Venimos del Mono? por Mariano Artigas un resumen
¿Venimos del Mono?. 1
A. Qúe dicen los datos fósiles sobre la evolución del hombre. 1
(1) Australopitecos 1
(2) Homo Habilis. 1
(3) Homo Erectus 2
(4) Homo Sapiens 2
B. ¿Qué es lo que hace “humano” al hombre?. 2
(1) Es la capacidad de abstracción, no es la capacidad craneal. 2
(2) El hombre tiene “cultura” 3
(3) Según esto ¿cuál de las especies de “homo” puede considerarse “hombre”? 3
C. ¿Qué dice la biología molecular?. 3
(1) ¿Qué es el ADN , los cromosomas y los genes? 3
(2) ¿Qué dice el ADN Mitocondrial? 4
(3) ¿Qué dice el Cromosoma Y? 4
D. ¿Cómo se forman las especies?. 4
E. ¿Cómo evolucionaron los “homo”?. 4
(1) Qué es lo específicamente humano ¿es humano el habilis, el erectus o el sapiens? 5
(1) Análisis de las tácticas evolutivas que siguieron las especies de “homo” 7
F. ¿Cómo apareció concretamente el primer hombre?. 8
Hace 6 y 8 millones de años se separaron el linaje de los chimpancés del de los humanos: surgió el primer homínido. Las diferencias entre un homínido y un chimpancé son: el homínido es bípedo y tiene caninos más pequeños. No se sabe de qué género de homínido surgió el género humano. Muchos piensan que de una especie Australpitecus grácil (que tienen un aparato masticador mas suave)
Aparecieron hace unos 4 millones de años y sus restos más recientes son de hace algo más de 1 millón de años. Ya eran bípedos. Sólo se han encontrado en África. Talla mediana: 1.20 metros.
Su capacidad craneal era superior a la de cualquier animal de la actualidad, excepto el hombre. Su cerebro tenía un volumen de unos 500 cc., similar al del actual gorila, pero éste es cinco veces más corpulento. El tamaño del cerebro de los australopitecos no sufrió variaciones apreciables en sus casi cuatro millones de años de existencia.
Parece que los australopitecos son un género del que existieron varias especies. Una de ellas (Homo Habilis) dio originen a un nuevo género llamado género “Homo”.
Hace más de 2 millones y medio de años aparece, también en África. Sus últimos restos datan de algo más de 1 millón de años. Se extendió por parte del continente asiático.
Desde hace poco más de dos millones de años, el Homo hábilis consigue desarrollar una industria lítica —“olduvaiense”—, gracias a la adquisición de una capacidad a la que ningún ser vivo había llegado hasta ese momento: la habilidad de utilizar instrumentos secundarios (instrumentos para hacer otros instrumentos). Sus instrumentos son toscos y van mejorando lentamente a lo largo de cientos de miles de años sin sufrir ningún salto cualitativo.
Su capacidad craneal va creciendo con el tiempo desde 500 hasta una media de 700 cc.
aparece en África hace más de un millón y medio de años. Se extendió por China y Europa. Vivió hasta hace unos cien mil años. Hereda la industria lítica de Homo hábiles —la olduvaiense— hasta que aparece la “acheulense” (400.000-120.000) que ya es un salto cualitativo. Su capacidad craneal crece, también, desde 700 a unos 1400 cc.
Según los recientes estudios moleculares tiene una antigüedad de algo más de 100.000 años. La capacidad craneal media es de 1450 cc. y no ha sufrido variaciones apreciables con el tiempo. El hombre de Neandertal parece que tenía una media algo superior: unos 1500 cc.
Desde su aparición, mejora las industrias líticas anteriores, dando lugar a saltos cualitativos de forma cada vez más rápida:
1. “Musteriense” —desde hace algo más de 100.000 años hasta unos 45.000—,
2. “Chatelperroniense” —45.000+,
3. “Auriñaciense” 35.000
4. “Gravetiense” —28,000
5. “Solutrense” —22,000—,
6. “Magdaleniense” —13,000—,
7. “Mesolítico” —9000 a.C.—,
8.ust: none; font-stretch: normal;”> “Neolítico” —4000 a.C.—,
9. “Edad del bronce” —3000 a.C.—,
10. “Edad del hierro” —1500 a.C.—
Es el primero que entierra a los muertos. También es el primero que hace arte. Hace más de 8.000 años inventó la agricultura y, antes, había aprendido a domesticar animales.
