciones objetivas con respecto al promedio de la humanidad o a lo normal, vamos a poner, más que promedio, a lo modal, a lo normal en la humanidad. ¿yo puedo amar eso?
Bueno aquí está la clave, tengo que desarrollar un convencimiento de que el equipaje que traigo no es más grande que el de los demás, pero es el exacto que yo necesito para hacer lo que tengo que hacer. Repito no tengo que convencerme, es imposible que yo me convenza de que estoy dotado con todo lo que necesito, que estoy dotado por encima de los demás, soy súper dotado, no tiene sentido que yo pretenda convencerme de eso, es un engaño.
Claro para convencerse de que uno tiene el equipaje perfecto para el camino que uno tiene que caminar, lo más práctico, lo más rápido es tener un sentido trascendente de la existencia, es decir, el convencerse de que hay algo, alguien que está organizando las cosas; que nosotros no hemos caído en un mundo caótico, sino que hay un plan desarrollándose entre nosotros, Que la vida, y la realidad, es parte de un plan grande. Y entonces uno tiene que confiar en ese plan, obviamente cuanto más holista sea uno, cuanto más convencido de que el todo tiene un sentido, tiene algo que decir en el desenvolvimiento de las partes, pues más fácil es aceptar esta realidad.
De hecho, podría decir, que si uno creyera -yo creo que hay poca gente que crea esto- que no hay ningún plan en la realidad, que todo es simplemente azar, o sea, cosas chocando unas con otras y produciendo fenómenos increíbles como la vida. los planetas, las galaxias, etcétera; aunque uno creyera eso, existe un cierto convencimiento, los seres humanos tenemos, un cierto convencimiento interno, de que estamos aquí para algo. No tiene ese algo que ser muy consistente, que tenga mucha entidad, sino que sea simplemente como un sentimiento, vamos a reducirlo a eso.
Pues aún con ese pequeño hilito de convencimiento en la realidad, nosotros podemos llegar a la conclusión, sobre todo a medida que vayamos creciendo en edad y en sabiduría, podemos llegar al convencimiento de que tenemos el equipaje que necesitamos para lo que tenemos que hacer. Obviamente no quiero tapar el cielo con la mano, cuanto más uno tenga una cosmovisión holista, una visión trascendente de la vida, pues más fácil es aceptar esto. De hecho, podemos decir que las grandes religiones de la humanidad son simplemente gente convencida de que hay un master plan o un meta-plan que guía las existencias de todo. Y la intuición religiosa es de las cosas más comunes que hay en los hombres. Uno bien difícilmente podría ampararse en decir que yo no creo. Habría que decirle “mira flaco, reexamínate porque es bien raro que haya un ser humano que no haya intuido la llamada de la trascendencia”. Por ejemplo cuando una persona tiene hijos o tiene algo importante o que él considera importante que hacer en su trabajo, en su ambiente, entonces, siente realmente la llamada de su destino. Siente que está para algo, no hace falta un convencimiento super trascendental o una visión super trascendental de la realidad. En esas intuiciones tenemos que apoyarnos, por lo menos en estas épocas en las que no es común tener visiones muy amplias de la realidad, apoyarnos en esas intuiciones personalísimas que nos hacen convencernos de que estamos para algo y si miramos ese para qué estamos hechos, nos vamos a dar cuenta, poquito a poquito, hará sentido por qué somos como somos, por qué nacimos en este ambiente, por qué tenemos esta personalidad, por qué tenemos esta forma de ser, esta historia con la que cargamos. La respuesta es: porque es lo que nos permite estar en el sitio que estamos, en la posición en la que estamos, que es lo que nos permite hacer lo que tenemos que hacer.
No podemos acabar esta reflexión sobre un tipo de amor, sobre cualquier tipo de amor, sin hacer la siguiente consideración que hay que hacer cada vez que uno reflexiona sobre algo a lo que se está llamado a amar. Y la reflexión es lo siguiente, el arte de vivir es el arte de amar, el arte de amar es guardar la proporción adecuada entre los distintos amores.
Que el amor a mi auto no esté por encima del amor a mi hijo, pero precisamente lo que marca la armonía que deben de tener los amores es la vocación, es decir, posiblemente lo más importante que yo tenga que hacer esta noche es dormir, dormir es tan importante en la vida. En algún momento lo más importante que yo tenga que hacer durante el día que empieza hoy debe ser lavarme los dientes. Va a haber un momento donde eso es lo más importante, en el presente va a ser lo más importante el amor al que tengo que acudir, entonces lo que dicta la armonía, la forma de encontrar la armonía entre las distintas cosas que yo tengo que querer en la vida, es lo que yo estoy llamando la vocación que es como ese plan que engarsa lo que uno tiene con lo que uno tiene que hacer.
Bueno, en resumen y para acabar, lo que hemos visto en el episodio de hoy es el difícil arte de amarse a uno mismo, hemos acudido a la teoría de lo que es el amor, que no es dar, sino darse, el darse se concreta en la aceptación transformadora del otro, que se traduce en te quiero como eres y a la vez te quiero mejor de lo que eres, cuando esto lo aplicamos al amor a nosotros mismos, se concreta en el amor a la vocación que uno tiene, que es decir el amor al equipaje con el que uno viene a la vida y la misión que tiene que realizar con ese equipaje, la aceptación no es simplemente un ni modo, no me queda otro remedio, tengo que aceptar, no es una resignación, sino un auténtico amor, estoy entusiasmado porque con este equipaje que puede ser más o menos conspicuo, más o menos llamativo, tengo que hacer, lo que yo voy a hacer no lo puede hacer más nadie en todo el universo.
Esta aceptación de uno mismo, de lo que uno es, de lo que uno tiene que hacer, es sin duda la mejor forma de amarse a sí mismo.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-06-22 22:05:202024-06-22 22:06:08El difícil arte de amarse a uno mismo. Ep 28
Al presente hay mucha gente preocupada, bien preocupada, porque piensa que el mundo está caminando hacia una polarización ideológica, que eventualmente va a ser una fuente o de conflicto o, al menos, de faltas de entendimiento entre las personas que siempre empobrecen. Todo el mundo entendía muy bien la causa de la polarización que sufrió el mundo a raíz del final de la Segunda Guerra Mundial, en el periodo que se llamó la Guerra Fría. La gente usaba el arquetipo de el poderoso quiere dominar el mundo y con eso se explica muy bien pues este divide, esta división entre el Occidente y la Unión Soviética que dio pie a ese otro divide.
Pero esta división de ahora, en el siglo XXI, es como más compleja de entender y vamos a tratar de aportar algunas ideas para que ayuden a entenderla mejor. No se vayan entonces, porque estamos Buscando Respuestas. Buscando Respuestas, el podcast donde Bobi López explora las preguntas que la filosofía cotidiana nos propone.
La primera explicación y más universal que hay sobre la tendencia de los humanos a dividirse es un endowment genético, que traemos un instinto bien fuerte, quizá yo he argumentado en este programa que es el más fuerte del ser humano, que es el Fear of Missing Out, el miedo a quedar atrás, a quedarse excluido. Y ese Fear of Missing Out, ese FOMO, hace a los hombres tener un gran deseo instintivo de pertenecer al grupo que les rodea. Y ese deseo de pertenecer al grupo que los rodea se construye, se alimenta desde el punto de vista social de la identidad, que es decir, usar el arquetipo de nosotros somos los buenos y los otros, los que están a nuestro alrededor, son los malos, los que no saben o no pueden o no quieren hacer daño.
Un instinto muy natural en la crianza de los hijos es usar ese miedo para decirle, ojo con los extraños, quédate con el grupo, no te alejes, no te mezcles con gente distinta, etcétera. Ya digo, son conductas instintivas, no hay que meterle demasiada malicia para entender estos planteamientos. De hecho, podríamos argumentar que el hombre como especie ha logrado tanto desde el punto de vista material gracias a que es un animal muy social y es un animal muy social, sobre todo por el instinto que tiene, social, que es el miedo a no pertenecer, el fear of missing out.
La otra cara del fear of missing out, del miedo a no pertenecer, es la necesidad de pertenecer o la necesidad de los likes, del refuerzo social, de que nos digan que estás bien, que te ves bien, que hiciste bien. Esa es la otra cara del fear of missing out. Antes a esto se llamaba la búsqueda del honor, ahora se llama la búsqueda de la pauta o del social footprint de los seguidores.
Pero es el mismo, el mismo instinto del miedo a no ser aceptado. Pero todos los instintos están llamados a ser sometidos a un bien superior y eso es la llamada humana. La llamada humana no lo tienen todos los animales.
La llamada humana es la de ponerlo, ordenar los instintos en base a un fin superior y con esa luz tenemos que mirar este instinto, respetarlo, pero saber que siempre debe de estar acomodándose a un fin superior. O dicho de otra forma, todos los instintos están llamados a ser escuchados con mucha atención porque son llamadas de la naturaleza, deben de ser escuchados pero no siempre deben de ser obedecidos. Pero este instinto social del hombre que favorece la división es algo universal, ha estado siempre ahí, con lo cual para explicar la actual, lo que a la gente le preocupa es la actual tendencia a la división ideológica en la sociedad occidental.
No puede ser el instinto porque el instinto ha estado siempre ahí. Tiene que ser algo propio de nuestra época. Bueno, algo propio de nuestra época es la tendencia a la ideologización.
Ideologizar es convertir algunas verdades en cuasi religiones. Religiones son las verdades que uno no cuestiona, las verdades que uno acepta por fe, en la práctica por que se las presentaron así desde pequeño. Es una tradición que recibe de su antepasado, una forma de ver el mundo y normalmente uno no las cuestiona.
Es una verdad religiosa. Las verdades ideológicas en la modernidad se trató, la modernidad es como un experimento de ver qué pasaría si prescindimos de las religiones, porque cuando empezó la modernidad las religiones en Europa resultaron ser bien problemáticas, de cualquier forma que uno las mire. Entonces empezamos un experimento, voy a decir largo, pero realmente son tres o cuatro siglos que en la historia es un ciclo cultural bien normal.
Empezamos un experimento de ver cómo se viviría una vida sin Dios, sobre todo en lo social, no tanto en lo personal, y eso llevó a tratar de sacar narrativas religiosas del discurso social. Pero claro, el instinto del hombre, del instinto religioso del hombre, el instinto de estar convencido que en el más allá hay una explicación más clara que ninguna de lo que hay en el más acá, ese instinto lleva o ha llevado en la práctica a hacer que algunas de las explicaciones parciales de la realidad se conviertan en casi religiosas, es decir, intocables, o intocables en el sentido de que no están hechas para ser cuestionadas, sino que como que agrupan las respuestas más grandes que se pueden dar a la realidad, no son respuestas parciales. Por ejemplo, vivimos en Occidente completamente convencidos de que la Constitución, una ley suprema, es algo como realmente sagrado, religioso, que es lo que le da sentido a todas las otras leyes, y realmente eso le da sentido a nuestro ordenamiento social, etc.
Eso es una sacralización de un instrumento humano. Ejemplos de otras ideas que se han sacralizado son la democracia, la legalidad, el ambiente, la igualdad, la libertad. Y no es que sea malo en absoluto tener ideas bien importantes, pero quizá ahora como estamos ante el reto de tratar de explicar todo, justificar todo sin ideas religiosas, pues estamos como sacralizando demasiado algunas instituciones humanas.
Estas ideas sagradas, lo que se llaman ideologías, que son como pseudo-religiones o mini-religiones, que nos ayudan, como todas las religiones, a orientarnos en la realidad, pero que también favorecen a veces a base de sacralizar ideas parciales, como la nación, el amor que hay que tener a la nación es importante, pero es lo más importante, lo más importante de todo. Tanto que a los que no sean de la nación no los puedo tratar, no los puedo tener en mi suelo. Pues ese es el tipo de pensamientos que llevan, que explican la sacralización de las ideas, las ideologías.
Es una de las raíces de que estemos en esta coyuntura de polarización, porque cada uno tiene ideas parciales que absolutizó, entonces no puede hablar con el otro tipo que absolutizó otra idea parcial suya. Una tercera causa de esta polarización ideológica puede ser atribuida a una, lo que yo llamo una moralidad ruda, o sea, a una confusión que tenemos en nuestra cultura a la que no nos pongamos de acuerdo sobre cuál es la forma de vivir bien. Llamo una moral ruda, o una moral tosca, a la que tenemos al presente, que es una moral que no sabe distinguir el valor de los juicios morales que se hacen a distintos niveles de abstracción.
Esto suena medio complejo, pero una moral ruda, una moral tosca, es la que no sabe distinguir los distintos valores que tienen los juicios morales hechos a distintos niveles de abstracción. Esto yo lo considero muy importante, el poder hacer los juicios morales, saber a qué nivel de abstracción uno está haciendo juicios morales, porque el juicio moral en la forma es el arte de vivir, la moral es el arte de vivir bien, y entonces no podemos vivir bien, o Dios nos da mucho trabajo si no sabemos hacer bien los juicios morales, que es el statement de si las cosas valen la pena o no. Para pasar juicios sobre conducta, es decir, para decidir si son buenas o malas, hay tres niveles de abstracción al que podemos ponernos, y cada uno de esos niveles de abstracción tiene un distinto nivel de objetividad o de certeza que tenemos en el juicio que estamos haciendo.
Es decir, si esto es malo, pues si esto estamos completamente ciertos en todas las circunstancias y momentos es malo, o si es malo en una circunstancia concreta solo. Nosotros podemos pasar juicios sobre tres tipos de conductas. Número uno, sobre conductas generales o normas generales.
Luego, número dos, sobre conductas concretas y número tres, sobre personas concretas. Repito, podemos pasar juicios sobre normas generales, sobre conductas concretas y sobre personas individuales. Estos son los tres niveles de abstracción del juicio moral.
Vayamos a los ejemplos. Al nivel más abstracto de normas generales. Normas generales, o sea, juicios que pasamos de las cosas que están bien o mal, que son universales, que aplican siempre.
Por ejemplo, matar en defensa propia no está mal, es un juicio moral sobre una norma general. Este es el nivel más abstracto y es donde más certeza podemos tener. Uno podría dar su vida por defender el derecho a la libertad o atacar el racismo.
Son cosas planteadas que a nivel abstracto aplican siempre y, por lo tanto, la certeza que tenemos sobre ese juicio moral es muy alta. Bajamos un nivel de abstracción y vamos al nivel de juzgar conductas concretas. No normas generales que aplican a todas las personas, sino conductas concretas de una persona.
No la persona completa, que es el tercer nivel, sino conductas de una persona. Hiciste mal en dejar este trabajo ahora, un juicio que yo hago para un amigo, para mi pareja, lo que sea. Esta conducta concreta está definida por muchísimas circunstancias.
Se usa aquí, por lo tanto, la razón práctica, un órgano que tenemos en el alma que ayuda a ponderar las circunstancias, todas las circunstancias, muchas de las circunstancias que rodean una acción. Y, por lo tanto, tan solo las personas que conocen muchas de las circunstancias concretas de esa conducta pueden pasar un juicio certero. No debiste comerte ese mantecado.
Estuvo mal lo que le dijiste a fulana. Esos son juicios que, en principio, solo las gentes que sean cercanas a nosotros, cercanas a las circunstancias, a la conducta, pueden pasar juicio. Sé que esto es un poco choking porque nosotros estamos acostumbrados en las redes a pasar juicios sobre conductas de las personas.
