Destronemos al Principio de No Contradicción
La filosofia es una sabiduria (una explicación de la realidad) basada en el uso exclusivo de la razón, apoyada en la lógica. Por eso siempre ha sido central, en este camino, el Principio de No Contradicción: algo no puede ser y no ser al mismo tiempo bajo el mismo aspecto.
Pero ya Aristóteles, al poco tiempo de que Parménides enunciara este principio, tuvo que aguarlo un poco para poder explicar el cambio, el movimiento. Esto debiera haber sido una señal de que hay un problema con esta forma de pensar. Pero nadie la captó.
Al final de la edad Media, por tratar de aplicar a Dios esté principio, salía un Dios tan limitado por la lógica (que no podía hacer un triángulo que midiera más de 180 grados) que provocó el cisma intelectual del Nominalismo, que luego dio lugar a la Ciencia.
Pero la Ciencia, que es la versión moderna de la filosofía como forma de explicar el mundo, sigue aferrada a la No Contradicción.
Por eso, cuando en el siglo 20, la física cuántica descubrió que la luz, y toda la materia, es onda y cospúsculo a la vez, simplemente lo etiquetaron como paradoja. Paradoja es algo que ahora no podemos explicar pero que aspiramos a hacerlo cuando haya más datos.
A poca gente se le ha ocurrido decir: ¿no será que nuestra lógica griega necesita algo? ¿no será que los principios que tanto sirven para pasar de una verdad a otra, se quiebran al usarlo en relidades menos dóciles al pensamiento lineal?
¿Qué tipo de relidades son éstas menos aptas a la lógica? Están en primer lugar las realidades del espíritu, donde las cosas pueden ser y no ser “a la vez”.
Luego está lo más parecido a la relidad del espíritu: la vida: la biologia. Aquí se dan violaciones a la lógica lineal como es la “emergencia” (donde los efectos son mayores a las causas) y la “finalidad” (que es causalidad desde el futuro).
¿Puede alguien, por favor, decretar la jubilación del Principio de No Contradicción como ‘monarca absoluto’ del pensamiento, y su degradación al puesto de ‘consejero confiable’?