Todo lo que esencialmente es un ser vivo está contenido en sus genes y en la forma en que están ordenados. El ADN es una larga molécula que podemos comparar con una cinta magnetofónica. Esta cinta tiene algunas partes grabadas, con cierta información, y otras que no lo están. Las partes grabadas son los genes. Las distintas cadenas de ADN, cuando la célula se va a dividir, se condensan en estructuras más manejables, los cromosomas, que equivalen, en nuestro ejemplo, a la casete que contiene la cinta.
Cada especie tiene un número fijo de cromosomas —tiene muy pocas excepciones—. Por ejemplo, el número cromosómico de la especie humana es de 46, y de 48 en el chimpancé, gorila y orangután.
Comparando ADN de especies actuales distintas, podemos saber cuánto tiempo hace que se separaron. Con estos experimentos se han ido por tierra muchas suposiciones de las teorías que intentaban dar una explicación global, como el “darwinismo”, que propone, como causa de la evolución, la selección natural de mutaciones genéticas ventajosas surgidas al azar. Esto supondría un lento gradualismo en el origen de las especies, más o menos uniforme en el tiempo. Por ejemplo, para explicar las diferencias externas entre el hombre y el chimpancé, los paleontólogos darwinistas suponían que sus linajes se habrían separado hace, al menos, 15 millones de años. El chimpancé y el hombre difieren tan sólo en un 1% de su ADN, y se puede establecer que se separaron hace 5 millones de años, no 15.
Comparando el ADN de las razas humanas actuales se desprende que todas confluyen hace alrededor de 100.000 años, lo que significaría que todos los hombres actuales proceden, muy probablemente, exclusivamente de Homo sapiens.
El tiempo de divergencia de dos especies distintas se puede extrapolar directamente del porcentaje de diferencia entre su ADN nuclear, porque no hay flujo genético entre ellas. Entre las distintas razas de una misma especie sí hay flujo genético cuando hay contacto geográfico, como ocurre en el caso del hombre. Por eso surgió la idea de estudiar el tiempo de separación entre razas humanas comparando su ADN mitocondrial, que se transmite por vía exclusivamente materna y no se mezcla en cada cruce. Los ADNs mitocondriales de todas las razas humanas confluyen en África hace algo más de 100.000 años, es decir, todas las mitocondrias de las actuales células humanas procederían de una mujer africana de aquélla época.
Se puede realizar un estudio semejante al de las mitocondrias, aunque más complicado, con el cromosoma “Y”, que sólo se transmite por vía paterna. Ese estudio se realizó posteriormente por investigadores de Harvard, del Imperial College, de Yale y del MIT, entre otros, y sus resultados apuntan a que ese cromosoma “Y” originario existió precisamente hace algo más de 100.000 años en África.
Antes se pensaba que la forma habitual de especiación tenía lugar debido a barreras geográficas, que impiden el cruce de dos poblaciones de la misma especie durante largos períodos de tiempo, no pudiendo transmitirse sus cambios genéticos, lo que acabaría dando lugar a dos especies distintas. Sin duda ha habido especiaciones de este tipo, pero muchas son difícilmente explicables de esta manera.
Hoy se sabe que también existen “barreras” genéticas. Las más frecuentes son las que producen las mutaciones cromosómicas: una mutación cromosómica puede no significar ningún cambio en los genes, pero, por ejemplo, si en un individuo un cromosoma se ha dividido en dos, sus cromosomas no se pueden aparear con los de los otros animales de la especie de partida y se producirán espermatozoides y óvulos inviables, dando lugar a infertilidad. Ese individuo no se perpetuará en la especie a no ser que se cruce con una pareja que posea la misma mutación, entonces podrían dar lugar a una nueva especie. Es lo que se llama “especiación instantánea”.