Se divorció fulana y todo el mundo está acostumbrado a pasar juicios a favor o en contra, pero realmente la certeza moral, o sea, ser un juicio válido solo lo puede hacer quien conozca muchas de las circunstancias. Y llegamos al nivel más bajo de abstracción, o más concreto, menos abstracto, más concreto, que es al nivel de las personas individuales. Y aquí hay un principio bien aceptado y bien entendido, que es que no existe inteligencia que pueda captar todos los aspectos que definen la bondad de un ser humano.
Con lo cual, no hay certeza ninguna sobre el juicio que se haga sobre una persona. El fulano es malo no tiene mucho sentido. Las conductas, pues, tienen algún sentido si conozco las circunstancias, pero sobre una persona no puede hacerlo.
Solo Dios puede juzgar a una persona en su totalidad porque no hay más nadie que conozca de verdad todo su interioridad, todo el peso de la crianza, el peso de las experiencias, para aquelatar al final lo que de verdad cuenta que es el peso de su libertad en toda la persona completa. No se puede pasar, no existe, no cabe el juicio humano, el juicio moral sobre eso. Ya tenemos aquí, entonces, los tres niveles de abstracción que hay con los tres tipos de juicios que se pueden hacer sobre lo que está bien y lo que está mal a cada nivel de abstracción.
La certeza que se puede tener en cada nivel sobre lo que uno, el juicio que uno diga que esto está mal o está bien. Entonces, ¿por qué esta moralidad tosca no nos fomenta el moral divide, el ideological divide, la división ideológica que tenemos ahora mismo en la cultura? Pues, miren, esto es importante porque en este caso el ideological divide, la división cultural, no es como en el principio del siglo XX, que era sobre preguntas medio charritas, como si el Estado debía ser grande o chiquito. Ya esas preguntas no tienen tanta pegada.
La división ahora está sobre este tema moral. Hay conductas malas siempre, que deben de ser prohibidas por el Estado, etcétera, o cada persona realmente decide lo que está bien y lo que está mal y vive de acuerdo a su propio juicio. O sea, el conflicto más delicado que hay o más complejo que hay en el divide ideológico es el de subjetivismo versus objetivismo moral.
¿Qué es lo que ocurre? Este conflicto se da simplemente porque estamos mezclando planos de abstracción que no se pueden mezclar, que no se pueden argumentar con verdades de un plano con respecto a la del otro. Por ejemplo, los objetivistas están defendiendo la objetividad de las normas. Las normas son objetivas.
¿Es malo el aborto? Entonces están convencidos de la bondad de esa norma que dirige la sociedad, evita males, etcétera. Mientras que los subjetivistas lo que están defendiendo es la subjetividad del individuo. ¿Quién sabe por lo que está pasando esa mujer para yo poder decirle que no aborte? Entonces están hablando en dos lenguajes diferentes, niveles de abstracción diferentes, y no se pueden entender.
Puede ser completamente compatible una norma general que rechace la guerra, el aborto, la eutanasia, lo que uno quiera, con planteamientos concretos donde uno va con el individuo hasta el final para ayudarle a vivir el reto que tenga que vivir en ese momento en la vida. Podemos entender ahora que mientras el discurso moral no se refine para reconocer cuando estamos hablando de normas generales, cuando estamos hablando de conducta concreta, no se podrá llegar como a un acuerdo de hacia dónde tiene que dirigirse la sociedad. Bueno, y falta por ver una última causa de la polarización ideológica que estamos sufriendo, que es el aburrimiento.
Y me explico. Las naciones y sus culturas son similares a organismos vivos y tienen nacimientos y tienen periodos de juventud y de madurez y de vejez. Tienen un ciclo de vida también.
Las naciones pueden durar muchos años, porque en el caso de las naciones, su muerte realmente depende de los vecinos, de si hay algún otro vecino que pueda llenar los zapatos de esta nación en concreta. Y hay una ley en la historia, no súper rigorosa, pero una ley donde en los momentos de decadencia, donde ya el país, la nación, perdón, no está concentrada, están concentradas en crecer, en dominar, en producir y ya está un poquito más laid back, está un poquito más echada hacia atrás. En esos momentos vienen, son periodos de aburrimiento y suele entrar consigo que uno se pone a mirar demasiado al vecino.
La gente aburrida pues mira mucho al vecino, en vez de mirar su proyecto, su vida, pues mira al vecino, a ver qué está haciendo, pasar juicio sobre ellos. Entonces, en Occidente, en Europa definitivamente y en Estados Unidos ya se ven los síntomas, está entrando ya en una época de menos fuerza moral y económica y histórica realmente, esa sería la palabra que… Y entonces en estos periodos, pues hay mucho lo que está pasando ahora, mirar al vecino y pasar juicio. Entonces nos enfrescamos, nos enfrascamos en luchas en nuestra mente, pasando diciendo, esta señora no lo está haciendo bien, no está parqueando su carro bien, no está atendiendo sus gatos, sus plantas, pero realmente son conflictos de backyard, son conflictos de aburrido, de gente aburrida y yo creo que gran parte, muchos twists culturales que hay ahora mismo que nos enervan y que no se explican simplemente porque hay demasiada gente aburrida y eso es carne, eso es composta para este tipo de conflicto ideológico, de manera similar que en la Constantinopla del siglo IV, V, VI, cuando ya llegó a su pic económico, la Roma Bizantina, pues lo mismo, había un montón de gente pasando el tiempo atacándose unos a otros, mirándose las espaldas, etc.
Y yo creo que no podemos abandonar, no podemos desechar que también esto explica en parte el por qué estamos en estas batallas culturales que uno diría, de verdad deberíamos estar gastando energía en resolver este hecho moral que está como atraído por los pelos. Es tan importante resolver ahora mismo si este tipo de personas puede hacer este tipo de cosas o no puede hacer. Bueno, muchas de estas controversias son generadas por el puro aburrimiento.
Bueno, espero que esto les haya servido de algo para entender un poquitito mejor la cultura en la que vivimos y los espero en el próximo programa de Buscando Respuestas.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-03-17 00:05:482024-04-06 14:50:44Causas de la presente polarización ideológica - Ep 27
No he podido aguantar la presión de la gente pidiéndome que acabara ya de una vez mi arco narrativo, que acabara de concluir lo que yo pienso de la economía. Y a eso nos vamos a dedicar en este episodio de Buscando Respuestas. Buscando Respuestas, el podcast donde Bobby López explora las preguntas que la filosofía cotidiana nos propone.
En el episodio anterior vimos cómo el capitalismo es un sistema mecanicista de organizar la economía. Sistema mecanicista, habíamos dicho que es un sistema donde la producción se organiza linealmente. Es una serie de causas, una serie lineal de causas.
Alguien hace algo que hace a otro alguien hacer otra cosa que hace a otro alguien hacer otra cosa. Y todo viene de una cabeza, que es la que envía el dinero, es decir, la energía y la información. Y las otras partes lo que se dedican es a ejecutar esa orden que han recibido de la cabeza.
Los principales problemas que tienen los sistemas económicos mecanicistas, es decir, el capitalismo y el socialismo, son los siguientes. Primero tiene una tendencia bien grande al gigantismo, hacerse desproporcionadamente grandes con las dos patitas o problemas que esto acarrea. Una tendencia bien grande al monopolio y una tendencia grande a la globalización o a la internacionalización del negocio.
Número dos, que es el más serio, estos sistemas mecanicistas tienen una tendencia bien grande a degradar el trabajo humano hasta convertirlo en una mercancía que se compra y se vende en un mercado, en lugar de ser un acuerdo entre hombres que quieren hacer algo juntos para beneficio de todos. En tercer lugar, los sistemas mecanicistas tienden a degradar la idea de riqueza, que se pasa a ver como una cosa, en lugar de verlo como una relación humana. Las relaciones que tienen con los demás, la persona que es buscada por su gente, que es buscada por lo que puede ofrecer, por las soluciones que puede darle otro a sus problemas.
Y un cuarto problema del capitalismo, podemos verlo en la excesiva financiarización de la economía, la excesiva importancia que se le da la proyección en dinero de la actividad económica, hasta llegar a hacerse casi una actividad independiente de la producción de bienes y servicios. A ver a continuación, cómo estos problemas que todos podemos, yo creo que todos podríamos identificar directamente en el capitalismo, que es lo que conocemos, cómo estos problemas se derivan de su naturaleza mecánica y como la vimos en el episodio anterior. Habíamos hablado en el episodio anterior cómo la corporación, uno de sus carreras principales es que no tiene auténticos dueños, tiene dueños de alquiler, dueños mercenarios, dueños Airbnb que vienen y se van, realmente son inversionistas, son dueños inversionistas.
No son dueños en el sentido que no organizan la empresa, simplemente contratan a alguien para que lo haga. ¿Qué problema tiene esto? Bueno, tiene el problema de que la dirección de la empresa queda a cargo de la gerencia, que son empleados jefes, pero empleados jefes que no ganan más si la empresa gana más. Y su motivación principal es el crecimiento de la empresa, que es lo que aumenta su prestigio y su poder, tener más gente y más presupuesto que manejar.
Esto es lo que se llama en economía, en gerencia, en inglés se le llama agency problem, que es la diferencia de intereses que hay entre los dueños inversionistas y la gerencia que corre la empresa en el día a día. Tenemos entonces empresas que están, cuya motivación principal es crecer. Y cuando en los 80, a raíz de que se abrieron los mercados de capital y que China empezó a entrar en la economía, empezó la posibilidad de hacer negocios, se facilitó la posibilidad de hacer negocios internacionales, empezaron rápidamente a formarse la globalización de las empresas.
Yo he sido muchos años un favorecedor de la globalización porque la globalización hace que la economía sea bien eficiente, se consigue siempre lo más barato y lo mejor en el que esté en cualquier parte del planeta. Solo muchos años después me vine a dar cuenta que la globalización distorsiona los mercados locales y una economía sin, como vamos a ver, sin arraigambre local es una aberración, porque el primer deber de cualquier empresa es atender a los suyos y por los suyos definimos todos los que colaboran para que se hagan las cosas, los jefes, los empleados, los vendors, los suplidores y los mismos clientes, lo que se llama en inglés los stakeholders. Eso es el público primero al que tiene que beneficiar la empresa.
El problema más grande que tiene el capitalismo es la concepción paupérrima que tiene del trabajo. El trabajo es la forma en la que los seres humanos colaboran para mejorar el mundo y la forma más natural de hacer esto es asociándose con otras personas para hacer algo mayor de lo que podría hacer cada persona sola. Las relaciones humanas, para ubicarnos, se pueden colocar en una línea donde a la izquierda están las relaciones que tenemos con los más cercanos a nosotros mismos, que es casi nosotros mismos, que es nuestra familia, y a la derecha, en el extremo del segmento, está la relación que tenemos con nuestros enemigos, de forma que lo que ganan la gente de nuestra familia es casi como lo que ganamos nosotros, lo que ganan nuestros enemigos es casi como lo perdamos nosotros.
En el medio de ese segmento están las relaciones que se llaman comerciales, que es donde uno pierde un poco para ganar otro poco, que normalmente para él tiene más valor de lo que pagó. Esa es la relación comercial que está en el medio entre las relaciones de familia y las relaciones de enemistad. Las relaciones de trabajo se supone que estén justo un pasito al lado de las relaciones de familia, que la gente con la que nosotros trabajamos es la gente a la que confiamos, a la que conocemos, conocemos a su familia, y nos ponemos juntos a trabajar en una misma dirección.
Uno no trabaja con extraños, en principio. Pues bien, el capitalismo movió el trabajo de estar bien pegado a una relación familiar a estar bien pegado hacia el medio del segmento, que es lo que hemos dicho, la relación comercial. El trabajo pasó a ser una mercancía que se compraba y que se vendía, tanto en el socialismo como en el capitalismo.
No había dinero envuelto en el socialismo, pero es la misma aportación. Una vez que el trabajo se convierte en una mercancía que se compra y se vende, que es la relación que tenemos ahora, ahora mismo nosotros los que estamos escuchando que trabajan están envueltos en una relación comercial. Le pagan por el dar un servicio a una empresa, exclusivamente a una empresa.
Pero esa exclusividad no conlleva, ni con mucho, toda la profundidad de la relación humana asociativa. O sea, donde uno, la relación laboral, ahora mismo es una relación cuasi comercial, cuando lo normal es que la relación laboral sea asociativa, entre pares, no completamente pares, se asocian para lograr algo que entre ellos solos no podrían lograr. Esto es un tremendo problema, una tremenda degradación humana en un aspecto que es central, porque el trabajo es central a la naturaleza humana.
El hombre es trabajador por naturaleza, no por oficio. No es que algunos trabajen. El hombre humano está, el ser humano está diseñado para aportar al bien común.
Y estas relaciones laborales en las que estamos ahora envueltos es una relación empobrecedora para todas las partes. No quiero ahora enrollarme explicando cómo sería este mundo donde el trabajo fuera asociativo, en vez de ser compra y venta de servicios, pero conllevaría a que en las empresas cada uno gana en función del riesgo que decida asumir. La gente que está dispuesta a asumir más riesgo, es decir, que ganar cuando la empresa gana y perder cuando la empresa pierde, ganará más dinero.
Habrá gente que decida asumir bien poco riesgo, porque no puede asumirlo. Y entonces esa persona ganará una cantidad más fija y más pequeña. El tercer problema que hemos señalado en el capitalismo es su degradación de la idea de riqueza.
La riqueza en el capitalismo, y más aún en el comunismo, es una cosa que se tiene. Y esto implica que es un juego suma cero. Cuanto más tengan los demás, menos tengo yo.
Y para yo ganar, alguien tiene que perder. Esta concepción de riqueza como cosa, o como propiedad de una cosa, es bien engañosa. Lo van a entender rápido con este ejemplo.
Si mañana hay una gran epidemia o desastre natural o lo que sea, y se muere todo el mundo en el planeta, excepto yo, yo voy a pasar a ser automáticamente, legalmente, el dueño de todas las propiedades y todos los activos del planeta. ¿Seré por eso inmensamente rico? Porque soy el dueño de todas las tierras, puedo hacer con ellas lo que quiera, de cualquier activo, cualquier aeropuerto. Obviamente no, porque lo que ocurre es que la riqueza es la necesidad que los demás tengan de lo que yo soy capaz de hacer, de lo que yo soy capaz de hacer por ellos.
A veces lo hago con una propiedad que tengo, a veces lo hago con una inteligencia que tengo, un dote artístico. Y eso es lo que me hace rico, tener cosas que los demás quieren. Y como estas cosas no son materiales en la mayoría de los casos, sino que son servicios y capacidad de resolver problemas, no se puede identificar la riqueza con una cosa, sino que hay que identificarlo como una relación, la relación que yo tengo con los demás, como los demás me valoran, a mí, a mis circunstancias.
Y de esta forma el problema económico, el problema de la riqueza es realmente un problema de comunicación, de cómo convencer a los demás que confíen en mí, que confíen que yo soy capaz de hacer cosas buenas por ellas. Y cambiar, girar, pivotear esta idea de la riqueza de una cosa a una relación nos cambia completamente el problema económico. Y por último está el problema del tamaño exagerado que la dimensión financiera tiene en la economía capitalista.
