Leonardo Polo, en pocas palabras

Leonardo Polo, en pocas palabras


El descubrimiento principal de Polo es que el hombre es un ser “en otra liga”, es un ente con un ser distinto al de cualquier otra criatura del universo. Por eso su obra se la conoce como antropología transcendental. Esta teoría implica que, al final, en la realidad existen tres tipos de seres (tres niveles de realidad), el ser del Universo, el ser de Dios y el ser el Hombre (Nota enero 11 2012: no tengo claro si el ser de los ángeles cae en esta tercera categoría) y no solo dos, Dios y el Mundo, como tradicionalmente se ha venido diciendo.

Caminos que sigue Polo para llegar al meollo de su pensamiento

Polo llega a esta distinción de los niveles de ser por dos caminos:

Primer camino. Es su teoría del conocimiento y su intuición de la “superación del límite mental” (él la llama “abandono”). Este abandono tiene que ver con la intuición de que el conocimiento humano es infinito, en cuanto que puede conocer lo infinito. Pero también tiene que ver con la idea de que el ser humano es libre, y que esta es su característica definitoria, su esencia […] (Nota  hay que seguir profundizando en cómo se pasa de que tiene un conocimiento infinito y libertad, a que es “otra liga” en el ser, otra  categoría de ser, distinta a la del ser del universo)

Segundo camino. Otro camino para llegar o, mejor, diría yo, para racionalizar esta nueva intuición sobre el ser del hombre, es una profundización en el concepto de “acto de ser” en Santo Tomás. Este concepto del aquinate es, a su vez, una variante del concepto de “existencia” en Avicena. Avicena lo usa para explicar la distinción entre Dios y las criaturas. Afirma que las criaturas tienen existencia, porque Dios se la dio, pero pudieran no tenerla, sin embrago, Dios no puede no existir, tiene la existencia como algo esencial de Él. En la criaturas, la “existencia” es una accidente de su “esencia”, mientras que en Dios el existir no es accidental sino esencial. Al profundizar Polo en el concepto de acto de ser y de esencia, se da cuenta de que el hombre tiene un acto de ser y una esencia distinta de la del universo, que es, por tanto, otro “tipo” de ser, un ser extracósmico, que es un tercer tipo de ser, junto con Dios y el universo. Veamos cómo llega a esta conclusión

¿Cómo demostrar que el ser del hombre es distinto del ser del universo, a partir de su esencia?

Para entender el “acto de ser” de Santo Tomás, Polo se va a Aristóteles, de dónde Santo Tomás sacó el concepto de “acto”, y se da cuenta de que Aristóteles, en el fondo, tiene dos conceptos distintos de “acto” (como una “forma” que le da el ser, le da forma, a la potencia). Estos dos conceptos de acto son “energeia” y “entelecheia”, pero como se traducen al latín por la misma palabra, “actus”, muchos comentaristas no se percataron de esa distinción incipiente en Aristóteles. Polo llega a la conclusión de que el concepto de acto de ser (actus essendi) en Santo Tomás, realmente supera al de acto de Aristóteles. Veamos cómo.

Para Aristóteles, la esencia de una cosa, lo que esa cosa es (una casa, un perro) es un acto (no una potencia); es el acto que le da el ser (que actualiza) a la potencia de la materia. Para Aristóteles: Ente = Materia + Forma, y como Forma = Substancia = Esencia, por lo tanto, la Esencia = Forma. Y como, por definición Forma = Acto, esto implica que la Esencia es acto en Aristóteles.

Pero en Santo Tomás, según Polo, Esencia es potencia, tiene un ser potencial, con respecto al ser. La esencia puede ser o no ser. Este es el camino que usa santo Tomás para distinguir en la realidad dos seres: el ser cuya esencia es existir, el ser necesario, que es Dios. Y el ser cuya esencia no es existir, es decir, que puede existir o no existir, es el Universo, el ser contingente.

Pero Polo encuentra que hay un tercer ser en la realidad (un tercer nivel de ser), que es distinto del universo, porque tiene un distinto acto de ser y una distinta esencia. Este tercer ser es el hombre.

¿Por qué la esencia del hombre es distinta de la esencia del universo? La esencia, como demuestra Polo, se define como la naturaleza en cuanto fin, en cuanto orden final. En este sentido, la esencia del universo es el universo en su conjunto, es decir, el universo se perfecciona alcanzando un orden que es el universo en su conjunto. En este sentido, la esencia del universo (el orden) está fuera del universo, porque es su causa final y la causa final está fuera de la sustancia.

Pero, por su parte, la perfección del hombre no consiste en una integración al universo, como las demás criaturas, sino que el hombre se perfecciona a sí mismo, es decir, no se perfecciona en otro, como los animales o plantas que se perfeccionan por una cierto orden con las demás criaturas. Se dice que el hombre se perfecciona a sí mismo, en el sentido que su naturaleza es crecer, crecer sin límite, y crecer es ser más él mismo.

Si la esencia y el acto de ser del hombre son distintos a los del universo, tenemos que concluir que el hombre es extra-cósmico y que, por lo tanto es otro tipo de ser, un tercer tipo, aparte del ser de Dios y del ser del Universo.

Aristóteles, en pocas palabras

ARISTÓTELES

Discípulo de Platón. Nació en Macedonia en 384. Trabajó en Atenas. Murió en el 322 aC

Dice el filósofo contemporáneo Whitehead que la cultura occidental es simplemente un footnote al pensamiento de Platón. Concuerdo con lo de footnote pero diría que es de Aristóteles, pues todas las ideas occidentales, sobre la naturaleza, el hombre, el conocimiento o la ética, están planteadas como argumentos en contra o a favor de lo que dijo Aristóteles. Como Aristóteles en un sintetizador entre el idealismo de Platón y el fisicalismo de los pre-socráticos, la mitad de las posiciones occidentales serán platónicas, pero el 100% son Aristotélicas.

Aristóteles refina la explicación platónica de la realidad: materia y forma; acto y potencia

Como nos pasaría a muchos, Aristóteles no estaba satisfecho con la explicación que dio Platón sobre el mundo, a base de duplicarlo, de decir que se explica por otro mundo de ideas. Ahora habría que explicar dos mundos en vez de uno. Además, este mundo de las formas dejaba sin explicar las cosas más importantes de este mundo: ¿cómo cambian las cosas? ¿Por qué siguen siendo las mismas después de moverse?

