El trabajo es la actividad humana cuya finalidad es hacer un mundo mejor. Poco importa si es remunerada o no.
El valor de un trabajo depende de cuánto ayude a hacer mejor al mundo, siendo una de las medidas principales de esto, cuánto hace mejor a la propia persona que trabaja. No trabajamos para producir, sino para crecer.
El quitar barreras entre muchos agentes, el unir muchas partes (la globalización, el internet, el unir los compartimientos estancos de un barco, o un gran gobierno que une el dinero de muchos individuos) aumenta exponencialmente la potencia de lo que se haga.
Por esta misma razón, aumenta su peligro: por ejemplo, se crean burbujas, incrementos no-naturales en los precios.
El crecimiento económico (que es distinto del desarrollo) se ha dado por la creación de infraestructuras (luz, agua, teléfono, intenet) en las que todo el mundo puede apoyarse para llegar más lejos.
Pero el hacerse dependiente de infraestructuras, es hacerse vulnerable ¿quén podría producir algo hoy sin apoyarse en estas estructuras? Y, sin embargo, cuanto más dependientes, más poderoros, porque nos apoyamos en más cosas.
¿Puedo quemar mi casa? La propiedad privada es simplemente un cierto derecho sobre una cosa. Es superior a otros derechos (por ejemplo, al de uso, de alquiler) pero no es absoluto. Está limitado por la naturaleza de la cosa que poseo y por mi naturaleza (es decir, por la finalidad de la cosa y la mía). No puedo quemar mi casa simplemente porque es mía: estaría violando los derechos sobre ella del resto de la Naturaleza, del Ecosistema.
Crear riqueza (crear valor) es crear orden en un pedazo del Universo, para hacerlo más útil al uso humano. Esto se hace sacando entropía o desorden, lo que exige aplicar energía y/o información.
Lo que más motiva a una persona es sentir la mirada de sus iguales, sentirse evaluado.
La riqueza no es una “cosa”, una substancia, sino un orden de las cosas. La riqueza no es “algo” que se crea, ni menos aún, algo que se encuentra, un recurso. La riqueza es un ordenamiento de las cosas, que las hace más aptas para mi finalidad, para lo que yo tengo que hacer.
A medida que, en los próximos años, la riqueza vaya teniendo una proporción menor de materia/energía (que es escasa) y proporción mayor de informacion (que no se agota con el uso), cada vez se irá volviendo más irrelevante el problema del manejo de recursos, y más importante la definición de metas, definir de qué nos hace vivir mejor, qué nos hace mejores.
Para reformar grandes instituciones, viejas y complejas (la Iglesia, la UPR) el mejor camino, en vez de reformar sus leyes y estructuras, es fomentar que se desarrollen en su interior instituciones ‘modélicas’, de mucha calidad y espíritu. Esto hará que el resto de la gran institución se vaya moviendo a imitar ese espíritu que ve bullir en el modelo.