Los humanos, hace muchísimos años, hemos desarrollado una tecnología muy práctica que se llama el dinero, que es una traducción del valor de las cosas en unidades abstractas que se pueden más fácilmente intercambiar. Pero como con cualquier tecnología existe el riesgo de ser sobreusada, que es lo que está pasando ahora mismo con el dinero, que entendemos que cualquier cosa debiera ser traducible a dinero. Por ejemplo, estamos convencidos de que ser dueño de una empresa es traducible a dinero y si alguien me da un poquito más de ese dinero, que yo entiendo que vale ser dueño de esta empresa, me voy y me cambio mi propiedad de la empresa por dinero.
Pero tenemos que aceptar que el reducir los costos transaccionales, lo que cuesta intercambiar algo por algo, no es siempre lo mejor. Hay transacciones que nos interesa que sean bien lentas. Por ejemplo, nos interesa que sea bien lento el comprar un arma, o el abortar o el divorciarse.
Nosotros queremos, como sociedad típicamente, que esas decisiones se tomen con mucha calma, adoptar un hijo, que se tomen con calma, que se conozcan las partes, etc., para asegurarse de que se toman bien, no porque se haya establecido un precio justo por lo que se quiere intercambiar, no es que ya estén las partes de acuerdo y ya se debe hacer la transacción. Bueno, pues comprar una empresa es una de esas transacciones que debiera de ser bien lenta, que no debiera poder hacerse, como lo fácil que es ahora, comprar y vender acciones, que no debiera haber dueños remotos, que los dueños tuvieran que ser de carne y hueso. Cuando una corporación, una asociación de hombres, tiene un dueño remoto, se convierte en una burocracia, que es un sistema que camina por reglas, pero que no tiene un corazón que esté palpitando y está supervisando y empujando y animando a la gente en la operación.
Entonces, nos interesa que los cambios de propiedad de algo tan serio como es una empresa sean muchísimo más lentos, es decir, nos interesa que el sistema financiero sea mucho más delgado de lo que es ahora mismo, donde solo se comercian cosas que pueden ser comerciables de esta forma remota, como son las deudas. Pues sí, deudas, inversiones en deudas, equivalentes a bonos. Pues mira, se puede intercambiar en mercados de capital, pero propiedad de empresa habría que pensárselo mucho.
Hemos visto los problemas que tiene organizar la economía de una forma mecanicista. En algún episodio no lejano vamos a tratar de dibujar cómo sería una economía más organicista, que es lo que yo creo que será la economía del futuro. En resumidas cuentas, no se pierdan el próximo episodio de Buscando Respuestas.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-03-05 15:53:092024-03-05 15:53:11Los problemas de capitalismo y de otros sistemas mecánicos -Ep 26
Quiero empezar a hablar de economía, que es uno de mis temas favoritos. “Economía” es el problema de cómo producimos valor. Pero antes de empezar a hablar de economía, quiero explicitar, exponer, cuatro herramientas que yo uso para entender la realidad. Y estas herramientas son cuatro “binomios”, cuatro parejas de perspectivas opuestas, desde las que se entiende la realidad. ¿Y por qué hace falta entender estas herramientas filosóficas para entender la economía? Porque la clave para poder producir valor, es tener el balance adecuado entre ver la economía como un sistema mecánico o como uno orgánico. Y este binomio entre orgánico versus mecánico, es un binomia que se aplica para entender muchos aspectos de la realidad. Y es mejor explicar primero en qué consisten estas herramientas para mirar la realidad, antes de empezar a usarlas.
Una forma de entender la realidad, un método, o mejor, unos esquemas que yo uso y que creo que ayudan mucho a entender el mundo, son unos dualismos de perspectiva, como un yin-yang oriental. No es creer en una dualidad de la realidad (que en la realidad hay cosas de dos tipos), sino existe un dualismo en nuestra forma de acercarnos a la realidad, de entenderla. Es como una configuración mental.
En la práctica esto se traduce a usar como unos binomios, (binomios = dos nombres, un par de nombres), para mirar a la realidad desde dos ángulos diametralmente opuestos. ¿Cuáles son estos binomios? Los voy a mencionar primero, para luego explicar rápidamente de qué se trata.
El primer binomio es el binomio holismo-atomismo,, el todo vs las partes.
El segundo binomio es “institucional vs. espiritual” para entender las religiones o el acercamiento a Dios.
El tercer binomio es “abstracto vs concreto”, o también general vs. particular, o también esencial vs existencial, que es un binomio para entender la verdad de los predicados, de las afirmaciones, de nuestras ideas.
Y luego, por último, el binomio “mecánico versus orgánico”, o también, más académicamente, lineal vs complejo, que es la que se usa para entender los sistemas biológicos y sociales.
Repito, cuatro binomios, cuatro yin-yang para entender la realidad. Holismo vs atomismo, institucional vs. espiritual, abstracto vs. concreto y mecánico vs orgánico.
Vamos a describir rápidamente, en qué consiste cada binomio, para luego llegar al mecanismo que quiero usar para la economía.
El primer binomio, “holismo vs. atomismo”, que se usa para entender la realidad, el conjunto de la realidad. La realidad se puede ver como una sola cosa unida, con muchos aspectos, pero una sola cosa: a eso se llama el holismo. O, por el contratio, la realidad se puede ver como muchas cosas autónomas, que cada una es distinta y tienen su naturaleza distinta e inconexa: a esto se llama el atomismo.
“Institucional vs. espiritual”, es el segundo binomio, bien útil para entender las religiones o el acercamiento a Dios. La forma de acercarse a Dios del hombre tiene un momento institucional, que es que use uno con otro para hacer cosas y acercarse a Dios y define unas costumbres, unas normas para saber si están bien o no, o si avanzan, etc. Y luego también tiene un movimiento, el acercamiento a Dios o el entendimiento de Dios, un movimiento más espiritual o menor institucional, que también se le llama místico en este segundo momento, que es Dios acercándose personalmente, individualmente y directamente a Dios, sin intermediarios y sin compañeros, que es el momento espiritual.
El ercer binomio, es el de “abstracto vs. concreto: , que también se puede definir como general vs particular o más académicamente, esencial vs. existencial, que esto es para entender la verdad de los predicados, de las afirmaciones humanas. Para mí este es bien importante, porque creo que hay mucho desentendimiento entre los hombres, porque no distinguimos el nivel de abstracción en el que estamos hablando. Hay personas peleándose, aborto sí, aborto no, porque están hablando de cosas distintas, con niveles de abstracciones distintas. No están hablando de una persona concreta, están hablando de una ley o de un principio general. Y es bien importante saber el nivel de abstracción en el que estamos hablando y se puede hablar de cosas más abstractas, que aplican a más verdades más amplias o más verdades y cosas más concretas, que solo son ciertas en un momento, en un espacio específico. Sobre este binomio volveremos, pues yo lo uso mucho para toda la cuestión moral, porque ahí es una herramienta muy práctica, bien útil.
Por último, el cuarto binomio, el binomio “mecánico vs. orgánico”, también más académicamente,” lineal vs complejo”. Complejo, orgánico, quiere decir que todo es causa de todo. Este sistema, este yin-yang, este binomio se usa para entender, yo lo uso para entender, los sistemas biológicos y sobre todo los sistemas sociales: las empresas, las naciones, las sociedades. El sistema mecánico es donde una cosa depende de otra y esta depende de otra linealmente, de forma que se puede identificar una sola causa original de lo que al final lo que hace que un carro se mueva, es que hubo una explosión de gasolina en un pistón y de ahí sale toda la energía que va a distribuirse luego por todo el auto hasta que se mueva. Mientras que orgánico, cada célula del cuerpo sabe lo que tiene que hacer, busca su propia energía y tiene un librito con ella, dentro de ella, que se llama el DNA, donde tiene todas las instrucciones de lo que tiene que hacer.
Pues estas son las cuatro yin-yang que yo uso y que recomiendo y en el próximo episodio vamos a empezar a usar el de mecánico versus orgánico para entender mejor la economía y entender mejor cómo se puede mejorar.
https://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpg00Bobby A Lopezhttps://buscando-respuestas.com/wp-content/uploads/2024/04/Screenshot_20230716_124208_Drive-230x300.jpgBobby A Lopez2024-02-27 16:48:502024-10-07 15:34:40Los cuatro binomios para entender la realidad (episodio 24)
Cómo compaginar la exigencia con la compasión, Ep 34
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezEn el mundo postmoderno, resulta complicado equilibrar la exigencia hacia los demás, ya sea hacia nuestros hijos o estudiantes, con la capacidad de comprender sus dificultades y debilidades. Esto se debe, en gran parte, a que los términos del debate están mal planteados o han sido distorsionados. Sin darnos cuenta, muchas veces analizamos un problema distinto al que realmente deberíamos abordar, lo que nos impide encontrar una solución adecuada para exigir y, al mismo tiempo, comprender.
En este artículo, exploraremos cómo devolver el problema a sus términos originales, y lo sorprendentemente sencillo que puede ser conciliar esta dualidad entre exigencia y comprensión. Analizaremos la compleja relación que existe entre estas dos fuerzas como guías para ayudar a las personas a mejorar.
Exigencia y comprensión: un equilibrio esencial
Exigir y comprender son dos pasos fundamentales cuando queremos ayudar a alguien a mejorar. Pensemos, por ejemplo, en cómo educamos a un hijo pequeño. Le exigimos que aprenda nuevas habilidades, ya sea en el deporte o en el estudio, y lo retamos a superarse. Al mismo tiempo, entendemos su debilidad, la tendencia natural a evitar el esfuerzo que supone mejorar, ya que crecer implica dolor, un “tirón hacia arriba” que desafía la gravedad.
Este equilibrio entre exigencia y compasión, entendida como “sufrir con” el otro, parece simple en teoría. Sin embargo, en la práctica, presenta diversas complicaciones tanto en su implementación como en su concepción teórica. Vivimos en una época donde la exigencia se percibe con recelo, lo que ha dado lugar al fenómeno que podríamos denominar el “síndrome del empleado postmoderno”. Esta percepción errónea de la exigencia refleja, en el fondo, un desengaño con el sueño moderno.
El desengaño del sueño moderno
La idea moderna de que si uno sigue ciertos pasos —estudiar, conseguir un buen trabajo, retirarse y disfrutar de la vida— está perdiendo fuerza entre las generaciones más jóvenes. Estas sienten que el sistema no cumple sus promesas. Se adaptan a las reglas, pero no obtienen los resultados que esperaban. Este sentimiento de desengaño genera un estado de insatisfacción general, una irritación del espíritu.
Cuando una persona está atrapada en este estado de frustración vital, las exigencias, basadas en valores abstractos o ideales, pierden sentido. El individuo se vuelve impermeable a los argumentos tradicionales que apelan a deberes morales o a expectativas sociales. Este “espíritu irritado”, como lo llamamos, no necesariamente implica tristeza, sino más bien una sensación de atrapamiento y falta de sentido en la vida. En este contexto, exigir más puede generar una reacción contraria, incluso una ruptura con las ideas o las personas que promueven esos valores.
El desafío de exigir en la actualidad
En el entorno actual, exigir se ha vuelto más complicado. Las generaciones jóvenes no están dispuestas a esforzarse por valores que consideran obsoletos o irrelevantes. Aunque algunas empresas siguen exigiendo a sus empleados con base en contratos o la amenaza de consecuencias negativas, incluso estas estrategias están perdiendo efectividad. Los incentivos tradicionales, como el salario, ya no son suficientes para motivar a las personas a trabajar más allá de lo mínimo requerido.
Por otro lado, la comprensión y la compasión parecen ser más fáciles de practicar en esta época. La compasión, que implica entender la debilidad del otro y compartir el peso del esfuerzo por mejorar, ha ganado protagonismo. Sin embargo, la compasión sin exigencia no lleva a las personas a superarse. Solo las deja en el mismo lugar, sin avanzar.
La relación entre compasión y rigorismo
El equilibrio entre exigencia y compasión es fundamental, pero a menudo se confunde con otro debate: el de rigorismo versus laxitud. El rigorismo implica una mayor adhesión a normas abstractas y universales, mientras que la laxitud sugiere una mayor flexibilidad para adaptarse a las circunstancias individuales.
Este segundo binomio no debe confundirse con el de exigencia y compasión. Mientras que el rigorismo y la laxitud son posturas en cuanto a la aplicación de normas abstractas, la exigencia y la compasión forman parte de un proceso natural para el mejoramiento personal. El rigorismo tiende a aparecer en comunidades que han tenido que defenderse o reconstruirse en circunstancias adversas, mientras que la laxitud surge cuando las normas generales deben adaptarse a situaciones concretas para ser justas.
Reflexiones finales
En resumen, el binomio de exigencia y compasión es una estrategia fundamental para el mejoramiento humano, pero su aplicación se ha vuelto más difícil en el contexto actual. Las generaciones jóvenes, en su estado de insatisfacción espiritual, encuentran complicado responder a las exigencias tradicionales basadas en valores abstractos. En cambio, la compasión parece ser más aceptable y fácil de practicar.
Los tres puntos clave que podemos extraer de esta reflexión son:
En definitiva, aunque vivimos en un contexto histórico que complica la exigencia, no debemos olvidar que el mejoramiento personal y colectivo requiere de ese balance constante entre exigir y comprender.
Origen religioso de nuestra obsesión con el poder, ep 33
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A Lopez¿Por qué estamos tan obsesionados con el poder? ¿De dónde proviene esta tendencia a poner nuestra atención en aquellos que están en la cúspide de la jerarquía social? ¿Es realmente cierto que nuestra capacidad de ser felices depende de quienes ocupan las posiciones de poder? Estas preguntas nos llevan a reflexionar sobre la naturaleza de las jerarquías y su influencia en nuestra vida cotidiana.
Al analizar las relaciones sociales en la naturaleza, notamos que estas no se organizan de la misma manera que lo hacen en la sociedad humana. La jerarquía tal como la concebimos, con un “arriba” y un “abajo”, es una construcción humana. En la naturaleza, las relaciones están diseñadas para evitar conflictos y promover la cooperación, no para beneficiar a quienes se encuentran en la cima. En los sistemas animales, el “alfa” simplemente es el primero en tener acceso a los recursos, pero su posición no determina la felicidad o las decisiones de los demás miembros del grupo. Es un rol temporal y funcional, no uno que define el bienestar de la comunidad.
Cooperación y especialización en la naturaleza
Desde tiempos remotos, los organismos han adoptado un patrón de especialización y cooperación. Este principio ha sido clave en la evolución desde las primeras formas de vida unicelulares. Un ejemplo de ello se puede observar en las colonias de algas, donde algunos organismos se especializan en la reproducción mientras que otros se encargan del movimiento o la protección. La especialización implica una renuncia parcial a la autosuficiencia, ya que los organismos dependen unos de otros para sobrevivir.
La naturaleza, a través de la cooperación, busca siempre el beneficio del organismo en su totalidad, no de una parte específica. Este modelo de especialización y dependencia mutua ha permitido la evolución de formas de vida cada vez más complejas, como es el caso de la reproducción sexual, que surgió antes de la aparición de organismos multicelulares. La reproducción sexual, al mezclar material genético de dos individuos, introdujo una nueva dimensión de diversidad y especialización.
Las jerarquías en la naturaleza no son lineales
A diferencia de lo que solemos pensar, las jerarquías en la naturaleza no siguen una estructura lineal con alguien arriba y alguien abajo. Más bien, son redes de especialización que permiten la cooperación y la evolución. Un ejemplo fascinante es el de las cianobacterias, que revolucionaron la vida en la Tierra al desarrollar la fotosíntesis, un proceso tan eficiente que transformó los océanos al liberar oxígeno. Este “excremento” de las cianobacterias se convirtió en el alimento para los primeros animales, que se especializaron en consumir oxígeno, iniciando así una nueva era en la evolución.