Un dato a tener en cuenta es que, desde el antecesor común al hombre y al chimpancé, que como hemos visto existió hace unos cinco millones de años, ha habido, en la línea evolutiva que conduce al hombre, cuatro mutaciones cromosómicas, dato que coincide con las cuatro especies que se han identificado en esta línea: una de australopiteco, Homo hábilis, Homo erectus y Homo sapiens. Esto podría significar que son, efectivamente, especies biológicamente distintas y que todas se originaron por especiación instantánea debido a una mutación cromosómica.
Lo que diferencia al ser humano de los demás animales es el pensamiento, algo que los filósofos denominan con frecuencia “capacidad de abstracción” o inteligencia, y los científicos “inteligencia reflexiva”. Se habla, a veces, de la inteligencia de los animales, pero es evidente que hay una diferencia cualitativa entre las dos. La mayor o menor capacidad cerebral, en los animales, lo que aporta es una mayor o menor capacidad de aprendizaje, una mejor adaptación a la realidad circundante, pero no su contemplación. Un chimpancé, por ejemplo, necesita mucho tiempo para aprender, mediante el mecanismo ensayo-error, a dar la forma más adecuada a una rama para “pescar” termitas; el hombre puede prediseñar, idear, una herramienta sin necesidad de haberla usado nunca e, incluso, si él mismo no la va a usar, porque puede abstraer de la realidad: puede tener la realidad en su mente.
El pensamiento es una capacidad que no puede ser producto de la materia, ya que es inmaterial: nos capacita para poseer inmaterialmente, en nuestra mente, objetos que captan nuestros sentidos y que son procesados en nuestro cerebro, y para llegar, por abstracción, a cosas inmateriales como, por ejemplo, el concepto de número, relacionado con la multiplicidad de seres materiales, pero desvinculado —abstraído— de su propia materialidad.
El homo sapiens es el primero que hace “arte”, representaciones abstractas de la realidad.
Cultura es acumulación de conocimientos. Con la cultura supera la evolución material: no tiene que tener cambios en su cuerpo para adaptarse a un nuevo medio ambiente.
En el ser humano, las capacidades culturales no son tanto de la especie como de la persona, del individuo: una obra humana, la más simple, no se atribuye al hombre en general, lleva la firma de un hombre concreto, que se puede identificar, lo que no ocurre con los demás animales.
Hoy todo el mundo está de acuerdo en que los australopitecos no poseían la capacidad ni de pensamiento abstracto ni cultura. Por lo tanto no eran seres humanos. Sobre las tres especies de Homo aún no hay unanimidad sobre cuál fue la primera que poseyó inteligencia reflexiva, pero, según van apareciendo nuevos datos, cada vez hay más científicos que se inclinan a pensar que “ser humano” se identifica con “Homo sapiens”.
Homo Habilis y Homo erectus no muestran capacidades artísticas. Tampoco se les han encontrado culto a los muertos. El hecho del progresivo crecimiento de su tamaño cerebral se puede explicar por su necesidad de adaptarse a medios distintos, sobre todo mediante una mayor capacidad de aprendizaje. Algunos piensan que Homo Habilis y Homo erectus ya eran inteligentes por esa capacidad nueva de usar instrumentos secundarios, pero lo mismo se pensaba de los australopitecos hasta el descubrimiento de que los chimpancés tienen unas capacidades similares a ellos; la posibilidad de usar instrumentos secundarios se podría atribuir simplemente a un tamaño cerebral que nunca antes se había alcanzado, y que proporciona una mayor capacidad de aprendizaje.