Aristóteles mejoró la idea de su maestro, admitiendo que efectivamente en las cosas existe una dimensión ideal, pero no está en otro mundo, sino en las mismas cosas. No existe un mundo de las “formas”, tan solo existen los seres concretos (entes). Pero cada uno de los seres concretos de este mundo está compuesto de un sustrato material, informe, sobre el que se le había aplicado una forma, es decir, una forma de ser. Esta composición de la realidad en materia y forma (teoría hilemórfica) será la clave interpretativa que use Aristóteles para analizarlo todo.

Pero lo más original de Aristóteles es una generalización que hizo de esa dualidad de materia y forma, son dos formas de ser: ser en acto y ser potencia. Ser en potencia significa tener la capacidad de ser algo; ser en acto, significa ser algo de hecho, no en potencia.

Con esta distinción entre acto y potencia podrá responder al gran desafío lanzado por Parménides: cómo es posible que algo cambie y siga siendo lo que era: que un niño pase a ser hombre y siga siendo el mismo. Aristóteles definirá el movimiento (que es para él cualquier cambio: cualitativo, de posición, etc) como el paso de la potencia al acto, en cuanto que está en potencia. En el fondo, lo que hizo Aristóteles (y nadie parece haberle superado) es reconocer que Parménides tenía razón, si “el no ser no es” entonces, no hay posibilidad de movimiento. Lo que ocurre, dice Aristóteles, es que hay varias formas de “no ser” que son las formas de “estar en potencia”. O sea, que ha resultado que el “no ser” sí es, en cierta medida.

Esta pirueta que tuvo que hacer Aristóteles, es ya el primer indicador de que una racionalidad muy pura puede llevarnos a engaño, a no acceder a la verdad. Esta lección será muy importante para entender toda la historia de las ideas, en especial, la modernidad, del siglo 13 al 21.

Aristóteles descubre una mejor forma de explicar la realidad: las cuatro causas

Muchas, quizás muchísimas, son las aportaciones duraderas de Aristóteles a la filosofía de todos los tiempos. Pero quizás la más radical, cuando de suman su impacto y su originalidad, es la teoría de las cuatro causas.

Reflexionando sobre los filósofos pre-socráticos y su búsqueda del “arché” del principio de las cosas, se dio cuenta que éstos estaban buscando solamente entre los posibles materiales que podrían ser el principio: el agua, el fuego, el aire… Pero para explicar algo, reflexionó el Estagirita, no basta con saber de qué materia está hecho. Hay que saber para qué existe, quién o qué lo hizo, con qué idea se hizo, etc. Aristóteles resumió todas las causas que pueden explicar la existencia de algo en estas cuatro:

  1. 1. Causa material: de qué está hecho
  1. 2. Causa formal: con qué forma se hizo, con qué planos
  1. 3. Causa eficiente: qué fue el que lo movió
  1. 4. Causa final: para qué existe ese algo.

La causa final es la causa más original de Aristóteles y la que marcará su concepción del mundo, que será conocida por siglos como “teleológica” o finalista, porque presupone que todo lo que existe, existe para algo.

Al estudiar Aristóteles es fácil perderse tratando de entender el funcionamiento de cada una de la causas. Más importante es captar la lección esencial que yace bajo estas ideas: las cosas se explican por su lugar en el Universo, no por su posición física, si no por su posición funcional: 1) el material del que están hecho, 2) su funcionalidad (su estructura y su dinámica), 3) su origen (qué las puso aquí) y 4) su función (qué se supone que hagan).

Esta idea de explicar las cosas por sus causas se convertirá, con los siglos, en algo muy propio del Occidente, mientras que en las culturas bajo la influencia India y China, se dará una importancia relativamente más fuerte al “contexto” o a la situación donde una cosa ocurra.

Psicología: Aristóteles descubre el alma humana

El hombre, para Aristóteles, es un ser natural más, superior a los demás, pero natural, no caído de otro mundo, como decía Platón. En consecuencia, lo analiza con la misma herramienta de los demás, separando materia y forma, donde el alma es la “forma” del cuerpo, que es la “materia”. Esto tiene unas implicaciones muy importantes:

  1. 1. Se refuerza la unidad del hombre, hace falta tanto el cuerpo con el alma para que el hombre sea hombre: el cuerpo, por ser materia prima, es pura potencialidad. Esto significa que es nada hasta que no sea “actualizado” por su forma, que es el alma. El alma, tampoco “es” hasta que no se una con el cuerpo, por que las formas no son hasta que no “dan forma” a una materia. La unidad del hombre es mucho mayor que con Platón, que al hombre mayormente como un espíritu.
  1. 2. Contrario a Platón, el hombre no tiene tres almas, sino una sola, que tiene facultades vegetativas, sensitivas, intelectivas. El hombre es propiamente un animal y un vegetal, pero con algo más: una capacidad (facultad) de entender.
  1. 3. En contradicción con esto, sin embargo, cuando analiza si el alma es inmortal, o se muere con el hombre, Aristóteles concluye, que el alma se muere, excepto la “parte” intelectual. Muchos comentaristas, además, interpretan que esta para intelectual que no muere, el “intelecto agente”, es común a todos los hombres. Luego no son inmortales las almas individuales, sino una inteligencia “global” de la que todos los hombres participan.

Se entiende con esta explicación, que durante los primeros 12 siglos, los filósofos cristianos se sintieran más cómodos con la explicación del alma de Platón que con la de Aristóteles, porque parecía más congruente con las verdades reveladas de inmortalidad del alma y de la responsabilidad personal, en el cielo o el infierno. El Platonismo, sin embargo, tenía más problemas que soluciones, para el cristianismo, porque con esa radical separación y desprecio por lo material, no se podía explicar muy bien la Encarnación de Cristo, ni la creación, ni otras much
as verdades centrales del cristianismo. De hecho las herejías, tan dolorosas, de los cátaros, en Europa del siglo 10 a 12, fueron desprecios del cuerpo por una concepción platónica del hombre. No hubo una teoría completamente cristiana del alma hasta que Santo Tomás de Aquino (siglo 13) logró mejorar la explicación de Aristóteles.

Platón, en pocas palabras

PLATÓN

Discípulo de Sócrates, vive en Atenas, nace en el 427 y muere en el 347 aC.