Este proceso ilustra que, en términos de complejidad, los animales son más avanzados que las plantas, pero no existe una jerarquía en cuanto a dignidad. Las jerarquías basadas en la dignidad, en donde unos seres se consideran superiores a otros, son construcciones humanas. En la naturaleza, cada parte tiene su función y contribuye al bienestar del organismo completo.
La jerarquía y la religión: una conexión mal entendida
Entonces, si las jerarquías naturales no son lineales ni están basadas en la dignidad, ¿por qué los humanos asociamos el poder con el estatus superior? Aquí es donde entra en juego una interpretación religiosa mal digerida. En algún momento de nuestra evolución, el ser humano desarrolló la capacidad de comprender lo sobrenatural y de intuir la existencia de seres divinos. Esta intuición nos llevó a sacralizar las jerarquías humanas, creyendo que los que están “arriba” tienen el poder de hacernos felices o infelices.
Si bien hay algo de verdad en que la autoridad puede transmitir conocimiento y guiar, esta visión es incompleta. Hemos interpretado de forma demasiado literal la idea de que “Dios está arriba”, cuando en realidad lo divino no pertenece al espacio físico. Este pensamiento dualista, heredado de la filosofía griega, nos ha llevado a ver lo material como algo inferior y a poner nuestro foco en lo que está “arriba”, tanto en lo divino como en las jerarquías humanas.
¿Cómo cambiaría nuestra visión del poder?
Si pudiéramos sofisticar nuestra comprensión de lo divino y entender que tanto lo de arriba como lo de abajo son igualmente importantes, nuestra visión de la política y de la organización social cambiaría radicalmente. No pagaríamos impuestos para que alguien tenga poder, sino para que pueda cumplir la función de liderazgo, que consiste en dos tareas principales: detectar oportunidades y amenazas, y tomar decisiones colectivas que beneficien al grupo.
Este enfoque resalta la importancia de la auto-organización, un fenómeno natural que se observa en muchos sistemas complejos. En las sociedades humanas, esto implica reconocer que en los niveles más bajos, en lo pequeño, hay una sabiduría innata que también debe ser escuchada. La organización social no debe basarse únicamente en las decisiones de quienes están arriba, sino en un equilibrio entre las decisiones colectivas y la sabiduría de las partes más pequeñas.
Conclusiones y predicciones
A medida que avancemos en la comprensión de que el poder no reside únicamente en los niveles superiores, es probable que veamos una disminución de los conflictos. Gran parte de los enfrentamientos humanos no se dan por la defensa de recursos, sino por la búsqueda de ascender en las jerarquías de poder. Al perder el poder su sacralidad, es posible que estos conflictos disminuyan.
Además, una visión más completa de la realidad nos permitirá sentirnos más empoderados para actuar y mejorar el mundo. Dejaremos de pensar que necesitamos poder para generar cambios, y comenzaremos a reconocer que, a través de la cooperación y la especialización, cada uno de nosotros puede contribuir a un futuro mejor.
Resumen final
En este artículo, hemos cuestionado nuestra obsesión con el poder y el convencimiento de que en las jerarquías humanas se encuentra la clave de nuestra felicidad. Al contrastar esta creencia con las jerarquías naturales, que se basan en la cooperación y la especialización, vemos que nuestra interpretación es errónea. También hemos explorado la hipótesis de que esta obsesión tiene raíces en una interpretación religiosa simplista, que asocia lo divino con lo superior. Finalmente, hemos esbozado algunas posibles consecuencias de una visión más equilibrada del poder, entre ellas, una reducción de los conflictos y un mayor empoderamiento individual para hacer del mundo un lugar mejor.
La Belleza nos llama, ep 32
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezLa belleza ha sido un tema central en la historia del pensamiento humano, pero ¿es realmente tan importante como parece? En este artículo, exploraremos la belleza desde tres perspectivas principales: el cuerpo humano, la naturaleza y el arte, analizando cómo estas dimensiones de la belleza impactan nuestra vida y cómo, en última instancia, la búsqueda de la belleza es fundamental para nuestra existencia.
La belleza del cuerpo humano
Desde tiempos antiguos, el cuerpo humano ha sido objeto de admiración y análisis estético. Hoy en día, somos capaces de identificar con mayor precisión lo que hace que un cuerpo sea considerado bello, gracias a los avances en la ciencia y la tecnología, como la inteligencia artificial. Sabemos que, en términos generales, los rasgos que se consideran atractivos en hombres y mujeres están directamente relacionados con indicadores de fertilidad.
Por ejemplo, en el cuerpo femenino, características como el cabello abundante, la piel tersa, la cintura que representa el 70% del ancho de las caderas y la simetría facial son señales de estrógeno, un indicador de buena salud reproductiva. En los hombres, la musculatura desarrollada, la mandíbula prominente y los hombros más anchos que la cintura son signos de altos niveles de testosterona, relacionados también con la fertilidad.
Lo interesante es que, aunque tradicionalmente se ha creído que los hombres son los principales observadores de la belleza femenina, son en realidad las mujeres quienes prestan más atención a la belleza de otras mujeres, en un esfuerzo por seguir cánones o estándares de belleza.
Además, la belleza física no se limita solo a los adultos. La atracción que sentimos hacia los bebés, con sus rasgos adorables y desproporcionados, es un mecanismo de la naturaleza diseñado para alentarnos a cuidarlos. Aunque desde un punto de vista racional los bebés no aportan mucho al principio, la belleza que percibimos en ellos nos impulsa a dedicarles tiempo y atención.
La belleza en la naturaleza
Pasando de la belleza del cuerpo humano, nos encontramos con la belleza en la naturaleza. ¿Qué nos hace detenernos a contemplar un paisaje, una flor o las estrellas en el cielo? La respuesta radica en gran medida en la simetría. La simetría, una propiedad física que permanece invariable ante ciertos cambios, es un concepto clave tanto en la naturaleza como en la ciencia.
Muchos de los elementos que consideramos bellos en la naturaleza, como los copos de nieve, las flores o las alas de una mariposa, exhiben patrones simétricos. La simetría no solo es estéticamente agradable, sino que también tiene un profundo significado en las leyes físicas que rigen el universo. Por ejemplo, la conservación de la energía y el momento angular son principios basados en la simetría.
Además de la simetría, la belleza en la naturaleza también se asocia con la inmensidad. Los paisajes que nos impactan tienden a ser vastos, lo que nos hace sentir pequeños y a la vez conectados con algo mucho mayor que nuestra vida cotidiana.
La belleza en el arte
Finalmente, llegamos a la creación humana de la belleza: el arte. A lo largo de la historia, filósofos como Platón y Aristóteles han reflexionado sobre la naturaleza de la belleza, aunque con enfoques distintos. Mientras que Platón veía la belleza como una manifestación de ideales inmateriales, Aristóteles trajo esta reflexión al mundo tangible, enfocándose en el arte y su capacidad de producir belleza.
Sin embargo, la exploración de la belleza en el arte ha enfrentado varios problemas filosóficos a lo largo del tiempo, como la eterna discusión sobre si la belleza es objetiva o subjetiva. A pesar de estas dificultades, algo que ha quedado claro es que, para muchas personas, el arte que más nos conmueve es el que cuenta una historia. Ya sea una pintura, una escultura o una canción, lo que nos engancha es el “relato” que subyace a la obra.
El arte también está profundamente conectado con el entretenimiento, una forma de experimentar la belleza sin miedo, sin las tensiones del día a día. El entretenimiento, ya sea a través de la música, el teatro o el deporte, nos ofrece una especie de paz, una oportunidad para relajarnos y disfrutar de la belleza en sus diversas formas.
Reflexiones finales
La belleza ha sido históricamente vista como algo accesorio, algo que solo los que han satisfecho sus necesidades básicas pueden permitirse contemplar. Sin embargo, podemos llegar a la conclusión de que la búsqueda de la belleza no es un lujo, sino una necesidad fundamental para la vida humana. La belleza no es solo algo que se encuentra al final del camino, sino que es la razón por la cual emprendemos el viaje.
La belleza es una llamada, una invitación a seguir un camino que nos da sentido. Es lo que impulsa a los seres humanos a vivir, a luchar y a superar los obstáculos que se presentan. No es solo un adorno para aquellos que ya tienen todo lo demás, sino la razón misma de la existencia.
En este contexto, podemos reinterpretar nuestra misión en la vida: no se trata de producir más o lograr grandes cosas, sino de crear belleza en nuestras acciones y en nuestro entorno. Criar hijos bellos, en este sentido, no significa cumplir con estándares estéticos, sino ayudarles a desarrollar una armonía interior entre sus talentos y sus aspiraciones. En resumen, la búsqueda de la belleza es la verdadera vocación del ser humano, y es lo que, en última instancia, da sentido a nuestra vida.
Resumen final
En este artículo, hemos explorado la belleza desde tres perspectivas clave: la belleza del cuerpo humano, la belleza de la naturaleza y la belleza en el arte. Hemos llegado a la conclusión de que la belleza no es un elemento accesorio, sino una parte esencial de la vida que nos impulsa a avanzar. La búsqueda de la belleza es una convocatoria de la naturaleza que nos da sentido, y es, en definitiva, el
El hombre no es un animal racional, ep 31
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezAristóteles, y la cultura occidental que lo sigue, definieron al ser humano como un “animal racional”. Esta idea ha sido central en el pensamiento occidental durante siglos. Pero, ¿realmente esta definición captura la esencia del ser humano o podría ser uno de los mayores errores de la historia del pensamiento?
En Occidente, hemos otorgado gran importancia a las definiciones como medio para entender la verdad de las cosas, una tradición que comienza con los griegos, particularmente con Sócrates. Sócrates creía que conocer y definir la virtud era prácticamente lo mismo que vivirla. Aristóteles, su discípulo indirecto, tomó esta noción y enfatizó que una definición debe capturar la esencia de las cosas, y esta influencia ha permeado profundamente el pensamiento occidental.
Sin embargo, esta aproximación no es universal. En las filosofías orientales, como la india, la definición no juega un papel tan central en la búsqueda de la verdad, salvo en algunas escuelas más racionalistas. En este artículo, nos centraremos en la búsqueda de la “quinta esencia” del ser humano, esa cualidad que realmente lo define.
La quinta esencia del ser humano
La palabra “quinta esencia” proviene del griego y se refiere a aquello que está más allá de los cuatro elementos básicos (aire, fuego, tierra y agua), lo que define a un ser entre todos los demás. Sabemos que el ser humano es un animal, pero ¿qué tipo de animal? Para responder a esta pregunta, adoptaremos un enfoque fenomenológico, observando el fenómeno del ser humano sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
Entre hace 400.000 y 100.000 años, los seres humanos comenzaron a mostrar características que hoy consideramos distintivas de nuestra especie: la capacidad de usar el lenguaje, realizar enterramientos (lo que implica creencias en una vida más allá), la creación de arte, música, danza y el desarrollo de grandes grupos sociales, algo que diferencia al ser humano de los primates, cuyos grupos son mucho más pequeños. También en este periodo se produjo la domesticación del fuego y la creación de refugios. Uno de los aspectos más reveladores de esta época es el cuidado de los enfermos, algo que solo los humanos han mostrado hacer durante largos periodos.
Este conjunto de habilidades y comportamientos marca un cambio fundamental en la evolución humana. Durante millones de años, los homínidos vagaron por África sin mostrar estos rasgos. De repente, en un período relativamente corto de unos 300.000 años, se produjo una explosión de capacidad que cambió para siempre nuestra especie. La explicación más común a este desarrollo ha sido la aparición de la inteligencia.
¿Es la inteligencia la verdadera esencia del ser humano?
La inteligencia ha sido tradicionalmente definida como la capacidad de razonar lógicamente, una característica distintiva de los humanos según los griegos. Sin embargo, la inteligencia es simplemente la capacidad de procesar información, algo que todos los seres vivos hacen en mayor o menor grado. Lo que distingue a los humanos es la capacidad de abstracción y de reflexión, pero hay algo más: la aparición de una “limitación” en los instintos.
A medida que los humanos se desarrollaban, comenzó a aparecer un hueco entre los instintos y la acción. Los instintos ya no bastaban para guiar todas las decisiones. En lugar de simplemente reaccionar a los impulsos naturales, el ser humano debía detenerse, reflexionar y decidir qué hacer. Este “hueco” es lo que llamamos libertad. La libertad es la capacidad de tomar decisiones que no están completamente determinadas por los instintos o el entorno. Este pequeño margen, por más reducido que sea, es lo que define nuestra esencia.
Libertad frente a racionalidad
El concepto de libertad, en este contexto, no debe confundirse con la racionalidad. Mientras que la razón es la capacidad de procesar información de manera lógica, la libertad es la capacidad de elegir entre alternativas. Los griegos, aunque descubrieron la razón, no desarrollaron plenamente el concepto de la voluntad, algo que más tarde tomaría forma con el cristianismo. La voluntad, o el “querer”, es esencial para la libertad, ya que nos permite actuar no solo en base a la razón, sino también según nuestros deseos y valores.
Definir al ser humano como un “animal racional” ha traído muchos problemas, ya que la razón es una herramienta limitada. El pensamiento lineal, típico de la razón, no puede capturar toda la complejidad de la realidad, que a menudo es exponencial y no se desarrolla de manera predecible. Además, la razón no está al alcance de todos de la misma manera en que lo está la voluntad. El énfasis en la razón ha llevado a la humanidad a creer que la clave para triunfar en la vida es acumular información y conocimientos, descuidando otras dimensiones humanas importantes, como los sentimientos y la tradición.
Los tres caminos hacia la verdad
El ser humano tiene tres caminos principales para alcanzar la verdad: el sentir, el confiar y el razonar. El sentir incluye la intuición, la simpatía y la evidencia directa. El confiar abarca la fe en la tradición, la instrucción de los maestros y la creencia en un orden superior. Y, por último, está el razonar, que ha sido el camino más exaltado en la cultura occidental desde los tiempos de los griegos. Sin embargo, depender únicamente de la razón ha sido un error que nos ha llevado a desequilibrar nuestra comprensión de la realidad.
El descubrimiento de la razón fue un hito importante, pero también provocó una ruptura con formas anteriores de conocimiento, como la poesía y la tradición. Algo similar ocurrió durante la Revolución Científica del siglo XVII, cuando la ciencia, basada en el formalismo matemático, desechó la religión y los sentimientos como formas válidas de conocimiento.
Hacia una nueva cosmovisión
Aunque la razón ha sido una herramienta poderosa, también ha contribuido a la fragmentación de nuestra comprensión de la realidad. Sin embargo, estamos presenciando un cambio de cosmovisión en Occidente. Este cambio está siendo impulsado, en parte, por el ecologismo, que introduce una forma más holística de entender el mundo, al ver las cosas en relación con el todo, en lugar de aislar sus partes individuales.
El ecologismo, en su forma más profunda, nos invita a reconsiderar nuestra confianza en el racionalismo y a abrirnos a otras dimensiones del ser humano, como los sentimientos y la tradición. Este movimiento, aunque incipiente, representa una luz de esperanza en el horizonte, señalando que estamos en camino de recuperar una visión más completa de lo que significa ser humano.