Podemos diferenciar entre la evolución de la psique, que sería un aumento en el tiempo de las capacidades cerebrales hasta llegar al hombre, momento en que se produce la irrupción del logos, que no evoluciona, pero es el motor de la “evolución” de la cultura humana. Los animales funcionan por instintos, ayudados por una capacidad de aprendizaje que depende del tamaño relativo del cerebro. En el hombre, más que de instintos, se suele hablar de tendencias. De hecho muchas regiones del cerebro que regulan instintos en los animales, en el hombre están degeneradas, como ocurre con los centros reguladores del hambre y de la saciedad. Por eso el hombre, para regular sus tendencias, necesita del juicio de sus facultades cognoscitivas —conciencia—, tampoco para esto tiene suficiente con su materialidad, como ocurre en los animales.
La humanización, entendida como la adquisición de la capacidad de un pensamiento reflexivo, sólo puede ser instantánea. Esto es evidente, ya que es una capacidad que tiene que aparecer en un determinado momento; antes no existía y ahora existe: no es necesario enfrascarse en discusiones sobre si puede progresar, lo importante ahora es el hecho de si existe o no; y actualmente sólo hay una especie que posea dicha capacidad.
¿Qué manifestaciones son específicamente humanas, es decir, que exteriorizan una capacidad propia del hombre que no posee ningún otro animal?
El parecido corporal y, sobre todo, el biológico es, en algunos casos asombroso (por eso resulta aún más asombrosa la enorme diferencia real en el plano existencial). El índice de analogía entre los cromosomas humanos y los de los grandes monos —chimpancé, gorila y orangután— es del 99%, y de un 70% con los de los prosimios, roedores —conejo— y carnívoros.
b) ¿Es la capacidad de fabricar herramientas lo que hace a un animal “humano”?
Hay quienes ven en la capacidad de hacer herramientas lo que distingue al hombre y por eso atribuyen al Homo hábilis y al Homo erectus características humanas. De hecho estas capacidades han sido vistas durante mucho tiempo como características exclusivas del hombre.
Sin
embargo, se sabe desde hace cierto tiempo que el empleo de objetos a modo de útiles, no es totalmente desconocido para algunos animales, sobre todo entre los primates. En los últimos treinta años se han estudiado ejemplos de este tipo de comportamiento, en su medio natural, de especies de primates pertenecientes a diecisiete géneros. Pero, de entre todos ellos, destaca ampliamente el chimpancé, tanto por el número de objetos utilizados como por la variedad de modos de empleo. El chimpancé puede utilizar, por ejemplo, una vara para “pescar” termitas —incluso elegir la más adecuada, cortarla, pelarla y moldearla.
Para que el chimpancé desarrolle este comportamiento es necesario:
- Un proceso de aprendizaje o de imitación de otros congéneres que hayan sufrido el proceso
- El aprendizaje es por el método de “prueba y error”: tiene que hacer la cosa primero y luego ajustarla. (Este aprendizaje se da también en el hombre, pero no es el principal)
Este comportamiento es primitivo pero no es puramente instintivo como es la construcción de una presa por parte de un castor. Para que este aprendizaje se dé hace falta que existan “neuronas libres”: más neuronas de las “estrictamente necesarias” para mantener las funciones vegetativas y las conexiones sensomotoroas. Solo las aves y los mamíferos tienen neuronas libres. Se ha visto que cuantas más neuronas libres más capacidad adaptativa conductual: adaptarse modificando la conducta con aprendizaje.
A mayor grado de cerebración corresponde una mayor capacidad de aprendizaje, pero con base siempre exclusivamente biológica. Se ha hecho una estimación del número e neuronas “adaptativas” en las siguientes especies:
(Millones de neuronas)
Gorila……………………..3.600
Australopiteco………….4.400
Homo erectus…………..6.400
Homo sapiens…………..8.500
Diferencias entre el uso de herramientas en el animal y en el hombre
- Varios animales pueden usar herramientas, pero el hombre es el único que utiliza herramientas para hacer herramientas (utensilios secundarios): usar un hacha para hacer una lanza. (Los chimpancés arrojan palos a sus enemigos, a veces)
- Para el hombre la herramienta es su forma de sobrevivir: no puede vivir si adaptar su medio con herramientas. Para el chimpancé, por ejemplo, la mayor parte de sus funciones las realiza con sus manos y pies. Puede vivir sin herramientas.