Clave Interpretativa de Platón

Algunos filósofos, principalmente los mejores, son pensadores que han descubierto una “clave interpretativa” de la realidad, que es una idea medular y simple que les ayuda a entender muchos aspectos muy distintos de la realidad. Son famosas las claves de algunos. Hegel descubrió que muchas cosas se explican con la “dialéctica” el paso de tesis-antítesis-síntesis. Leonardo Polo intuyo que la verdad se alcanza cuando se “abandona el límite mental”. La clave interpretativa de Aristóteles es aceptar que la realidad está compuesta de “materia y forma”. La de Descartes fue aceptar que el pensamiento era más real que la realidad “cogito ergo sum”.

Según esto, la “clave interpretativa” que estableció Platón consiste en aceptar que existen dos mundos, el mundo de la materia y el mundo de las ideas o formas. Y las cosas materiales no son más que reflejo de unas “formas ejemplares” que hay en el mundo de las ideas,  se explica, de forma pegajosa, en el famoso mito de la caverna. Se entiende con esto porqué se considera a Platón un idealista, porque piensa que la realidad está realmente más en el mundo de las ideas que en el de la sensibilidad.

Teoría de la Realidad (Teoría de las Formas)

Veamos cómo Platón llegó a esta idea medular, “clave interpretativa” de su filosofía.

Una intuición que han tenido muchas culturas es la de que existe otro mundo espiritual puro, y un mundo material impuro, que es en el que vivimos los hombres. Ya vimos cómo esta idea, la tuvieron, por ejemplo, los pitagóricos, que pensaban que las cosas de la Naturaleza son imitaciones imperfectas de unos números que existen, puros, en el mundo de las ideas. Y sabemos que Platón tuvo fuertes influencias pitagóricas.

Por lo tanto, podemos ver la “teoría de las formas” de Platón, como una síntesis de las principales ideas de su tiempo:

  1. a) la idea de Heráclito de que todo cambia y de que lo único cognoscible es el ser, que está más allá de lo sensible.
  1. b) la idea pitagórica de que las cosas de este mundo son una imitación de las cosas (los números) del mundo de las ideas.
  1. c) La idea de Anaxágoras de que el Nous,el conocimiento, es el que le pone orden, cosmos, al caos de lo sensible.
  1. d) la idea de Sócrates de que para entender algo, tenemos que entender la definición de ese algo, la forma más general  que haya de expresarlo.

Sabemos que el mismo Platón, más adelante se dio cuenta de que esta teoría de las formas tenía problemas. Pero lo cierto que con esta explicación del mundo a partir de otro mundo ideal, Platón abrió una puerta por la que muchos pensadores de todos los tiempos han buscado la verdad, como algo que no está en este mundo, de apariencias y cambio. Como botón de muestra tenemos a san Agustín, quien descubrió la unión entre la filosofía y la religión, e introdujo en ésta planteamientos platónicos que influirán, a través de Lutero, en toda la modernidad.

El alma humana en Platón

En la historia de las ideas, el concepto de “alma” tiene dos significados distintos:

  1. 1. alma como principio de vida: lo que distingue a un cadáver de un ser vivo; el aliento
  1. 2. alma como principio de humanidad, de racionalidad: lo que distingue a un hombre de un animal, el conocimiento racional

Platón, influido por el misticismo pitagórico, se decanta por la segunda: las almas humanas eran ideas puras que habitaban felices en mundo de las ideas, mundo presidido por la Idea de Bien. Por un pecado fueron arrojadas al mundo material, y encarceladas en un cuerpo. La unión del alma con el cuerpo es accidental, violenta, antinatural, como un carretero con su carroza (contrario a Aristóteles, quien pensará que el alma está naturalmente unida al cuerpo)

Para Platón, la capacidad de conocer que tienen los seres humanos se basa en que pueden vagamente recordar las ideas que vieron en su anterior vida en el mundo de las ideas.

En el caso del ser humano existen, sin embargo, tres almas:

  1. 1. el alma racional, que es la encarnación de una idea, como vimos
  1. 2. el alma irascible, que son las tendencias a superar los obstáculos
  1. 3. el alma concupiscible, que son las tendencias del hombre a conseguir lo que necesita.

El alma racional es la que nos hace hombres. Se encarga de controlar a las otras dos almas, como un auriga controla a los caballos de su carroza. El alma racional, por venir del mundo de las ideas, es eterna e inmortal, y está unida anti-naturalmente, accidentalmente, con el cuerpo.

Cómo organizar el estado

Hemos dicho de la “teoría de formas” fue la “clave interpretativa” de Platón. Esto significa que fue una llave para abrir otras muchas puertas, una herramienta de análisis que le sirvió para explorar otras muchas áreas del saber: arte, derecho, cosmología, psicología, retórica, pero sobre todo, sus teorías políticas han tenido una influencia decisiva, no solo ya en Occidente si no en el mundo.

Exploremos brevemente estas ideas políticas.

Lo primero y más importante que hay que decir de las ideas políticas de Platón es que son el resultado utópico de aplicar concienzudamente la razón (la lógica) para diseñar una comunidad humana, sin ninguna atención a lo que diga la tradición o el sentido común. Con esto en mente es que se entiende el por qué de muchas de las conclusiones, radicales y desconcertantes, a las que llega, y que haya sido etiquetado como fascista, comunista, utópico y otros calificativos fuertes. Además, la República, el diálogo donde Platón expone sus teorías políticas (además de otras, sobre todo psicológicas), está escrito al principio de la madurez de Platón, cuando Atenas vivía una época dorada donde todo parecía posible.

Para elaborar su teoría de cómo sería el estado ideal, Platón se basa en varios supuestos:

  1. 1. La finalidad del estado (quizás nosotros lo llamaríamos gobierno), como la de un hombre, es conseguir la justicia.
  1. 2. La polis, la ciudad (ahora diríamos, nación) es una institución de la naturaleza, es decir, natural, como lo es la familia, o la agricultura o el alma humana. Piensa, concretamente, que el Estado es un órgano, como lo es un cuerpo o el alma: un sistema de partes interrelacionadas, que se organizan para cumplir una función. Esta visión orgánica difiere radicalmente de la visión del gobierno que surgirá en la modernidad, desde Hobbes (+1679), que será “contractualista”: el estado surge de un contrato entre los ciudadanos individuales.

Gobernar la polis debe ser, para Platón, igual que gobernar un hombre: un hombre se hace justo cuando la razón g
obierna sobre las otras partes del alma y del cuerpo; así mismo, una ciudad se hace justa cuando las partes más altas del alma gobiernan a las más bajas. El alma de un hombre, para Platón, no es simplemente el principio de vida, como en los animales, sino que es la dimensión racional que solo tiene el hombre. Esta razón es como un chispazo del mundo de las ideas que se ha alojado en los hombres. Nótese aquí la influencia pitagórica. El alma tiene tres partes: la razón, que es la facultad de captar las ideas; la fortaleza, o la capacidad de esforzarse para superar los problemas y el apetito, las necesidades básicas del individuo.