Conclusión
A lo largo de este artículo hemos explorado la idea de que el ser humano no debe ser definido simplemente como un “animal racional”, sino como un “animal con libertad”. Esta libertad, que se manifiesta en la capacidad de tomar decisiones autónomas, es lo que realmente define nuestra esencia. Si bien la razón ha sido fundamental para el avance de la civilización, también ha limitado nuestra comprensión de lo que significa ser humano.
El futuro parece apuntar hacia una visión más equilibrada, en la que el ser humano recupere su capacidad de ser dueño de sí mismo, utilizando no solo la razón, sino también el sentir y la tradición. Esta reconexión con nuestra verdadera esencia nos permitirá enfrentar los desafíos del mundo moderno con una mayor confianza en nuestra capacidad para encontrar la felicidad y el bienestar desde dentro, en lugar de depender exclusivamente de estructuras externas.
En resumen, el ser humano es un animal con libertad, llamado a dominarse a sí mismo y a ser el arquitecto de su propio destino.
El Sentido del Dolor. Ep 30
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A Lopez¿Cómo será un mundo sin escasez? Ep 29
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezDefinimos riqueza como todos los insumos que necesitamos para cumplir nuestro fin.
En el caso de los animales, su fin es vivir y pasar vida hacia adelante. En el caso de los humanos es vivir y pasar vida mejorada hacia adelante. Pero todos necesitamos insumos para llevar a cabo la misión de cada uno.
Si llamamos riqueza a estos insumos, nos damos cuenta que la riqueza no es nada superfluo. Los animales dedican todo el tiempo de su vida a conseguir los insumos que necesitan para vivir y pasar vida. Estamos continuamente tratando de avanzar y continuamente tratando de encontrar los recursos que necesitamos para poder avanzar.
Pero quiero en este podcast detenerme o analizar la forma en la que los humanos conseguimos lo que necesitamos, porque en la forma vamos a ver unas tendencias que nos van a decir mucho sobre quiénes somos y mucho sobre hacia dónde vamos. Lo que quiero que detectemos es la fuerte tendencia hacia la inmaterialidad que cada vez es más fuerte en los insumos de los humanos. Veamos, al principio de la humanidad los humanos conseguían su riqueza a través de la caza y la gathering, hunter-gatherer, se me borra la palabra para recolectores, recolección.
La economía primitiva, muy primitiva, era de recoger cosas que la naturaleza ponía en nuestra cercanía, frutos y animales. Casi bien desde el principio se le sometía a una pequeña transformación a esos insumos que se llama el fuego, que realmente ayudó muchísimo a sacarle nutrientes a nuestros insumos. Pero esa era básicamente, era bien poca la transformación que se usaba, se le aplicaba a esos insumos.
Más adelante se desarrolló la agricultura donde ya los insumos tienen un gran componente de orden. O sea, no es tanto agricultura, no es gathering, no es recolección, sino que uno con un propósito prepara un pedazo de tierra, saca otras especies vegetales y se dedica a ayudar a crecer a las especies que él siente que le interesan, son nutritivas. Y ahí hay un pequeño, ya hay un mayor procesamiento, ya no es simplemente lo que la naturaleza nos dé tal y como nos lo da con la agricultura.
Después empieza un poco la industria, es decir, cuando el hombre empieza a aprender a hacer fuertes transformaciones sobre las cosas. Empieza con la metalurgia, por ejemplo, a preparar herramientas para poder configurar mejor los insumos que necesita, para poder cortar leña, para poder cazar, para poder defender su territorio, etc. Pero ya la industrialización tiene mucho de pensamiento.
Hay que organizar muy bien los materiales para que nos sirvan para conseguir insumos. De hecho, la gran época de la industrialización ha durado hasta el siglo XX, donde realmente las máquinas es lo que dan riqueza al hombre. En el siglo XX empiezan, bueno, realmente esto empezó desde que el hombre vive en sociedad, pero hay otra forma de conseguir riqueza, de conseguir los insumos que necesitamos, es que alguien nos ayude.
Eso se llaman los servicios, donde alguien, una persona físicamente, nos trae la comida, nos prepara la comida, nos trae la comida. Eso se llama servicio de comida, que es una parte bien importante de la riqueza. Un maestro para nuestros hijos es un servicio bien importante, un abogado, un médico son servicios.
Esta forma de conseguir riqueza siempre ha existido. De hecho, mientras existía la esclavitud, era como la forma más fuerte de tener riqueza, tener a alguien que te haga las cosas, que te ayude a hacerlas. A esto se le llama el sector terciario.
A la industria se le llama el sector secundario, a la agricultura el sector primario y a los servicios el sector terciario. Eso es una progresión que los economistas usan mucho. Esto, como podemos darnos cuenta, son capas de formas de conseguir riqueza que se añaden unas sobre otras, no es como que se vayan dejando.
Nosotros no hemos dejado la agricultura, no hemos dejado ni siquiera la recolección, no hemos dejado la casa. Todo eso se han ido añadiendo y no es que hayamos superado la industrialización y mucho menos los servicios, pero empiezan a desarrollarse formas más sofisticadas, menos materiales todavía. Cada vez son menos materiales estas tendencias que estamos viendo, pero formas más materiales de conseguir riqueza, que es cuando empiezan ya a mediados del siglo XX las tecnologías de información.
Las tecnologías de información son las que nos ayudan a pasar información del lugar donde se origina a la persona que puede darle uso, a la que le pueda interesar esa información. Las principales tecnologías de información empezaron con tecnologías de comunicación, para que yo poder hablar con una persona que está fuera del alcance de mi voz. A mí me hace bien rico que me digan cuál es el camino más corto para ir de un sitio a otro y me lo enseñen con unas tecnologías gráficas.
Es bien útil poder tener acceso a conocimientos pasados, simplemente a base de poder buscar dentro de repositorios de información. Las tecnologías de información definitivamente ya tienen un componente material mucho más pequeño. Los insumos que recibimos con las tecnologías de información tienen un componente material mucho más pequeño que cualquier otro tipo de tecnologías que hayamos usado para ayudarnos a cumplir nuestro fin.
Y más recientemente las tecnologías de inteligencia artificial, que son tecnologías de información, nos permiten reducir el costo transaccional, la fricción de extraer información de esos repositorios de información, porque podemos hablar en nuestro propio idioma y buscar. Eso reduce mucho lo que antes para extraer información hacían falta mucha gente programando tecnología muy sofisticada, pues ahora con la inteligencia artificial el costo de adquirir la información más relevante se nos hace mucho más asequible. Podemos observar en este repaso que hemos hecho de la historia de la humanidad que existe una tendencia clara a que cada vez la riqueza tiene un componente material más pequeño.
Cada vez lo más importante que nosotros queremos extraer de nuestro ambiente, los insumos que necesitamos, son más información y conocimiento como proporción de lo que es algo material. Es decir que los productos, los insumos que necesitamos para vivir, cada vez tienen una proporción más pequeña de materia y una proporción más grande de información, que son los dos componentes de la realidad. La metafísica de la realidad nos dice que la realidad material está compuesta de dos principios, o tiene dos principios, que son la materia o energía, por un lado, sabemos que materia y energía desde Einstein, sabemos que son dos facetas de lo mismo, y la información por otro.
Pero bueno, todo lo que llevamos de podcast ha sido para poder simplemente llevarnos a observar esta tendencia a la desmaterialización de la riqueza. Pero realmente donde queremos poner el énfasis, lo que queremos investigar es qué implica esta tendencia a la desmaterialización de la riqueza. Es decir, queremos, por humanos que somos, tenemos esta tendencia imparable, queremos como ver el futuro.
Si esto sigue así, ¿a dónde llegaremos? Claro, hay que hacer el caveat, hay que hacer la advertencia de que es bien peligroso esta querencia a tratar de mirar el futuro con el uso de nuestra razón, con el uso de nuestro cerebro, no es que sea lo mismo, con el uso de nuestra razón, que es un instrumento bien lineal de conocimiento y tiende a pensar que si ayer algo fue 10 y hoy es 20, pues que mañana probablemente sea 30. Entonces, este tipo de pensamientos lineales aplicados al futuro son bien peligrosos, como lo hemos visto mil veces en la historia. Entre otras cosas porque linealmente, si la realidad avanzara linealmente, posiblemente explotaría y de hecho nos explotan los miedos.
Nosotros pensamos que ayer había tantos millones de personas en el planeta, después había tantos millones, después tantos millones y pensamos como que el planeta se va a desbordar, la gente se va a caer al espacio porque no lo puede soportar el planeta, nos vamos a morir, etc. Son planteamientos muy lineales, formas de verlos muy lineales que son bien peligrosas para explicar una realidad orgánica o compleja como es la vida y es el planeta. Un ejemplo de estos pánicos o milenarismos que vienen, milenarismo es como ese convencimiento de que el mundo se acaba en cualquier momento.
Uno de esos milenarismos al que quiero referirme es la idea de la singularidad tecnológica, singularity, es una predicción de que el avance tecnológico va a ser tan fuerte en estos años próximos que la tecnología va a dominar al hombre. Yo no quiero entrar como muy a fondo en el debate, simplemente desde el punto de vista más filosófico hay que tener presente que la tecnología y el hombre no son dos cosas como alternativas, o hay un hombre o hay una máquina o una tecnología, sino que la tecnología no tiene sentido sin el hombre, es decir, la tecnología es una expansión del poder del hombre, por eso es que no es buena ni mala, como el hombre no es bueno ni malo, sino que hace cosas buenas y hace cosas malas dependiendo para lo que se use, pero no tiene mucho sentido pensar en una tecnología aparte del hombre. Yo entiendo, cuando dimos ese programa de si es bueno o malo la inteligencia artificial o la tecnología, pues ya dijimos que ya los griegos tenían miedo a los robots, citamos ahí algunos ejemplos, los griegos antiguos me refiero, no los modernos, y porque está en el hombre ese miedo a que una criatura suya, es atávico, es este incentivo, es uno de esos frenos que tiene, o de esos pesos y contrapesos que tiene la naturaleza para que las cosas no se vayan de control, para ponerle al hombre un miedo en que una creación suya le pueda sacar los ojos después de haberla creado, pero realmente el miedo no se puede evitar, lo tenemos ahí, pero la razón nos dice que es imposible que haya avances tecnológicos aparte del hombre.
Pero entonces, si no es este futuro de Terminator, de robots o máquinas, Terminator y yo creo que la mitad de las películas de acción de Hollywood, si no es este futuro en el que las de una guerra de máquinas contra hombres, qué futuro nos espera, pues tenemos que darnos cuenta o tomar en consideración que la materia al ser repartida escasea, mientras que la información no, la información por muchas veces que se reparta siempre sigue enriqueciendo igualmente a todas las personas a las que se les haga llegar, con lo cual esto nos plantea que posiblemente nos estemos acercando a un mundo donde la escasez va a ser más escasa, donde va a haber menos escasez, donde va a ser una proporción cada vez más pequeña de nuestra vida la que dediquemos a buscar los recursos que necesitamos para vivir. Entramos con esto a lo que es la finalidad de este podcast, la finalidad y el fin de este episodio, que es preguntarnos cómo será un futuro con una escasez escasa, cómo será un futuro donde la riqueza no sea algo de lo que haya que preocuparse tanto. Bueno, a mí se me ocurren algunas características que tendrá este futuro.
Bueno, la más importante creo yo que el trabajo, en el trabajo lo primario no será la compensación, sino será el valor que tiene para nosotros el producto de nuestro trabajo. Es bien llamativo que según la ONU, ya esto hace unos años, en el mundo había 3.000 millones de personas, 3.000 millones de personas, la mitad de la población, que hace trabajo voluntario en algún momento durante el año y en el mundo hay 3.500 millones de trabajadores, o sea que el trabajo voluntario está, no quiero aquí vender el trabajo voluntario ni promocionarlo, simplemente decir que la gente está buscando ser significativo, hacer algo significativo de valor, de sentido, más allá de simplemente conseguir sobrevivir. Otra característica que yo creo que tendrá este mundo donde la escasez sea escasa, va a ser que la cantidad de transacciones materiales va a disminuir drásticamente.
Si disminuye mucho las transacciones materiales, si disminuye mucho el comercio, disminuirá mucho el footprint humano, la huella, podríamos decir el carbon footprint, la huella de carbono del ser humano. No quiero darlo simplemente en este sentido tan materialista o tan material como eso, pero sí sabremos que la huella en el mundo, en un mundo donde se extraiga menos materia, pues va a ser cada vez más pequeña. Otro asunto ya más anecdótico es que la desigualdad material que tanto nos preocupa en este momento, el gran objetivo de los gobiernos y de los estados, dejará de ser el problema más acuciante para los pueblos.
Tenemos que imaginarnos un mundo donde realmente nuestra principal inquietud no sea combatir la desigualdad, la pobreza, las injusticias más materiales. Y por último, la educación ya no será una actividad para facilitarnos conseguir un empleo para vivir. Quizá nos preocupe más en términos de educación, pues aprender a cómo integrarnos mejor con una naturaleza cambiante, que es algo que no hemos todavía pensado mucho, vivimos en una burbuja de estabilidad climática que puede que no dure mucho, y quisiéramos dedicarle tiempo a conocernos más y a conocer la naturaleza para ver cómo bailar juntas.
Bueno, estas son algunas ideas. Lo importante, ya digo, de esto es como detonar en ustedes los oyentes como esa inquietud de decir, oye, es que otro mundo es posible. Yo no quiero en este podcast dedicarme como a soñar un mundo rosa, simplemente como para uno entretenerse o para uno evadirse, sino que lo que quiero es como sembrar la duda existencial de si de verdad debo dedicar toda mi energía, toda la energía de mi vida, la debo dedicar simplemente a sobrevivir.
Bueno, pues el resumen del programa de hoy ha sido un repaso de la historia de la humanidad en la búsqueda de medios para sobrevivir. Hemos detectado cómo a lo largo de la historia ha ido disminuyendo la proporción de materia y aumentando la proporción de información en este mix que compone la riqueza, lo que necesitamos, los insumos que necesitamos, y eso nos lleva a pensar, nos lleva a proyectar. Y si esta tendencia que tiene unos 500.000 años continúa y cada vez dependemos más de la información, pues cada vez habrá menos escasez porque la información no se gasta al usarla.
Cada vez habrá menos escasez y nos lleva a imaginar cómo sería un mundo con escasez, escasa, con poca escasez. Hemos dibujado algunas posibilidades. El trabajo ya será para, no será para sobrevivir, sino para dejar huella.
La educación ya no será para trabajar, sino para influir el footprint de la huella de la actividad humana. La huella material debe ser cada vez más pequeña. En general, podemos, la idea del podcast ha sido sembrar dudas sobre si de verdad vale la pena dedicarse a sobrevivir.
El difícil arte de amarse a uno mismo. Ep 28
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezPudiera parecer que amarse a uno mismo es algo extremadamente fácil, que más bien uno debe estar pendiente de que los instintos no lo lleven a uno dedicarse más tiempo, más atención de la que debiera, pero como vamos a ver en este episodio, el auténtico amor a uno mismo conlleva romper con unos miedos tan fuertes, conlleva una aceptación tan costosa de la posición de uno en la vida, que podríamos decir que es de los amores más difíciles que hay. ¿Consiste el amor a uno mismo en darse cuidados o es todavía más complejo? No se vayan porque estamos Buscando Respuestas.