Por estas razones algunos pensaron que el homo habilis era ya hombre. Pero parece que no.
Otras pruebas que se propusieron para ver si se es hombre
Se han barajado estas posibilidades:
· capacidad de utilizar el fuego
· recolección de alimentos y
· asentamiento en campamentos más o menos permanentes —aunque siempre estacionales—,
· división de trabajo.
Pero tampoco estos hechos son un signo definitivo de humanidad, es más, la recolección de alimentos, el asentamiento y la división de trabajo son características que presentan otras especies de animales sociales, como es el caso conocido de algunos insectos, aunque no sea un hecho común entre los primates. Es simplemente una capacidad genérica adquirida ex novo por los homínidos, pero que se pueden explicar gracias a su capacidad de aprendizaje.
Táctica evolutiva de los habilis y erectus: adaptar el ambiente a ellos en vez de ellos al ambiente: hacerse “faber”.
Vemos en el timeline que el habilis y el erectus apenas cambiaron sus tecnologías en casi 3 millones de años. Este perfeccionamiento lento y progresivo se podría explicar por una capacidad de aprendizaje con base biológica, del tipo ensayo-error unido a un contemporáneo aumento más o menos lineal de la capacidad cerebral. Sin embargo la clave, volvemos a decir, no está en ese lento progreso, sino en la capacidad que realmente diferencia a los homínidos: el que estos instrumentos sean instrumentos secundarios. Pero igual que sólo algunos animales pueden utilizar instrumentos, y esto se explica por una capacidad cerebral mayor que los que no los utilizan, por la misma razón se podría explicar la capacidad de usar instrumentos secundarios.
Precisamente la capacidad de usar instrumentos secundarios sería un logro exclusivo de los homínidos porque únicamente los homínidos han alcanzado el grado de cerebración necesario. Es más, precisamente esa capacidad que permite por primera vez a un ser vivo alcanzar cierta independencia con respecto al medio podría bastar, sin necesidad de ningún añadido, par
a explicar el, también exclusivo, proceso de desespecialización. Así la presión selectiva ya no actuaría tanto sobre un mayor adaptación global del cuerpo al medio, sino más bien sobre lo que le da aquella capacidad que es ahora lo fundamental para la supervivencia de la especie, es decir: favorecería el aumento de la capacidad cerebral. De hecho, el tiempo que la evolución biológica ha empleado para llegar al tamaño del cerebro de un Australopithecus ha sido de más de 3000 millones de años; en la línea de los homínidos, ese tamaño se ha más que duplicado en menos de cuatro millones de años.
La táctica evolutiva que comienza con los homínidos, adaptando el medio en lugar de adaptarse al medio tenía, sin embargo, sus riesgos: la que habían seguido los seres vivos había tenido hasta ese momento un éxito indiscutible, esta nueva táctica podía no tenerlo. La ventaja que supone la desespecialización es que la misma especie, sin diversificarse en otras nuevas, puede colonizar distintos medios. Pero en cada uno de ellos tiene que competir con organismos específicamente adaptados a ese medio concreto, teniendo a su favor su capacidad de transformarlo: su éxito depende de que esta capacidad nueva suponga una ventaja frente a la “clásica”, que tan eficaz se ha mostrado. Pues bien, a la larga, esta nueva forma de relación con el medio constituyó un rotundo fracaso: el Homo hábilis vivió menos de dos millones de años, relegado casi exclusivamente al continente africano, menos que los australopitecinos, que también eran seres más bien desespecializados y que no tenían esa capacidad. El Homo erectus, con una capacidad cerebral mayor, poseyó una facilidad muy superior para adaptarse a distintas situaciones y lugares, pero, aunque distantes, con un clima similar. Sin embargo, su éxito biológico, considerado en duración temporal, es igualmente efímero.
