Explicar por causas es la mitad
Explicar las cosas por sus causas (materia, forma, motor, finalidad), como propuso Aristóteles, es parcial. Las cosas se explican por sus causas pero también por la posición que tienen en el todo.
Explicar las cosas por sus causas (materia, forma, motor, finalidad), como propuso Aristóteles, es parcial. Las cosas se explican por sus causas pero también por la posición que tienen en el todo.
Amar los defectos y limitaciones que tenemos (con nuestro temperamento, por ejemplo), no significa rendirse ante ellos, sino aceptar con alegría el hecho de que tengamos que luchar ahí.
Si tengo tendencia, por ejemplo, al alcoholismo, no debo entristecerme por ello. La forma de crecer a la que estoy llamado consiste en luchar para dominar (hacerme el dueño) de esta tendencia. Mis defectos son una concreción de mi vocación.
Cuando, a la Europa del siglo 13, llegó la filosofía griega de manos del Islam, venía envuelta en un debate sobre hasta qué punto debía la filosofía someterse a la Fe o alrevés; hasta qué punto Dios tenía que ser racional. Los pensadores europeos se dividieron en dos posiciones. Los voluntaristas (franciscanos primero, protestantes, después), que mantenían que Dios no está sometido a ningún orden y podría determinar lo que quisiera: que el matar no era pecado o que debíamos odiarle Por otro lado los intelectualistas (dominicos primeros, jesuitas después) pensaban que Dios no podía ir contra su propia lógica.
Por distintas razones geopolíticas, lo que triunfó en Europa fue el Protestantismo, que es una opción voluntarista, en este contexto. Este espíritu fue el que definió la forma de pensar que hoy llamamos modernidad u Occidente.
Lo penoso de esta polémica es que se debe a un mal entendido de lo que es la libertad. Se pensaba que la libertad, que Dios debía tener para ser perfecto, era libertad de opciones, la libertad de elección, que es, en el fondo, la libertad de los animales no amarrados: el no tener impedimentos para moverse. Pensaron que para que Dios sea supremo, debería poder mandar cualquier cosa: prohibir la virtud, ordenar el adulterio, etc, sin ningún sometimiento a ninguna razón.
La verdadera libertad, sin embargo, es la libertad espiritual, que es la que le corresponde a Dios, que consiste en ser uno creador de sí mismo, ser causa sui, que implica buscar lo bueno por iniciativa de uno, moviéndose uno mismo.
Si los voluntaristas se hubieran dado cuenta de este fallo en su pensamiento, no hubieran tenido que argumentar que el orden de la Naturaleza es arbitrario, caprichoso. Y entonces no hubieran descartado este orden como fuente de la moral, y no hubiéramos caído en el relativismo que nos impide a los hombres aunarnos para encontrar la verdad más rápido.
Lo que más motiva a una persona es sentir la mirada de sus iguales, sentirse evaluado.
Se define como "Occidente" los países donde la cultura tiene fundamentos en la Grecia clásica.
Durante los casi tres milenios en que se ha pensado que la razón era el camino exclusivo a la verdad, se creyó, en consecuencia, que la búsqueda de la verdad era una tarea para “profesionales” (filósofos, primero; científicos o académicos, después).
Cuando recuperemos ahora los otros saberes (fe y corazón) quedará más claro que buscar la verdad no puede ser una opción de algunos sino la vocación de todos.
Lo definitorio de una religión no es la originalidad de esa religión respecto a otras explicaciones del mundo. Como la religión es la explicación última de la realidad, lo normal será que cada religión contenga muchos elementos de las otras explicaciones. La esencia del cristianismo no es lo que lo diferencia del Islam, sino cómo explica lo que explica el Islam y más.
El cristianismo no es una doctrina (un conjunto de verdades), ni si quiera una moral (una forma de vivir configurada por unas normas). El Cristianismo es la aceptación del mensaje de que Dios nos quiere tanto que se ha hecho hombre para llevarnos al Cielo.
Los dos instintos básicos del hombre son, como los de cualquier animal, conservar la vida y pasarla hacia adelante.
Después está el instinto de pertenecer a algo mayor que uno, pertenecer a un grupo. Esta pertenencia se busca a varios niveles. El primer nivel es el familiar y tribal. En fin de la tribu es, en el fondo, criar niños juntos, es decir apoyar a las familias.
Luego vienen las agrupaciones políticas, que llamamos pueblos, cuyo fin es la consecución y preservación de recursos. Este último nivel se puede ir replicando, añadiendo una capa sobre otra hasta llegar al Estado moderno y a las instituciones multinacionales.
El New Age fue el primero en Occidente en descubrir la necesidad de holismo, de ver las cosas como un todo.