Por lo tanto, si se gobierna a una ciudad como se gobierna a un ser humano, la polis debe estar dividida en unas clases sociales:

  1. 1. Gobernantes, los filósofos que conocen la verdad
  1. 2. Guerreros, que usan de la virtud de la fortaleza para defender la polis
  1. 3. Trabajadores, que producen los bienes que todos necesitan.

Estas clases, que no se definen por nacimiento sino por capacidad, ejercen cada una su función armónicamente con las otras, como haría un cuerpo. Como consecuencia lógica de su sistema de pensamiento, los que tienen que mandar en un estado son los filósofos.

También, en congruencia con sus otras teorías, Platón cree mucho en la educación y en la capacidad de poder moldear al ser humano casi ilimitadamente, en parte porque la virtud se adquiere, como aprendió de su maestro, simplemente con la razón.

Debido a esta confianza extrema en la razón, y en la educación, llega Platón a las consecuencias más llamativas y famosas de su propuesta política. Hay que educar desde niños a los que van a ser gobernantes y guerreros (cualquiera que tenga condiciones, no  linaje, sea hombre o mujer) en un régimen espartano: nadie vivir con sus padres ni con sus hijos, para no tener dobles lealtades, no tienen propiedad privada, para no corromperse, se censurará con cuidado lo que estos estudiantes van a leer, para que maximizar su educación.

Sócrates, en pocas palabras

SÓCRATES

Sócrates: un sofista convertido

Puede verse a Sócrates como “sofista convertido”, un sofista que volvió a creer en la verdad, como un sofista que llegó a filósofo.

Decimos que Sócrates era un sofista porque:

  1. 1. No se interesa por la Naturaleza, sino por el hombre y cómo el hombre debe vivir (la moral).
  1. 2. Como los sofistas (y contrario a los filósofos anteriores) Socrates cree en la educación, en que se puede hacer mejor al hombre, formándolo. Los filósofos anteriores tendían a ver la Verdad como una luz que se le aparece a algunos pocos hombres, con la que logran entender algo que los demás nunca podrán alcanzar.
  1. 3. Su método para encontrar la verdad no es la contemplación, como los filósofos, sino la dialéctica, como los sofistas: proponer argumentos y someterlos a crítica hasta que se van poco a poco mejorando y aparece la verdad.

Decimos, por otro lado, que Sócrates fue un filosofo, en el sentido de que volvió a “creer en la Verdad”, en que existía y que era posible conocerla. Sócrates creyó en que existe una forma correcta de vivir la vida, y que esta verdad era objetiva: puede ser transmitida de un sujeto a otro.

Puede sintetizarse, el pensamiento de Sócrates como el convencimiento de que el hombre está llamado a la felicidad  y que el camino a la felicidad es vivir una vida virtuosa. Veamos esto último.

¿Cómo comportarse? La virtud

La palabra virtud se ha convertido en un tópico en Occidente, significando todo lo que es bueno (lo que debe vivirse), que es como incluir lo definido en la definición. Si queremos entender por qué esta idea de Sócrates caló tan hondo en el espíritu de Occidente, hay que entender la forma de vida que Sócrates estaba proponiendo.

En la época clásica griega, la época de Sócrates, la idea de virtud es algo muy novedoso, comparado con otras civilizaciones. Veamos.

En practicamente todas las civilizaciones, la forma “correcta” de comportarse consiste en ajustarse a un “orden natural”: el padre debe cultivar su tierra, la madre cuidar a sus hijos, el rey gobernar, la hierba crecer, el río bajar. Este concepto de orden natural está claramente definido en las culturas conocidas: en la India es el Dharma, en China el Tao, en Egipto el Maat, en hebreo es Tsedeq (traducido por “Justicia” en la Biblia). En Griego, el concepto es “Diké”. Al explorar estos conceptos se ve que, al principio, no hay clara distinción entre el orden natural intrínseco de las cosas y el orden establecido por una ley, por un mandato.

En la literatura “heroica”  de la Grecia de los siglos 7 a 6, se añade un nuevo vector al comportamiento humano, el de la “excelencia” el deber de estar entre los mejores. Esta excelencia se expresa con la palabra griega “areté” que se tradujo al latín como “virtus” (que entronca con vir, hombre y vis, fuerza) y al castellano como virtud. Esto implica que virtud no es, como podemos pensar ahora, portarse bien, o no hacer cosas malas, sino buscar la perfección.

Se puede apreciar que el areté propuesto por Sócrates es una clara superación (o al menos, rotura, si no se quiere valorizar) del concepto de diké.

Es curioso en Sócrates, su convencimiento de que para “ser virtuoso” basta con tener suficiente conocimiento o, visto de otra forma, que si alguien hace algo mal, esto se debe a que no conocía de verdad el bien. De hecho, él pensaba que si conseguía una buena definición de “valentía”, eso le llevaría a ser valiente, y que la gente no era todo lo valiente que debiera porque no habían conseguido una buena definición.

Podemos apreciar con esto que todavía Sócrates no conocía suficientemente bien la estructura del alma humana y desconocía la existencia de la facultad de la voluntad, o la capacidad de querer el bien. La inteligencia y la voluntad, como finalmente establecerá Aristóteles son los dos brazos, las dos potencias que tiene el alma para alcanzar la verdad. No basta, como se descubrirá más adelante, que el hombre conozca el bien, hace falta que, con su voluntad, lo quiera. Pero esto de lo dejaremos a Aristóteles, el “discípulo-nieto” de Sócrates.

Antes de dejar a Sócrates tenemos que tomar nota de cómo este pensador sigue el camino del “abstraccionismo” abierto por los pre-socráticos: con la búsqueda de la definición de virtud como meta suprema de su sabiduría, Sócrates está aceptando que la verdad se consigue abstrayendo ideas generales de las ideas más concretas, hasta llegar a las ideas más universales, y por lo tanto, más constantes y más verdaderas.

Como punto de cierre, señalemos que, por su visión de que 1) el hombre está llamado a perfeccionarse y a buscar la excelencia y 2) que el hombre se perfecciona cultivando su razón, Sócrates se convirtió un forjador para el ideal del hombre occidental, por muchos siglos.