Táctica evolutiva de los homo sapiens
El caso del Homo sapiens es distinto: biológicamente hablando es, quizá, aún más inviable que las dos especies anteriores: su cuerpo no tiene ninguna especialización. Pero sorprendentemente en el plano existencial su éxito resulta evidente. Y no sólo eso, sino que, aunque exista desde hace menos de 200.000 años, es el organismo con más éxito en la historia evolutiva. Esto es innegable: se ha introducido en todos los ambientes sin encontrar ninguna otra especie que, a la larga, le haya podido hacer sombra.
¿Con qué táctica consiguió tanto éxito el homo sapiens? Esta vez la táctica evolutiva no fue el desarrollo cerebral, la cerebración. Sin que haya habido ningún aumento significativo en la capacidad de su cerebro, sin embargo el homo sapiens ha ido produciendo con tecnologías más sofisticadas, introducidas a un ritmo muy superior al del habilis y erectus, que apenas avanzaron es sus tecnologías. Sin embargo, el homo sapiens produjo estas industrias líticas: musteriense (120,000-45,000 años), chatelperroniense (hace unos 45,000 años), auriñaciense (35,000-30,000 años), gravetiense (30,000-22,000 años), solutrense (22,000-18,000 años), magdaleniense (18,000-10,000 años). Obviamente no es la cerebración la que produjo esto.
Lo que explica la evolución tan acelerada del homo sapiens es la aparición del “pensamiento reflexivo”: la capacidad de contemplar dentro de su mente las herramientas y las cosas y poder así hacer un plan y un diseño. Es decir, el sapiens logra separar, abrir un espacio entre, el motivo y la acción: la acción no está detonada inmediatamente por el motivo o el estímulo. Se abre la reflexión.
Esta nueva forma de pensar, reflexiva, explica los otros elementos propiamente humanos: el arte, el enterramiento de los muertos, el uso de la medicina. El arte consiste en separar el instrumento de lo útil: se hace algo que no tiene utilidad: un adorno, una firma.
Y este pensamiento reflexivo, este nuevo tipo de inteligencia, es la que explica el rasgo más distintivo de la especie humana, desde el punto de vista biológico: el individuo toma primacía respecto a la especie. Su actuar no depende exactamente de la capacidad biológica de su especie, sino de lo que es peculiar de cada uno: su inteligencia.
Por lo anteriormente expuesto (su no-dependencia del tamaño del cerebro, y la primacía del individuo frente a la especie) se puede concluir que la evolución no aplica al caso del homo sapiens. Su éxito se debe a algo distinto de su táctica evolutiva. Se debe la implantación en el de una psyche.
Nos inclinamos a pensar que “Adán” tuvo que ser el primer individuo de la especie Homo sapiens. Sería el primer individuo de la primera especie con inteligencia reflexiva, es decir, con alma. Aunque parece más frecuente que las nuevas especies que aparecen por mutaciones cromosómicas se produzcan a partir de un número reducido de individuos, y no de una sola pareja, esto último es perfectamente posible.
No es muy lógico pensar, como se ve con frecuencia en un intento de comprensión popular, que Dios infundiera el alma a un “mono”. Ya hay muchos teólogos, sin especiales conocimientos científicos, que piensan que Adán tuvo que ser concebido y nacer como tal o, en otras palabras, que fue creado por Dios en estado embrionario. Ese individuo sería el primero con una dotación cromosómica y genética correspondiente a la especie humana y, por tanto, Dios crearía y le infundiría su alma, como hace siempre, aunque con la particularidad de que ésa fue la primera vez. Con la primera mujer pudo ocurrir algo parecido.
Aunque esto pudo ocurrir de diversas maneras, vamos a exponer la más sencilla de entender, que no tiene porque ser la más probable: En un homínido macho existen algunos espermatozoides con una mutación cromosómica que implica que ya no son los propios de su especie, sino que han llegado a tener las características de un espermatozoide humano; en un homínido hembra puede ocurrir lo mismo con algunos de sus óvulos. Si estos dos homínidos se cruzan y se produce la fecundación de un óvulo mutado con un espermatozoide mutado, entonces aparece el primer ser humano, y el primer hecho sobrenatural en el universo material desde su misma Creación: una nueva creación, la del alma del primer hombre.
xXx