La “crisis moderna” será dejada atrás por una síntesis superadora entre el racionalismo escolástico y el voluntarismo protestante y nominalista.
Esta síntesis no consistirá en “volver” a un racionalismo, en devolver a la razón a su sitio, sino en reconocer el valor -como otra vía de acceso a Dios -de la “racionalidad del corazón”.
Esta “racionalidad del corazón”, no es un sentimentalismo, es la capacidad de conocer la verdad por otros medios adicionales a la razón, como son los sentimientos y la fe (la confianza en lo que otros dicen).
Para esto ha de eliminarse el voluntarismo de pensar que los mandamientos son arbitrarios, porque Dios podría haber mandado cualquier cosa.
¿Y cómo la gente, o al menos los pensadores, van a dejar de pensar así?
Cuando descubran: que la moral está inscrita en la biología, que el Cielo se gana siendo un buen animal (descubriendo la racionalidad del camino a la salvación) que hay una sabiduría no racional en las Tradiciones y en los sentimientos; es decir, descubriendo que hay otras formas de conocer la verdad más allá de la razón. Estos dos pasos van a suponer la unidad del conocimiento , que es el arreglo del quiebre del hombre que implicó la modernidad, el reconocimiento de que a la Verdad se llega por varios caminos complementarios.