Los Presocráticos, en pocas palabras

¿Cómo se inventó la filosofía?

Desde la pre-historia, el hombre ha buscado explicaciones al mundo y, como consecuencia de esta explicación, una guía sobre cómo comportarse (por ejemplo, cuándo guerrear, o sembrar, cómo educar a un joven, cómo tener contentos a los dioses para que le sean favorables, etc).

Las explicaciones el hombre dio al por qué de las cosas, desde la noche de los tiempos hasta el siglo 6 aC, son llamadas por los historiadores “mitos”: son unas historias, con unos personajes muchas veces sobrenaturales, donde se explican cuestiones como el origen de los pueblos, los fenómenos naturales, los linajes de los reyes, y, cómo debe comportarse el ser humano. Estas explicaciones se iban transmitiendo de una generación a otra de forma oral mayormente, constituyendo la Tradición: la sabiduría que se recibe las generaciones pasadas y que se debe transmitir a las venideras. Para facilitar la comprensión y la transmisión, estos mitos estaban llenos de imágenes fuertes, y muchas veces se convertían en canciones o poemas.

En torno al siglo 13 aC, hicieron su aparición, parece ser que simultáneamente, en varios lugares del planeta, el hierro y la metalurgia: en China, Medio Oriente, Europa, África. Fue lo que se denominó la Edad de Hierro, que duraría hasta la época clásica griega (siglo 6 aC).

Durante esta época aparecieron los primeros alfabetos, y la escritura, lo que impulsó a poner por escrito las grandes tradiciones de cada lugar. El hecho de escribir las historias implicó el comienzo de un proceso de “racionalización de los mitos”,  de pensarlos más a fondo y justificarlos mejor.  Este proceso se dio de forma concurrente en las grandes civilizaciones entre los siglos 9 y 6: en India (compilación de los Vedas), en China (el Tao) y Grecia (con los poetas homéricos), en Persia (con Zaratrusta), al igual que en las pequeñas, como la Hebrea, donde se fue compilando la Biblia. Como se ve, en esta época dorada del pensamiento, es que las grandes religiones pasaron a ser “sistemas de pensamiento”, conjuntos de ideas ordenadas.

En Grecia, este proceso de racionalización de la tradición mítica se manifiesta, en las obras de Homero (Ilíada y Odisea) y más claramente en Hesíodo (Teogonía), donde se observa un intento genuino de sistematizar las tradiciones.

Los llamados Pre-Socráticos

A partir del siglo 6 aC, toma velocidad este proceso de racionalización, cuando aparecen personas que empiezan a hacerse preguntas más profundas, buscando explicaciones más universales y más consistentes con la realidad, del tipo de  ¿cuál es el origen de todo lo que existe? ¿de qué está hecha la realidad? Aunque estas preguntas están respondidas, en cierta medida, en los mitos, las respuestas míticas se empiezan a considerar insuficientes. Todas las civilizaciones se habían dado cuenta de lo efímero lo pasajero y lo cambiante de la existencia de las cosas. Pero los griegos empezaron a preguntarse: pero ¿hay algo permanente en el mundo, debajo de toda esa apariencia de cambio?

Como en la Grecia de esa época se creía que el cosmos era eterno, las explicaciones del mundo no se buscan en su  origen temporal, sino en su constitución: ¿de qué está hecha la realidad natural, la fisis?

La pregunta que se trataron de responder los presocráticos no fue una pregunta sobre el hombre como hicieron los indios, ni sobre la sociedad, como  estaba haciendo Confucio, en la China de esa época. La pregunta que se hicieron los griegos fue sobre la Naturaleza. Se preguntaron ¿Qué es lo permanente en los cambios? Para decir que algo cambia, tiene que haber algo que permanezca, porque si no, no podríamos predicar que “algo” cambió. ¿Qué es lo que cambia y qué lo que permanece? A lo que permanece en los cambios, y que siempre ha existido, de le llamó el “Principio” (arché, en griego). Se puede apreciar que lo que estaban buscando, ya en estos primeros pasos del pensamiento abstracto, era unas leyes de la naturaleza.

Las respuestas que se dieron a esta interrogante, es lo que constituye la filosofía de los siglos 6 y 5, y que hemos etiquetado como “pre-socrática”, por la unidad temática y de método.

Los jónicos

Los filósofos de Miletos, al oeste de Turquía, Tales (639-547), Anaximandro y Anaxímenes, barajaron respuestas como el principio era el agua, o el infinito, o el aire, respectivamente. Heráclito (540-480 aC), también de esa región, llegó a la conclusión que lo constante era el cambio, en el sentido de una enfrentamiento cíclico (una dialéctica) entre opuestos, como frío y calor, día y noche, etc.

Pitágoras

Pitágoras (571-497 aC) desde Sicilia, propuso que en el fondo de la Naturaleza lo que hay con números, y que las cosas que existen en la Naturaleza son imitaciones de unos números ideales, que existen, puros, en un mundo de las ideas.

Parménides

Parménides, en el sur de Italia, llegó, por el contrario, a la conclusión de que lo permanente era “el ser” y que el cambio no existía. Lo importante al estudiar Parménides no es tanto su conclusión sobre “el principio” de las cosas, sino cómo llegó a ella. En primer lugar, Parménides quiso “pensar” con rigurosidad, y descubrió que hay unos principios o reglas del pensamiento que uno tiene que seguir para evitar las ideas vagas, o contradictorias. Formuló una ley del pensamiento, que luego han aceptado como la principal todos los pensadores, sobre todo los occidentales, que dice:  “El ser es, y el no ser no es”, que luego se ha llamado  el “principio de no contradicción”. Y la verdad es que si uno se toma muy en serio este principio, efectivamente acaba negando el cambio, el movimiento, porque para pasar de un sitio o otro hay que “dejar de ser”, en cierta medida, y como no se puede dejar de ser porque “el no ser, no es” pues entonces nada puede cambiar, no hay movimiento y, pensando un poco más, no hay pluralidad de seres, solo hay un ser, eterno, inmóvil. Por 25 siglos todos los pesadores de la naturaleza han tratado en el fondo, de contestar a Parménides, en cuanto a cómo sea posible compatibilizar el ser con el cambio. No es tarea fácil. Aristóteles para conseguirlo, lo que hace, en el fondo, es descubrir que hay varios “niveles” de ser: desde el ser de Dios, en el que efectivamente no hay cambio, hasta entes de razón, pasando por seres materiales finitos. En definitiva, lo que hace es “mezclar” un poquito de no ser con el ser: descubrió la analogía del ser.