Aunque se podría argumentar que lo más universal que hay es la obligación de amar, también tenemos que reconocer que amar es difícil. O sea, es universal, es asequible, está en todo, pero no deja de ser difícil.
Amar es natural, amar es espontáneo, pero amar bien exige esfuerzo, es decir, la aplicación de la voluntad y de la inteligencia de forma consciente. Por ejemplo, para que veamos lo complicado que es amar, muchas veces tenemos la idea equivocada de que amar es regalar, es dar algo gratuitamente, cuando lo cierto es que regalar y dar es sólo el comienzo, es solo la declaración amorosa. Me gustas o te quiero y por eso te regalo esto.
Pero el regalo no es la esencia del amor. Hay padres, hay esposos que sienten que dando, dando cosas, están cumpliendo su deber de amar, regalando cosas a sus hijos, dándole cosas a su esposa, están cumpliendo su obligación de amar. La esencia del amor es más una aceptación transformadora, es decir, un yin-yang entre querer a la persona como es y quererla mejor de lo que es, que tiene que darse a la vez, como en todo el yin-yang, a la vez.
Si hemos concluido que amar no es regalar, sino aceptar transformadoramente, es decir, aceptar lo que la persona es a la vez que quiero que sea mejor de lo que es, podemos aplicar eso al amor a uno mismo. La literatura de la autoayuda se puede resumir en que el amor a uno mismo consiste en darse básicamente cuatro cosas, una comida adecuada, no excesiva, un sueño adecuado, no demasiado escaso, un ejercicio que compense nuestra falta de movilidad cultural y ahora la meditación que es como aprender a pensar menos o a dejar de pensar de vez en cuando. Ahora bien, si amar no es tanto dar como aceptar, debemos entonces entender o aprender cómo uno se acepta con esa aceptación transformadora que hemos dicho que es la esencia del amor.
Aceptarse es súper complicado. Tendemos a estar completamente en desacuerdo con la vida que nos ha tocado vivir, con la forma de ser con la que hemos venido a este mundo, con la situación histórica que nos ha tocado enfrentarnos, con las raíces de las que somos parte. Se entiende por tanto que mucha gente prefiere darse cositas que no amarse, porque amarse implica aceptar la forma de ser con la que uno ha venido al mundo y esto es muy fuerte porque los instintos sociales nos llevan siempre a querer ser de otra forma.
Pero vamos a ser más explícitos y vamos a detallar qué es lo que uno tiene que amar de sí mismo. Amarse a sí mismo yo lo resumo sobre todo en amar la vocación que uno le ha tocado vivir. Vamos a explicar esto de la vocación, porque la vocación de una persona no es pertenecer a algo, o ser médico, o ser abogado, o ser madre de familia.
La vocación es una conjunción de dos cosas. Número uno, el equipaje que uno le ha tocado, con el que uno viene a la vida. Y número dos, el destino al que uno se siente llamado, entre otras cosas, al mirar su equipaje, sus capacidades o sus discapacidades.
El equipaje, a su vez, es una conjunción de la coyuntura histórica en la que uno nace y el endowment genético, o sea, no sé cómo se dice endowment, no se me viene a la cabeza cómo se dice endowment, la herencia genética que uno trae. La coyuntura histórica es, o sea, en la que uno nace, lo que uno tiene que aceptar como parte de su equipaje, esa coyuntura histórica es, número uno, la historia de sus papás antes de él, o sea, el linaje al que uno pertenece. Y número dos, el ambiente en el que uno se cría antes de uno poder elegir su ambiente.
Eso es la coyuntura histórica en la que uno nace, es parte de lo que uno tiene del equipaje que uno tiene que aceptar. El endowment genético es esa programación animal que tenemos y que define en bastante medida a el tipo de cuerpo que tenemos y ve el tipo de mente o tendencias psíquicas que tenemos, una cierta timidez, unas ciertas miedos, una cierta necesidad de los demás o de la aprobación de los demás, etcétera. Repito, para amarse a uno mismo, amar la vocación.
Amar la equipaje que uno trae a la vida y el destino al que uno se siente llamado. El equipaje que uno trae en la vida es la conjunción de la coyuntura histórica en la que uno nace y del endowment genético que uno trae. La coyuntura histórica es la historia de sus papás antes de él y el ambiente en el que uno se cría.
Esa es la coyuntura histórica que uno tiene que aprender a querer, convencerse de que es, en cuanto al endowment genético, es más fácil de entender, es toda la programación animal que traemos, es decir, el tipo de cuerpo y el tipo de mente que traen. El segundo componente de ese equipaje que dije que tenemos que componer nuestra vocación, que es lo que consiste en amar lo que consiste, lo que somos realmente, a lo que tenemos que amarnos. El segundo componente de ese equipaje, perdón, de esa vocación es el destino.
El primer componente es el equipaje, lo que uno trae, y el segundo es el destino a lo que uno está llamado, a donde uno tiene que ir con ese equipaje. El destino no es tanto un lugar como una dirección, no es tanto una meta como un camino, no es casarme con fulana, sino empezar ahora a montar un proyecto de vida junto a fulana. Esa es la vocación que uno siente en cada momento del tiempo.
No es ser médico, eso no es una vocación propiamente, sino empezar a buscar, a hacer un tipo de bien en el campo de la medicina. Repito, la vocación no está en el futuro, sino en el presente, siempre en el presente. La vocación es la dirección a la que apuntamos hoy, no es la vocación la meta a la que apuntamos en el futuro.
Bueno, pero esto ha sido la parte fácil, saber en qué consisten las piezas de amarse a sí mismo. Ahora viene la parte complicada, cómo yo me amo si no me gusta mi equipaje, si no me gusta mi destino, si no me gusta la coyuntura histórica en la que nací, el endowment genético que tengo, la historia, el linaje al que pertenezco, la historia de mis papás, el ambiente en el que me tocó vivir, nada de esto me gusta, cómo yo puedo amarlo. Pongamos un ejemplo, yo nací cojo, tengo una pierna más corta que la otra y eso ha tenido una repercusión enorme en mi vida, mis capacidades, mis relaciones, cómo hacer para quererme cuando tengo unas limitaciones objetivas tan obvias que limitan, que de verdad son limitantes, no es como un gusto, me gustaría tener los ojos de otro color, es como que mira, no puedo levantar, estoy en una cama, no puedo bailarme por mí mismo, hay forma de amar eso o incluso debe ser amado.
Bueno, para responder esto primero que tenemos que tener claro que tenemos una limitación en nuestro aparato afectivo, no una limitación sino un diseño que promueve que nosotros queramos tener cosas que los otros tienen: una cierta estatura, una cierta complexión, una cierta situación en la vida, una cierta posición social de nacimiento.
A nosotros nos gustan las cosas, cosas que tienen otros y esto es por diseño, por diseño animal porque los animales sociales, específicamente los humanos como animales sociales que somos, necesitamos estar mirándonos unos a otros para de verdad tener una vida comunitaria, nos importan mucho los demás. Si no fuera por eso no seríamos tan sociales y no hubiéramos podido llevar a cabo el destino para que como humanos estamos llamados. Pero, aunque es natural que nosotros nos inspiremos en las cosas que los otros tienen y que yo no tengo, para crecer, para buscar más, aunque es natural, esto no es el fin, es el comienzo.
Es decir todo lo que tenemos que hacer normalmente empieza por un mensaje que nos manda un instinto y nosotros sobre ese mensaje actuamos, ponemos los juicios de la razón y actuamo. El que nos agraden las cosas que tienen los demás es simplemente una llamada a mirar para inspirarnos.
¿Cómo yo amo entonces mis limitaciones objetivas, como yo amo el que tengo una pierna más corta que otra? Es un ejemplo hipotético. En mi caso yo tengo montones de limitaciones objetivas con respecto al promedio de la humanidad o a lo normal, vamos a poner, más que promedio, a lo modal, a lo normal en la humanidad. ¿yo puedo amar eso?
Bueno aquí está la clave, tengo que desarrollar un convencimiento de que el equipaje que traigo no es más grande que el de los demás, pero es el exacto que yo necesito para hacer lo que tengo que hacer. Repito no tengo que convencerme, es imposible que yo me convenza de que estoy dotado con todo lo que necesito, que estoy dotado por encima de los demás, soy súper dotado, no tiene sentido que yo pretenda convencerme de eso, es un engaño.
Claro para convencerse de que uno tiene el equipaje perfecto para el camino que uno tiene que caminar, lo más práctico, lo más rápido es tener un sentido trascendente de la existencia, es decir, el convencerse de que hay algo, alguien que está organizando las cosas; que nosotros no hemos caído en un mundo caótico, sino que hay un plan desarrollándose entre nosotros, Que la vida, y la realidad, es parte de un plan grande. Y entonces uno tiene que confiar en ese plan, obviamente cuanto más holista sea uno, cuanto más convencido de que el todo tiene un sentido, tiene algo que decir en el desenvolvimiento de las partes, pues más fácil es aceptar esta realidad.
De hecho, podría decir, que si uno creyera -yo creo que hay poca gente que crea esto- que no hay ningún plan en la realidad, que todo es simplemente azar, o sea, cosas chocando unas con otras y produciendo fenómenos increíbles como la vida. los planetas, las galaxias, etcétera; aunque uno creyera eso, existe un cierto convencimiento, los seres humanos tenemos, un cierto convencimiento interno, de que estamos aquí para algo. No tiene ese algo que ser muy consistente, que tenga mucha entidad, sino que sea simplemente como un sentimiento, vamos a reducirlo a eso.
Pues aún con ese pequeño hilito de convencimiento en la realidad, nosotros podemos llegar a la conclusión, sobre todo a medida que vayamos creciendo en edad y en sabiduría, podemos llegar al convencimiento de que tenemos el equipaje que necesitamos para lo que tenemos que hacer. Obviamente no quiero tapar el cielo con la mano, cuanto más uno tenga una cosmovisión holista, una visión trascendente de la vida, pues más fácil es aceptar esto. De hecho, podemos decir que las grandes religiones de la humanidad son simplemente gente convencida de que hay un master plan o un meta-plan que guía las existencias de todo. Y la intuición religiosa es de las cosas más comunes que hay en los hombres. Uno bien difícilmente podría ampararse en decir que yo no creo. Habría que decirle “mira flaco, reexamínate porque es bien raro que haya un ser humano que no haya intuido la llamada de la trascendencia”. Por ejemplo cuando una persona tiene hijos o tiene algo importante o que él considera importante que hacer en su trabajo, en su ambiente, entonces, siente realmente la llamada de su destino. Siente que está para algo, no hace falta un convencimiento super trascendental o una visión super trascendental de la realidad. En esas intuiciones tenemos que apoyarnos, por lo menos en estas épocas en las que no es común tener visiones muy amplias de la realidad, apoyarnos en esas intuiciones personalísimas que nos hacen convencernos de que estamos para algo y si miramos ese para qué estamos hechos, nos vamos a dar cuenta, poquito a poquito, hará sentido por qué somos como somos, por qué nacimos en este ambiente, por qué tenemos esta personalidad, por qué tenemos esta forma de ser, esta historia con la que cargamos. La respuesta es: porque es lo que nos permite estar en el sitio que estamos, en la posición en la que estamos, que es lo que nos permite hacer lo que tenemos que hacer.
No podemos acabar esta reflexión sobre un tipo de amor, sobre cualquier tipo de amor, sin hacer la siguiente consideración que hay que hacer cada vez que uno reflexiona sobre algo a lo que se está llamado a amar. Y la reflexión es lo siguiente, el arte de vivir es el arte de amar, el arte de amar es guardar la proporción adecuada entre los distintos amores.
Que el amor a mi auto no esté por encima del amor a mi hijo, pero precisamente lo que marca la armonía que deben de tener los amores es la vocación, es decir, posiblemente lo más importante que yo tenga que hacer esta noche es dormir, dormir es tan importante en la vida. En algún momento lo más importante que yo tenga que hacer durante el día que empieza hoy debe ser lavarme los dientes. Va a haber un momento donde eso es lo más importante, en el presente va a ser lo más importante el amor al que tengo que acudir, entonces lo que dicta la armonía, la forma de encontrar la armonía entre las distintas cosas que yo tengo que querer en la vida, es lo que yo estoy llamando la vocación que es como ese plan que engarsa lo que uno tiene con lo que uno tiene que hacer.
Bueno, en resumen y para acabar, lo que hemos visto en el episodio de hoy es el difícil arte de amarse a uno mismo, hemos acudido a la teoría de lo que es el amor, que no es dar, sino darse, el darse se concreta en la aceptación transformadora del otro, que se traduce en te quiero como eres y a la vez te quiero mejor de lo que eres, cuando esto lo aplicamos al amor a nosotros mismos, se concreta en el amor a la vocación que uno tiene, que es decir el amor al equipaje con el que uno viene a la vida y la misión que tiene que realizar con ese equipaje, la aceptación no es simplemente un ni modo, no me queda otro remedio, tengo que aceptar, no es una resignación, sino un auténtico amor, estoy entusiasmado porque con este equipaje que puede ser más o menos conspicuo, más o menos llamativo, tengo que hacer, lo que yo voy a hacer no lo puede hacer más nadie en todo el universo.
Esta aceptación de uno mismo, de lo que uno es, de lo que uno tiene que hacer, es sin duda la mejor forma de amarse a sí mismo.
Causas de la presente polarización ideológica – Ep 27
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezAl presente hay mucha gente preocupada, bien preocupada, porque piensa que el mundo está caminando hacia una polarización ideológica, que eventualmente va a ser una fuente o de conflicto o, al menos, de faltas de entendimiento entre las personas que siempre empobrecen. Todo el mundo entendía muy bien la causa de la polarización que sufrió el mundo a raíz del final de la Segunda Guerra Mundial, en el periodo que se llamó la Guerra Fría. La gente usaba el arquetipo de el poderoso quiere dominar el mundo y con eso se explica muy bien pues este divide, esta división entre el Occidente y la Unión Soviética que dio pie a ese otro divide.
Pero esta división de ahora, en el siglo XXI, es como más compleja de entender y vamos a tratar de aportar algunas ideas para que ayuden a entenderla mejor. No se vayan entonces, porque estamos Buscando Respuestas. Buscando Respuestas, el podcast donde Bobi López explora las preguntas que la filosofía cotidiana nos propone.
La primera explicación y más universal que hay sobre la tendencia de los humanos a dividirse es un endowment genético, que traemos un instinto bien fuerte, quizá yo he argumentado en este programa que es el más fuerte del ser humano, que es el Fear of Missing Out, el miedo a quedar atrás, a quedarse excluido. Y ese Fear of Missing Out, ese FOMO, hace a los hombres tener un gran deseo instintivo de pertenecer al grupo que les rodea. Y ese deseo de pertenecer al grupo que los rodea se construye, se alimenta desde el punto de vista social de la identidad, que es decir, usar el arquetipo de nosotros somos los buenos y los otros, los que están a nuestro alrededor, son los malos, los que no saben o no pueden o no quieren hacer daño.
Un instinto muy natural en la crianza de los hijos es usar ese miedo para decirle, ojo con los extraños, quédate con el grupo, no te alejes, no te mezcles con gente distinta, etcétera. Ya digo, son conductas instintivas, no hay que meterle demasiada malicia para entender estos planteamientos. De hecho, podríamos argumentar que el hombre como especie ha logrado tanto desde el punto de vista material gracias a que es un animal muy social y es un animal muy social, sobre todo por el instinto que tiene, social, que es el miedo a no pertenecer, el fear of missing out.