El segundo punto importante Parménides es la confianza absoluta en lo que la razón le decía. Cuando se enfrentó con el hecho de que los sentidos le presentaban constantemente el cambio, no dudó en concluir que los sentidos no nos ofrecen la verdad y la razón sí.

Empédocles

Empédocles, de Sicilia (494-434 aC), trató de unificar las visiones de Heráclito y Parménides, diciendo que hay 4 elementos que son principio de todo: agua, aire, fuego y tierra: estos elementos están continuamente mezclándose por causa de dos fuerzas elementales que hay en la Naturaleza: el amor, que une las cosas, y el odio que las separa. Nuestros sentidos perciben el constante cambio en las cosas, pero, por abajo, en el fondo, solo hay agua, aire fuego y tierra, elementos inmutables y eternos.

Anaxágoras

Todos los anteriores filósofos se pueden clasificar como “monistas” en el sentido de que piensan que toda la realidad es de un solo “tipo” que podríamos etiquetar de “material” o, mejor dicho, que toda la realidad tiene un único principio. Esto quiere decir que no dividían la realidad entre un ámbito material y otro no-material (espiritual, formal, mental, etc). Con Anaxágoras (500-428) ya nos movemos de Italia a Atenas, y ya empieza a despuntar algo del dualismo que veremos
en los socráticos, que existe una realidad espiritual, distinta de la material. Su explicación de la composición de lo material no es muy lúcida. Piensa que un pedazo de madera está hecho, en lo íntimo, de “semillitas” (spermata) de todas las demás cosas que existen en el mundo: roca, sangre, viento, etc.  Pero lo interesante es que habla ya que de todas esas semillitas son puestas a caminar por un “nous” por una mente. Este nous mueve a las partículas, pero no es movido por nadie. Es una causa incausada e inmutable, de una realidad algo distinta de la partículas. Pero no tiene ni intención, ni ningún otro atributo “espiritual”. De todas formas ya con esto puso las bases para que Platón definiera el mundo de las ideas, o de las formas.

Demócrito

El último de los pre-socráticos, aunque era contemporáneo con Sócrates, fue Demócrito (460-370). Ideó una forma de resolver el problema del principio de la Naturaleza que unificaba las ideas de todos los anteriores: la Naturaleza está hecha de “átomos” partículas sólidas, irrompibles, simples; entre ellas lo que hay es vacío; y se agrupan para formar las distintas cosas que componen la realidad, incluso el alma. Con esta explicación se aúnan las explicaciones anteriores: hay algo inmutable en el fondo de la Naturaleza (Parménides); que se combinan constantemente entre sí para formar las cosas (el flux de Heráclito); impelidos por fuerzas opuestas de atracción y repulsión (Empédocles) y están organizadas en un cosmos, en un ordenamiento, por una mente ordenadora (el nous de Anaxágoras).

Algo debe de llamarnos la atención del atomismo: su gran parecido con la concepción moderna del universo. Y así es, en el siglo 15, tras 2,000 años de una cosmovisión unitaria, triunfará una visión atomista (que eso es, en el fondo, el mecanicismo de la ciencia hasta finales del siglo 20): la mejor explicación del mundo es verlo como una serie de objetos (cuerpos o partículas) que interactúan entre sí por medio de unas fuerzas: la materia como átomos, la vida como células, la enfermedad como gérmenes, etc. Tras haber sido desplazado, nada más nacer, por el unitarismo, u organicismo de Aristóteles, el atomismo verá de nuevo la luz a partir del renacimiento hasta nuestros días.

Podemos extraer una ley todavía más general de la historia del pensamiento, de la forma en la que el hombre ve el mundo: el pensamiento humano avanza haciendo zig-zag (realmente un ying-yang) entre dos formas alternas (pero complementarias) de ver el mundo: 1) como una unidad 2) como una multiplicidad. En las fases tipo 1 (unitarias) del ciclo se busca la verdad en las leyes universales; en las fases tipo 2 (atomistas o corpusculistas) se busca la verdad en lo concreto y singular. De hecho la modernidad puede explicarse como la consecuencia de un ciclo atomista, el nominalismo de Occam, que dio lugar al empirismo, y a sus reacciones unitaristas: el racionalismo y el idealismo, al que siguió el romanticismo, como reacción atomista.

Sofistas

Como pasa muchas veces en la Historia, tras un periodo de mucha efervescencia teórica, donde los pensadores se han elevado a grandes alturas especulativas, vino después un periodo de “cansancio especulativo”, donde los pensadores prefirieron dedicarse a cosas más prácticas, como por ejemplo, cómo usar la sabiduría para convencer a las asambleas. Aparecieron de esta forma los sofistas, cuyo nombre significa expertos, y que atacaron a las pretensiones de encontrar la verdad de los pensadores anteriores. Se concentraron, por el contrario, en el arte de preparar a las personas para conseguir o mantener el poder. Eran relativistas, en la moral y en la metafísica, lo que significa que no creían que se pudiera conseguir la verdad sobre lo que son las cosas ni sobre cómo comportarse. Cada persona formaría una opinión y no hay un criterio objetivo para decidir qué es cierto o correcto.

Esta época del sofismo, con su poca confianza en la capacidad del hombre de conocer la verdad es ahora especialmente interesante, porque se va a repetir en la Historia con el nomimalismo del siglo 13,  y con el relativismo del siglo 20. Ambos siguieron a períodos de gran energía especulativa como fue el escolasticismo medieval del siglo 12 y el idealismo hegeliano del siglo 19.

Los sofistas se concentraron en Atenas, el centro de poder político y de las asambleas del mundo griego en ese momento. Y fue en Atenas, donde volvió a surgir, como reacción al escepticismo de los sofistas, una “escuela” filosófica que recuperó una gran confianza en el poder de la razón y que llegaría a ser el movimiento filosófico de mayor impacto en la historia de la humanidad: los socráticos: Sócrates, Platón y Aristóteles.

Lecciones aprendidas de los presocráticos

En resumen, hay unas lecciones muy definitivas que podemos extraer de este repaso de los primeros filósofos. Podemos concluir que los pre-socráticos tuvieron unas intuiciones muy importantes, que han influido fortísimamente en la cultura Occidental, hasta el punto de poder decir que la han definido:

  1. 1) la existencia de un logos, de una regularidad, unas leyes universales en la Naturaleza, que la explican.
  1. 2) la existencia de una forma de conocer la realidad, muy superior a los sentidos, que consiste en pensar, en contemplar las cosas dentro de nosotros, en abstraer lo general, en definitiva de la razón.
  1. 3) El uso de la razón para conocer la verdad exige que se sigan una leyes de pensamiento: ley de identidad, ley de no contradicción, en definitiva, la lógica. Esta opción por la lógica, será un rasgo que distinga el pensamiento occidental del pensamiento indio y del chino, que no serán tan alérgicos a las contradicciones, como el griego. Esto limitará un poco el poder de pensamiento oriental, aunque, igualmente, lo liberará para proseguir los otros caminos (la intuición y la fe).
  1. 4) el rechazo de la Tradición, de los mitos de los poetas, como forma de alcanzar sabiduría, superada ampliamente por la Razón, como forma suprema de conocimiento.