La otra cara del fear of missing out, del miedo a no pertenecer, es la necesidad de pertenecer o la necesidad de los likes, del refuerzo social, de que nos digan que estás bien, que te ves bien, que hiciste bien. Esa es la otra cara del fear of missing out. Antes a esto se llamaba la búsqueda del honor, ahora se llama la búsqueda de la pauta o del social footprint de los seguidores.
Pero es el mismo, el mismo instinto del miedo a no ser aceptado. Pero todos los instintos están llamados a ser sometidos a un bien superior y eso es la llamada humana. La llamada humana no lo tienen todos los animales.
La llamada humana es la de ponerlo, ordenar los instintos en base a un fin superior y con esa luz tenemos que mirar este instinto, respetarlo, pero saber que siempre debe de estar acomodándose a un fin superior. O dicho de otra forma, todos los instintos están llamados a ser escuchados con mucha atención porque son llamadas de la naturaleza, deben de ser escuchados pero no siempre deben de ser obedecidos. Pero este instinto social del hombre que favorece la división es algo universal, ha estado siempre ahí, con lo cual para explicar la actual, lo que a la gente le preocupa es la actual tendencia a la división ideológica en la sociedad occidental.
No puede ser el instinto porque el instinto ha estado siempre ahí. Tiene que ser algo propio de nuestra época. Bueno, algo propio de nuestra época es la tendencia a la ideologización.
Ideologizar es convertir algunas verdades en cuasi religiones. Religiones son las verdades que uno no cuestiona, las verdades que uno acepta por fe, en la práctica por que se las presentaron así desde pequeño. Es una tradición que recibe de su antepasado, una forma de ver el mundo y normalmente uno no las cuestiona.
Es una verdad religiosa. Las verdades ideológicas en la modernidad se trató, la modernidad es como un experimento de ver qué pasaría si prescindimos de las religiones, porque cuando empezó la modernidad las religiones en Europa resultaron ser bien problemáticas, de cualquier forma que uno las mire. Entonces empezamos un experimento, voy a decir largo, pero realmente son tres o cuatro siglos que en la historia es un ciclo cultural bien normal.
Empezamos un experimento de ver cómo se viviría una vida sin Dios, sobre todo en lo social, no tanto en lo personal, y eso llevó a tratar de sacar narrativas religiosas del discurso social. Pero claro, el instinto del hombre, del instinto religioso del hombre, el instinto de estar convencido que en el más allá hay una explicación más clara que ninguna de lo que hay en el más acá, ese instinto lleva o ha llevado en la práctica a hacer que algunas de las explicaciones parciales de la realidad se conviertan en casi religiosas, es decir, intocables, o intocables en el sentido de que no están hechas para ser cuestionadas, sino que como que agrupan las respuestas más grandes que se pueden dar a la realidad, no son respuestas parciales. Por ejemplo, vivimos en Occidente completamente convencidos de que la Constitución, una ley suprema, es algo como realmente sagrado, religioso, que es lo que le da sentido a todas las otras leyes, y realmente eso le da sentido a nuestro ordenamiento social, etc.
Eso es una sacralización de un instrumento humano. Ejemplos de otras ideas que se han sacralizado son la democracia, la legalidad, el ambiente, la igualdad, la libertad. Y no es que sea malo en absoluto tener ideas bien importantes, pero quizá ahora como estamos ante el reto de tratar de explicar todo, justificar todo sin ideas religiosas, pues estamos como sacralizando demasiado algunas instituciones humanas.
Estas ideas sagradas, lo que se llaman ideologías, que son como pseudo-religiones o mini-religiones, que nos ayudan, como todas las religiones, a orientarnos en la realidad, pero que también favorecen a veces a base de sacralizar ideas parciales, como la nación, el amor que hay que tener a la nación es importante, pero es lo más importante, lo más importante de todo. Tanto que a los que no sean de la nación no los puedo tratar, no los puedo tener en mi suelo. Pues ese es el tipo de pensamientos que llevan, que explican la sacralización de las ideas, las ideologías.
Es una de las raíces de que estemos en esta coyuntura de polarización, porque cada uno tiene ideas parciales que absolutizó, entonces no puede hablar con el otro tipo que absolutizó otra idea parcial suya. Una tercera causa de esta polarización ideológica puede ser atribuida a una, lo que yo llamo una moralidad ruda, o sea, a una confusión que tenemos en nuestra cultura a la que no nos pongamos de acuerdo sobre cuál es la forma de vivir bien. Llamo una moral ruda, o una moral tosca, a la que tenemos al presente, que es una moral que no sabe distinguir el valor de los juicios morales que se hacen a distintos niveles de abstracción.
Esto suena medio complejo, pero una moral ruda, una moral tosca, es la que no sabe distinguir los distintos valores que tienen los juicios morales hechos a distintos niveles de abstracción. Esto yo lo considero muy importante, el poder hacer los juicios morales, saber a qué nivel de abstracción uno está haciendo juicios morales, porque el juicio moral en la forma es el arte de vivir, la moral es el arte de vivir bien, y entonces no podemos vivir bien, o Dios nos da mucho trabajo si no sabemos hacer bien los juicios morales, que es el statement de si las cosas valen la pena o no. Para pasar juicios sobre conducta, es decir, para decidir si son buenas o malas, hay tres niveles de abstracción al que podemos ponernos, y cada uno de esos niveles de abstracción tiene un distinto nivel de objetividad o de certeza que tenemos en el juicio que estamos haciendo.
Es decir, si esto es malo, pues si esto estamos completamente ciertos en todas las circunstancias y momentos es malo, o si es malo en una circunstancia concreta solo. Nosotros podemos pasar juicios sobre tres tipos de conductas. Número uno, sobre conductas generales o normas generales.
Luego, número dos, sobre conductas concretas y número tres, sobre personas concretas. Repito, podemos pasar juicios sobre normas generales, sobre conductas concretas y sobre personas individuales. Estos son los tres niveles de abstracción del juicio moral.
Vayamos a los ejemplos. Al nivel más abstracto de normas generales. Normas generales, o sea, juicios que pasamos de las cosas que están bien o mal, que son universales, que aplican siempre.
Por ejemplo, matar en defensa propia no está mal, es un juicio moral sobre una norma general. Este es el nivel más abstracto y es donde más certeza podemos tener. Uno podría dar su vida por defender el derecho a la libertad o atacar el racismo.
Son cosas planteadas que a nivel abstracto aplican siempre y, por lo tanto, la certeza que tenemos sobre ese juicio moral es muy alta. Bajamos un nivel de abstracción y vamos al nivel de juzgar conductas concretas. No normas generales que aplican a todas las personas, sino conductas concretas de una persona.
No la persona completa, que es el tercer nivel, sino conductas de una persona. Hiciste mal en dejar este trabajo ahora, un juicio que yo hago para un amigo, para mi pareja, lo que sea. Esta conducta concreta está definida por muchísimas circunstancias.
Se usa aquí, por lo tanto, la razón práctica, un órgano que tenemos en el alma que ayuda a ponderar las circunstancias, todas las circunstancias, muchas de las circunstancias que rodean una acción. Y, por lo tanto, tan solo las personas que conocen muchas de las circunstancias concretas de esa conducta pueden pasar un juicio certero. No debiste comerte ese mantecado.
Estuvo mal lo que le dijiste a fulana. Esos son juicios que, en principio, solo las gentes que sean cercanas a nosotros, cercanas a las circunstancias, a la conducta, pueden pasar juicio. Sé que esto es un poco choking porque nosotros estamos acostumbrados en las redes a pasar juicios sobre conductas de las personas.
Se divorció fulana y todo el mundo está acostumbrado a pasar juicios a favor o en contra, pero realmente la certeza moral, o sea, ser un juicio válido solo lo puede hacer quien conozca muchas de las circunstancias. Y llegamos al nivel más bajo de abstracción, o más concreto, menos abstracto, más concreto, que es al nivel de las personas individuales. Y aquí hay un principio bien aceptado y bien entendido, que es que no existe inteligencia que pueda captar todos los aspectos que definen la bondad de un ser humano.
Con lo cual, no hay certeza ninguna sobre el juicio que se haga sobre una persona. El fulano es malo no tiene mucho sentido. Las conductas, pues, tienen algún sentido si conozco las circunstancias, pero sobre una persona no puede hacerlo.
Solo Dios puede juzgar a una persona en su totalidad porque no hay más nadie que conozca de verdad todo su interioridad, todo el peso de la crianza, el peso de las experiencias, para aquelatar al final lo que de verdad cuenta que es el peso de su libertad en toda la persona completa. No se puede pasar, no existe, no cabe el juicio humano, el juicio moral sobre eso. Ya tenemos aquí, entonces, los tres niveles de abstracción que hay con los tres tipos de juicios que se pueden hacer sobre lo que está bien y lo que está mal a cada nivel de abstracción.
La certeza que se puede tener en cada nivel sobre lo que uno, el juicio que uno diga que esto está mal o está bien. Entonces, ¿por qué esta moralidad tosca no nos fomenta el moral divide, el ideological divide, la división ideológica que tenemos ahora mismo en la cultura? Pues, miren, esto es importante porque en este caso el ideological divide, la división cultural, no es como en el principio del siglo XX, que era sobre preguntas medio charritas, como si el Estado debía ser grande o chiquito. Ya esas preguntas no tienen tanta pegada.
La división ahora está sobre este tema moral. Hay conductas malas siempre, que deben de ser prohibidas por el Estado, etcétera, o cada persona realmente decide lo que está bien y lo que está mal y vive de acuerdo a su propio juicio. O sea, el conflicto más delicado que hay o más complejo que hay en el divide ideológico es el de subjetivismo versus objetivismo moral.
¿Qué es lo que ocurre? Este conflicto se da simplemente porque estamos mezclando planos de abstracción que no se pueden mezclar, que no se pueden argumentar con verdades de un plano con respecto a la del otro. Por ejemplo, los objetivistas están defendiendo la objetividad de las normas. Las normas son objetivas.
¿Es malo el aborto? Entonces están convencidos de la bondad de esa norma que dirige la sociedad, evita males, etcétera. Mientras que los subjetivistas lo que están defendiendo es la subjetividad del individuo. ¿Quién sabe por lo que está pasando esa mujer para yo poder decirle que no aborte? Entonces están hablando en dos lenguajes diferentes, niveles de abstracción diferentes, y no se pueden entender.
Puede ser completamente compatible una norma general que rechace la guerra, el aborto, la eutanasia, lo que uno quiera, con planteamientos concretos donde uno va con el individuo hasta el final para ayudarle a vivir el reto que tenga que vivir en ese momento en la vida. Podemos entender ahora que mientras el discurso moral no se refine para reconocer cuando estamos hablando de normas generales, cuando estamos hablando de conducta concreta, no se podrá llegar como a un acuerdo de hacia dónde tiene que dirigirse la sociedad. Bueno, y falta por ver una última causa de la polarización ideológica que estamos sufriendo, que es el aburrimiento.
Y me explico. Las naciones y sus culturas son similares a organismos vivos y tienen nacimientos y tienen periodos de juventud y de madurez y de vejez. Tienen un ciclo de vida también.
Las naciones pueden durar muchos años, porque en el caso de las naciones, su muerte realmente depende de los vecinos, de si hay algún otro vecino que pueda llenar los zapatos de esta nación en concreta. Y hay una ley en la historia, no súper rigorosa, pero una ley donde en los momentos de decadencia, donde ya el país, la nación, perdón, no está concentrada, están concentradas en crecer, en dominar, en producir y ya está un poquito más laid back, está un poquito más echada hacia atrás. En esos momentos vienen, son periodos de aburrimiento y suele entrar consigo que uno se pone a mirar demasiado al vecino.
La gente aburrida pues mira mucho al vecino, en vez de mirar su proyecto, su vida, pues mira al vecino, a ver qué está haciendo, pasar juicio sobre ellos. Entonces, en Occidente, en Europa definitivamente y en Estados Unidos ya se ven los síntomas, está entrando ya en una época de menos fuerza moral y económica y histórica realmente, esa sería la palabra que… Y entonces en estos periodos, pues hay mucho lo que está pasando ahora, mirar al vecino y pasar juicio. Entonces nos enfrescamos, nos enfrascamos en luchas en nuestra mente, pasando diciendo, esta señora no lo está haciendo bien, no está parqueando su carro bien, no está atendiendo sus gatos, sus plantas, pero realmente son conflictos de backyard, son conflictos de aburrido, de gente aburrida y yo creo que gran parte, muchos twists culturales que hay ahora mismo que nos enervan y que no se explican simplemente porque hay demasiada gente aburrida y eso es carne, eso es composta para este tipo de conflicto ideológico, de manera similar que en la Constantinopla del siglo IV, V, VI, cuando ya llegó a su pic económico, la Roma Bizantina, pues lo mismo, había un montón de gente pasando el tiempo atacándose unos a otros, mirándose las espaldas, etc.
Y yo creo que no podemos abandonar, no podemos desechar que también esto explica en parte el por qué estamos en estas batallas culturales que uno diría, de verdad deberíamos estar gastando energía en resolver este hecho moral que está como atraído por los pelos. Es tan importante resolver ahora mismo si este tipo de personas puede hacer este tipo de cosas o no puede hacer. Bueno, muchas de estas controversias son generadas por el puro aburrimiento.
Bueno, espero que esto les haya servido de algo para entender un poquitito mejor la cultura en la que vivimos y los espero en el próximo programa de Buscando Respuestas.
Los problemas de capitalismo y de otros sistemas mecánicos -Ep 26
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezNo he podido aguantar la presión de la gente pidiéndome que acabara ya de una vez mi arco narrativo, que acabara de concluir lo que yo pienso de la economía. Y a eso nos vamos a dedicar en este episodio de Buscando Respuestas. Buscando Respuestas, el podcast donde Bobby López explora las preguntas que la filosofía cotidiana nos propone.
En el episodio anterior vimos cómo el capitalismo es un sistema mecanicista de organizar la economía. Sistema mecanicista, habíamos dicho que es un sistema donde la producción se organiza linealmente. Es una serie de causas, una serie lineal de causas.
Alguien hace algo que hace a otro alguien hacer otra cosa que hace a otro alguien hacer otra cosa. Y todo viene de una cabeza, que es la que envía el dinero, es decir, la energía y la información. Y las otras partes lo que se dedican es a ejecutar esa orden que han recibido de la cabeza.
Los principales problemas que tienen los sistemas económicos mecanicistas, es decir, el capitalismo y el socialismo, son los siguientes. Primero tiene una tendencia bien grande al gigantismo, hacerse desproporcionadamente grandes con las dos patitas o problemas que esto acarrea. Una tendencia bien grande al monopolio y una tendencia grande a la globalización o a la internacionalización del negocio.
Número dos, que es el más serio, estos sistemas mecanicistas tienen una tendencia bien grande a degradar el trabajo humano hasta convertirlo en una mercancía que se compra y se vende en un mercado, en lugar de ser un acuerdo entre hombres que quieren hacer algo juntos para beneficio de todos. En tercer lugar, los sistemas mecanicistas tienden a degradar la idea de riqueza, que se pasa a ver como una cosa, en lugar de verlo como una relación humana. Las relaciones que tienen con los demás, la persona que es buscada por su gente, que es buscada por lo que puede ofrecer, por las soluciones que puede darle otro a sus problemas.
Y un cuarto problema del capitalismo, podemos verlo en la excesiva financiarización de la economía, la excesiva importancia que se le da la proyección en dinero de la actividad económica, hasta llegar a hacerse casi una actividad independiente de la producción de bienes y servicios. A ver a continuación, cómo estos problemas que todos podemos, yo creo que todos podríamos identificar directamente en el capitalismo, que es lo que conocemos, cómo estos problemas se derivan de su naturaleza mecánica y como la vimos en el episodio anterior. Habíamos hablado en el episodio anterior cómo la corporación, uno de sus carreras principales es que no tiene auténticos dueños, tiene dueños de alquiler, dueños mercenarios, dueños Airbnb que vienen y se van, realmente son inversionistas, son dueños inversionistas.
No son dueños en el sentido que no organizan la empresa, simplemente contratan a alguien para que lo haga. ¿Qué problema tiene esto? Bueno, tiene el problema de que la dirección de la empresa queda a cargo de la gerencia, que son empleados jefes, pero empleados jefes que no ganan más si la empresa gana más. Y su motivación principal es el crecimiento de la empresa, que es lo que aumenta su prestigio y su poder, tener más gente y más presupuesto que manejar.
Esto es lo que se llama en economía, en gerencia, en inglés se le llama agency problem, que es la diferencia de intereses que hay entre los dueños inversionistas y la gerencia que corre la empresa en el día a día. Tenemos entonces empresas que están, cuya motivación principal es crecer. Y cuando en los 80, a raíz de que se abrieron los mercados de capital y que China empezó a entrar en la economía, empezó la posibilidad de hacer negocios, se facilitó la posibilidad de hacer negocios internacionales, empezaron rápidamente a formarse la globalización de las empresas.
Yo he sido muchos años un favorecedor de la globalización porque la globalización hace que la economía sea bien eficiente, se consigue siempre lo más barato y lo mejor en el que esté en cualquier parte del planeta. Solo muchos años después me vine a dar cuenta que la globalización distorsiona los mercados locales y una economía sin, como vamos a ver, sin arraigambre local es una aberración, porque el primer deber de cualquier empresa es atender a los suyos y por los suyos definimos todos los que colaboran para que se hagan las cosas, los jefes, los empleados, los vendors, los suplidores y los mismos clientes, lo que se llama en inglés los stakeholders. Eso es el público primero al que tiene que beneficiar la empresa.
El problema más grande que tiene el capitalismo es la concepción paupérrima que tiene del trabajo. El trabajo es la forma en la que los seres humanos colaboran para mejorar el mundo y la forma más natural de hacer esto es asociándose con otras personas para hacer algo mayor de lo que podría hacer cada persona sola. Las relaciones humanas, para ubicarnos, se pueden colocar en una línea donde a la izquierda están las relaciones que tenemos con los más cercanos a nosotros mismos, que es casi nosotros mismos, que es nuestra familia, y a la derecha, en el extremo del segmento, está la relación que tenemos con nuestros enemigos, de forma que lo que ganan la gente de nuestra familia es casi como lo que ganamos nosotros, lo que ganan nuestros enemigos es casi como lo perdamos nosotros.
En el medio de ese segmento están las relaciones que se llaman comerciales, que es donde uno pierde un poco para ganar otro poco, que normalmente para él tiene más valor de lo que pagó. Esa es la relación comercial que está en el medio entre las relaciones de familia y las relaciones de enemistad. Las relaciones de trabajo se supone que estén justo un pasito al lado de las relaciones de familia, que la gente con la que nosotros trabajamos es la gente a la que confiamos, a la que conocemos, conocemos a su familia, y nos ponemos juntos a trabajar en una misma dirección.
Uno no trabaja con extraños, en principio. Pues bien, el capitalismo movió el trabajo de estar bien pegado a una relación familiar a estar bien pegado hacia el medio del segmento, que es lo que hemos dicho, la relación comercial. El trabajo pasó a ser una mercancía que se compraba y que se vendía, tanto en el socialismo como en el capitalismo.
No había dinero envuelto en el socialismo, pero es la misma aportación. Una vez que el trabajo se convierte en una mercancía que se compra y se vende, que es la relación que tenemos ahora, ahora mismo nosotros los que estamos escuchando que trabajan están envueltos en una relación comercial. Le pagan por el dar un servicio a una empresa, exclusivamente a una empresa.
Pero esa exclusividad no conlleva, ni con mucho, toda la profundidad de la relación humana asociativa. O sea, donde uno, la relación laboral, ahora mismo es una relación cuasi comercial, cuando lo normal es que la relación laboral sea asociativa, entre pares, no completamente pares, se asocian para lograr algo que entre ellos solos no podrían lograr. Esto es un tremendo problema, una tremenda degradación humana en un aspecto que es central, porque el trabajo es central a la naturaleza humana.
El hombre es trabajador por naturaleza, no por oficio. No es que algunos trabajen. El hombre humano está, el ser humano está diseñado para aportar al bien común.
Y estas relaciones laborales en las que estamos ahora envueltos es una relación empobrecedora para todas las partes. No quiero ahora enrollarme explicando cómo sería este mundo donde el trabajo fuera asociativo, en vez de ser compra y venta de servicios, pero conllevaría a que en las empresas cada uno gana en función del riesgo que decida asumir. La gente que está dispuesta a asumir más riesgo, es decir, que ganar cuando la empresa gana y perder cuando la empresa pierde, ganará más dinero.
Habrá gente que decida asumir bien poco riesgo, porque no puede asumirlo. Y entonces esa persona ganará una cantidad más fija y más pequeña. El tercer problema que hemos señalado en el capitalismo es su degradación de la idea de riqueza.
La riqueza en el capitalismo, y más aún en el comunismo, es una cosa que se tiene. Y esto implica que es un juego suma cero. Cuanto más tengan los demás, menos tengo yo.
Y para yo ganar, alguien tiene que perder. Esta concepción de riqueza como cosa, o como propiedad de una cosa, es bien engañosa. Lo van a entender rápido con este ejemplo.
Si mañana hay una gran epidemia o desastre natural o lo que sea, y se muere todo el mundo en el planeta, excepto yo, yo voy a pasar a ser automáticamente, legalmente, el dueño de todas las propiedades y todos los activos del planeta. ¿Seré por eso inmensamente rico? Porque soy el dueño de todas las tierras, puedo hacer con ellas lo que quiera, de cualquier activo, cualquier aeropuerto. Obviamente no, porque lo que ocurre es que la riqueza es la necesidad que los demás tengan de lo que yo soy capaz de hacer, de lo que yo soy capaz de hacer por ellos.
A veces lo hago con una propiedad que tengo, a veces lo hago con una inteligencia que tengo, un dote artístico. Y eso es lo que me hace rico, tener cosas que los demás quieren. Y como estas cosas no son materiales en la mayoría de los casos, sino que son servicios y capacidad de resolver problemas, no se puede identificar la riqueza con una cosa, sino que hay que identificarlo como una relación, la relación que yo tengo con los demás, como los demás me valoran, a mí, a mis circunstancias.
Y de esta forma el problema económico, el problema de la riqueza es realmente un problema de comunicación, de cómo convencer a los demás que confíen en mí, que confíen que yo soy capaz de hacer cosas buenas por ellas. Y cambiar, girar, pivotear esta idea de la riqueza de una cosa a una relación nos cambia completamente el problema económico. Y por último está el problema del tamaño exagerado que la dimensión financiera tiene en la economía capitalista.
Los humanos, hace muchísimos años, hemos desarrollado una tecnología muy práctica que se llama el dinero, que es una traducción del valor de las cosas en unidades abstractas que se pueden más fácilmente intercambiar. Pero como con cualquier tecnología existe el riesgo de ser sobreusada, que es lo que está pasando ahora mismo con el dinero, que entendemos que cualquier cosa debiera ser traducible a dinero. Por ejemplo, estamos convencidos de que ser dueño de una empresa es traducible a dinero y si alguien me da un poquito más de ese dinero, que yo entiendo que vale ser dueño de esta empresa, me voy y me cambio mi propiedad de la empresa por dinero.
Pero tenemos que aceptar que el reducir los costos transaccionales, lo que cuesta intercambiar algo por algo, no es siempre lo mejor. Hay transacciones que nos interesa que sean bien lentas. Por ejemplo, nos interesa que sea bien lento el comprar un arma, o el abortar o el divorciarse.
Nosotros queremos, como sociedad típicamente, que esas decisiones se tomen con mucha calma, adoptar un hijo, que se tomen con calma, que se conozcan las partes, etc., para asegurarse de que se toman bien, no porque se haya establecido un precio justo por lo que se quiere intercambiar, no es que ya estén las partes de acuerdo y ya se debe hacer la transacción. Bueno, pues comprar una empresa es una de esas transacciones que debiera de ser bien lenta, que no debiera poder hacerse, como lo fácil que es ahora, comprar y vender acciones, que no debiera haber dueños remotos, que los dueños tuvieran que ser de carne y hueso. Cuando una corporación, una asociación de hombres, tiene un dueño remoto, se convierte en una burocracia, que es un sistema que camina por reglas, pero que no tiene un corazón que esté palpitando y está supervisando y empujando y animando a la gente en la operación.
Entonces, nos interesa que los cambios de propiedad de algo tan serio como es una empresa sean muchísimo más lentos, es decir, nos interesa que el sistema financiero sea mucho más delgado de lo que es ahora mismo, donde solo se comercian cosas que pueden ser comerciables de esta forma remota, como son las deudas. Pues sí, deudas, inversiones en deudas, equivalentes a bonos. Pues mira, se puede intercambiar en mercados de capital, pero propiedad de empresa habría que pensárselo mucho.
Hemos visto los problemas que tiene organizar la economía de una forma mecanicista. En algún episodio no lejano vamos a tratar de dibujar cómo sería una economía más organicista, que es lo que yo creo que será la economía del futuro. En resumidas cuentas, no se pierdan el próximo episodio de Buscando Respuestas.
Los cuatro binomios para entender la realidad (episodio 24)
/in Podcast Buscando Respuestas /by Bobby A LopezQuiero empezar a hablar de economía, que es uno de mis temas favoritos. “Economía” es el problema de cómo producimos valor. Pero antes de empezar a hablar de economía, quiero explicitar, exponer, cuatro herramientas que yo uso para entender la realidad. Y estas herramientas son cuatro “binomios”, cuatro parejas de perspectivas opuestas, desde las que se entiende la realidad. ¿Y por qué hace falta entender estas herramientas filosóficas para entender la economía? Porque la clave para poder producir valor, es tener el balance adecuado entre ver la economía como un sistema mecánico o como uno orgánico. Y este binomio entre orgánico versus mecánico, es un binomia que se aplica para entender muchos aspectos de la realidad. Y es mejor explicar primero en qué consisten estas herramientas para mirar la realidad, antes de empezar a usarlas.
Una forma de entender la realidad, un método, o mejor, unos esquemas que yo uso y que creo que ayudan mucho a entender el mundo, son unos dualismos de perspectiva, como un yin-yang oriental. No es creer en una dualidad de la realidad (que en la realidad hay cosas de dos tipos), sino existe un dualismo en nuestra forma de acercarnos a la realidad, de entenderla. Es como una configuración mental.
En la práctica esto se traduce a usar como unos binomios, (binomios = dos nombres, un par de nombres), para mirar a la realidad desde dos ángulos diametralmente opuestos. ¿Cuáles son estos binomios? Los voy a mencionar primero, para luego explicar rápidamente de qué se trata.
El primer binomio es el binomio holismo-atomismo,, el todo vs las partes.
El segundo binomio es “institucional vs. espiritual” para entender las religiones o el acercamiento a Dios.
El tercer binomio es “abstracto vs concreto”, o también general vs. particular, o también esencial vs existencial, que es un binomio para entender la verdad de los predicados, de las afirmaciones, de nuestras ideas.
Y luego, por último, el binomio “mecánico versus orgánico”, o también, más académicamente, lineal vs complejo, que es la que se usa para entender los sistemas biológicos y sociales.
Repito, cuatro binomios, cuatro yin-yang para entender la realidad. Holismo vs atomismo, institucional vs. espiritual, abstracto vs. concreto y mecánico vs orgánico.
Vamos a describir rápidamente, en qué consiste cada binomio, para luego llegar al mecanismo que quiero usar para la economía.
El primer binomio, “holismo vs. atomismo”, que se usa para entender la realidad, el conjunto de la realidad. La realidad se puede ver como una sola cosa unida, con muchos aspectos, pero una sola cosa: a eso se llama el holismo. O, por el contratio, la realidad se puede ver como muchas cosas autónomas, que cada una es distinta y tienen su naturaleza distinta e inconexa: a esto se llama el atomismo.
“Institucional vs. espiritual”, es el segundo binomio, bien útil para entender las religiones o el acercamiento a Dios. La forma de acercarse a Dios del hombre tiene un momento institucional, que es que use uno con otro para hacer cosas y acercarse a Dios y define unas costumbres, unas normas para saber si están bien o no, o si avanzan, etc. Y luego también tiene un movimiento, el acercamiento a Dios o el entendimiento de Dios, un movimiento más espiritual o menor institucional, que también se le llama místico en este segundo momento, que es Dios acercándose personalmente, individualmente y directamente a Dios, sin intermediarios y sin compañeros, que es el momento espiritual.
El ercer binomio, es el de “abstracto vs. concreto: , que también se puede definir como general vs particular o más académicamente, esencial vs. existencial, que esto es para entender la verdad de los predicados, de las afirmaciones humanas. Para mí este es bien importante, porque creo que hay mucho desentendimiento entre los hombres, porque no distinguimos el nivel de abstracción en el que estamos hablando. Hay personas peleándose, aborto sí, aborto no, porque están hablando de cosas distintas, con niveles de abstracciones distintas. No están hablando de una persona concreta, están hablando de una ley o de un principio general. Y es bien importante saber el nivel de abstracción en el que estamos hablando y se puede hablar de cosas más abstractas, que aplican a más verdades más amplias o más verdades y cosas más concretas, que solo son ciertas en un momento, en un espacio específico. Sobre este binomio volveremos, pues yo lo uso mucho para toda la cuestión moral, porque ahí es una herramienta muy práctica, bien útil.
Por último, el cuarto binomio, el binomio “mecánico vs. orgánico”, también más académicamente,” lineal vs complejo”. Complejo, orgánico, quiere decir que todo es causa de todo. Este sistema, este yin-yang, este binomio se usa para entender, yo lo uso para entender, los sistemas biológicos y sobre todo los sistemas sociales: las empresas, las naciones, las sociedades. El sistema mecánico es donde una cosa depende de otra y esta depende de otra linealmente, de forma que se puede identificar una sola causa original de lo que al final lo que hace que un carro se mueva, es que hubo una explosión de gasolina en un pistón y de ahí sale toda la energía que va a distribuirse luego por todo el auto hasta que se mueva. Mientras que orgánico, cada célula del cuerpo sabe lo que tiene que hacer, busca su propia energía y tiene un librito con ella, dentro de ella, que se llama el DNA, donde tiene todas las instrucciones de lo que tiene que hacer.
Pues estas son las cuatro yin-yang que yo uso y que recomiendo y en el próximo episodio vamos a empezar a usar el de mecánico versus orgánico para entender mejor la economía y entender mejor cómo se puede mejorar.