La ideas hasta los pre-socraticos

?C?mo se invent? la filosof?a? Desde la pre-historia, el hombre ha buscado explicaciones al mundo y, como consecuencia de esta explicaci?n, una gu?a sobre c?mo comportarse (por ejemplo, cu?ndo guerrear, o sembrar, c?mo educar a un joven, c?mo tener contentos a los dioses para que le sean favorables, etc). Las explicaciones el hombre dio al por qu?de las cosas, desde la noche de los tiempos hasta el siglo 6 aC, son llamadas por los historiadores “mitos”: son unas historias, con unos personajes muchas veces sobrenaturales, donde se explican cuestiones como el origen de los pueblos, los fen?menos naturales, los linajes de los reyes, y, c?mo debe comportarse el ser humano. Estas explicaciones se iban transmitiendo de una generaci?n a otra de forma oral mayormente, constituyendo la Tradici?n: la sabidur?a que serecibe las generaciones pasadas y que se debe transmitir a las venideras. Para facilitar la comprensi?n y la transmisi?n, estos mitos estaban llenos de im?genes fuertes, y muchas veces se convert?an en canciones o poemas. En torno al siglo 13 aC, hicieron su aparici?n, parece ser que simult?neamente, en varios lugares del planeta, el hierro y la metalurgia: en China, Medio Oriente, Europa, ?frica. Fue lo que se denomin? la Edad de Hierro, que durar?a hasta la ?poca cl?sica griega (siglo 6 aC). Durante esta ?poca aparecieron los primeros alfabetos, y la escritura, lo que impuls?a poner por escrito las grandes tradiciones de cada lugar. El hecho de escribir las historias implic? el comienzo de un proceso de “racionalizaci?n de los mitos”, de pensarlos m?s a fondo y justificarlos mejor. Este proceso se dio de forma concurrente en las grandes civilizaciones entre los siglos 9 y 6: en India (compilaci?n de los Vedas), en China (el Tao) y Grecia (con los poetas hom?ricos), en Persia (con Zaratrusta), al igual que en las peque?as, como la Hebrea, donde se fue compilando la Biblia. Como se ve, en esta ?poca dorada del pensamiento, es que las grandes religiones pasaron a ser “sistemas de pensamiento”, conjuntos de ideas ordenadas. En Grecia, este proceso de racionalizaci?n de la tradici?n m?tica se manifiesta, en las obras de Homero (Il?ada y Odisea) y m?s claramente en Hes?odo (Teogon?a), donde se observa un intento genuino de sistematizar las tradiciones. Los llamados Pre-Socr?ticos A partir del siglo 6 aC, toma velocidad este proceso de racionalizaci?n, cuando aparecen personas que empiezan a hacerse preguntas m?s profundas, buscando explicaciones m?s universales y m?s consistentes con la realidad, del tipo de ?cu?l es el origen de todo lo que existe? ?de qu? est? hecha la realidad? Aunque estas preguntas est?n respondidas, en cierta medida, en los mitos, las respuestas m?ticas se empiezan a considerar insuficientes. Todas las civilizaciones se hab?an dado cuenta de lo ef?mero lo pasajero y lo cambiante de la existencia de las cosas. Pero los griegos empezaron a preguntarse: pero ?hay algo permanente en el mundo, debajo de toda esa apariencia de cambio? Como en la Grecia de esa ?poca se cre?a que el cosmos era eterno, las explicaciones del mundo no se buscan en su origen temporal, sino en su constituci?n: ?de qu? est? hecha la realidad natural, la fisis? La pregunta que se trataron de responder los presocr?ticos no fue una pregunta sobre el hombre como hicieron los indios, ni sobre la sociedad, como estaba haciendo Confucio, en la China de esa ?poca. La pregunta que se hicieron los griegos fue sobre la Naturaleza. Se preguntaron ?Qu?es lo permanente en los cambios? Para decir que algo cambia, tiene que haber algo que permanezca, porque si no, no podr?amos predicar que “algo” cambi?. ?Qu? es lo que cambia y qu? lo que permanece? A lo que permanece en los cambios, y que siempre ha existido, de le llam? el “Principio” (arch?, en griego). Se puede apreciar que lo que estaban buscando, ya en estos primeros pasos del pensamiento abstracto, era unas leyes de la naturaleza. Las respuestas que se dieron a esta interrogante, es lo que constituye la filosof?a de los siglos 6 y 5, y que hemos etiquetado como pre-socr?tica, por la unidad tem?tica y de m?todo. Los j?nicos Los fil?sofos de Miletos, al oeste de Turqu?a, Tales (639-547), Anaximandro y Anax?menes, barajaron respuestas como el principio era el agua, o el infinito, o el aire, respectivamente. Her?clito (540-480 aC), tambi?n de esa regi?n, lleg?a la conclusi?n que lo constante era el cambio, en el sentido de una enfrentamiento c?clico (una dial?ctica) entre opuestos, como fr?o y calor, d?a y noche, etc. Pit?goras Pit?goras (571-497 aC) desde Sicilia, propuso que en el fondo de la Naturaleza lo que hay con n?meros, y que las cosas que existen en la Naturaleza son imitaciones de unos n?meros ideales, que existen, puros, en un mundo de las ideas. Parm?nides Parm?nides, en el sur de Italia, lleg?, por el contrario, a la conclusi?n de que lo permanente era “el ser” y que el cambio no exist?a. Lo importante al estudiar Parm?nides no es tanto su conclusi?n sobre “el principio” de las cosas, sino c?mo lleg? a ella. En primerlugar, Parm?nides quiso “pensar” con rigurosidad, y descubri? que hay unos principios o reglas del pensamiento que uno tiene que seguir para evitar las ideas vagas, o contradictorias. Formul?una ley del pensamiento, que luego han aceptado como la principal todos los pensadores, sobre todo los occidentales, que dice: “El ser es, y el no ser no es”, que luego se ha llamado el “principio de no contradicci?n”. Y la verdad es que si uno se toma muy en serio este principio, efectivamente acaba negando el cambio, el movimiento, porque para pasar de un sitio o otro hay que “dejar de ser”, en cierta medida, y como no se puede dejar de ser porque “el no ser, no es” pues entonces nada puede cambiar, no hay movimiento y, pensando un poco m?s, no hay pluralidad de seres, solo hay un ser, eterno, inm?vil. Por 25 siglos todos los pesadores de la naturaleza han tratado en el fondo, de contestar a Parm?nides, en cuanto a c?mo sea posible compatibilizar el ser con el cambio. No es tarea f?cil. Arist?teles para conseguirlo,lo que hace, en el fondo, es descubrir que hay varios “niveles” de ser: desde el ser de Dios, en el que efectivamente no hay cambio, hasta entes de raz?n, pasando por seres materiales finitos. En definitiva, lo que hace es “mezclar” un poquito de no ser con el ser: descubri? la analog?a del ser. El segundo punto importante Parm?nides es la confianza absoluta en lo que la raz?n le dec?a. Cuando se enfrent?con el hecho de que los sentidos le presentaban constantemente el cambio, no dud? en concluir que los sentidos no nos ofrecen la verdad y la raz?n s?. Emp?docles Emp?docles, de Sicilia (494-434 aC), trat?de unificar las visiones de Her?clito y Parm?nides, diciendo que hay 4 elementos que son principio de todo: agua, aire, fuego y tierra: estos elementos est?n continuamente mezcl?ndose por causa de dos fuerzas elementales que hay en la Naturaleza: el amor, que une las cosas, y el odio que las separa. Nuestros sentidos perciben el constante cambio en las cosas, pero, por abajo, en el fondo, solo hay agua, aire fuego y tierra, elementos inmutables y eternos. Anax?goras Todos los anteriores fil?sofos se pueden clasificar como monistas en el sentido de que piensan que toda la realidad es de un solo tipo que podr?amos etiquetar de material o, mejor dicho, que toda la realidad tiene un ?nico principio. Esto quiere decir que no divid?an la realidad entre un ?mbito material y otro no-material (espiritual, formal, mental, etc). Con Anax?goras (500-428) ya nos movemos de Italia a Atenas, y ya empieza a despuntar algo del dualismo que veremos en los socr?ticos, que exis
te una realidad espiritual, distinta de la material. Su explicaci?n de la composici?n de lo material no es muy l?cida. Piensa que un pedazo de madera est? hecho, en lo ?ntimo, de semillitas (spermata) de todas las dem?s cosas que existen en el mundo: roca, sangre, viento, etc. Pero lo interesante es que habla ya que de todas esas semillitas son puestas a caminar por un nous por una mente. Este nous mueve a las part?culas, pero no es movido pornadie. Es una causa incausada e inmutable, de una realidad algo distinta de la part?culas. Pero no tiene ni intenci?n, ni ning?n otro atributo espiritual. De todas formas ya con esto puso las bases para que Plat?n definiera el mundo de las ideas, o de las formas. Dem?crito El ?ltimo de los pre-socr?ticos, aunque era contempor?neo con S?crates, fue Dem?crito (460-370). Ide? una forma de resolver el problema del principio de la Naturaleza que unificaba las ideas de todos los anteriores: la Naturaleza est? hecha de “?tomos” part?culas s?lidas, irrompibles, simples; entre ellas lo que hay es vac?o; y se agrupan para formar las distintas cosas que componen la realidad, incluso el alma. Con esta explicaci?n se a?nan las explicacionesanteriores: hay algo inmutable en el fondo de la Naturaleza (Parm?nides); que se combinan constantemente entre s? para formar las cosas (el flux de Her?clito); impelidos por fuerzas opuestas de atracci?n y repulsi?n (Emp?docles) y est?n organizadas en un cosmos, en un ordenamiento, por una mente ordenadora (el nous de Anax?goras). Algo debe de llamarnos la atenci?n del atomismo: su gran parecido con la concepci?n moderna del universo. Y as? es, en el siglo 15, tras 2,000 a?os de una cosmovisi?n unitaria, triunfar? una visi?n atomista (que eso es, en el fondo, el mecanicismo de la ciencia hasta finales del siglo 20): la mejor explicaci?n del mundo es verlo como una serie de objetos (cuerpos o part?culas) que interact?an entre s? por medio de unas fuerzas: lamateria como ?tomos, la vida como c?lulas, la enfermedad como g?rmenes, etc. Tras haber sido desplazado, nada m?s nacer, por el unitarismo, u organicismo de Arist?teles, el atomismo ver?de nuevo la luz a partir del renacimiento hasta nuestros d?as. Podemos extraer una ley todav?a m?s general de la historia del pensamiento, de la forma en la que el hombre ve el mundo: el pensamiento humano avanza haciendo zig-zag (realmente un ying-yang) entre dos formas alternas (pero complementarias) de ver el mundo: 1) como una unidad 2) como una multiplicidad. En las fases tipo 1 (unitarias) del ciclo se busca la verdad en las leyes universales; en las fases tipo 2 (atomistas o corpusculistas) se busca la verdad en lo concreto y singular.De hecho la modernidad puede explicarse como la consecuencia de un ciclo atomista, el nominalismo de Occam, que dio lugar al empirismo, y a sus reacciones unitaristas: el racionalismo y el idealismo, al que sigui? el romanticismo, como reacci?n atomista. Sofistas Como pasa muchas veces en la Historia, tras un periodo de mucha efervescencia te?rica, donde los pensadores se han elevado a grandes alturas especulativas, vino despu?s un periodo de “cansancio especulativo”, donde los pensadores prefirieron dedicarse a cosas m?s pr?cticas, como por ejemplo, c?mo usar la sabidur?a para convencer a las asambleas. Aparecieron de esta forma los sofistas, cuyo nombre significa expertos, y que atacaron a las pretensiones de encontrar la verdad de los pensadores anteriores. Se concentraron, por el contrario, en el arte de preparar a las personas para conseguir o mantener el poder. Eran relativistas, en la moral y en la metaf?sica, lo que significa que no cre?an que se pudiera conseguir la verdad sobre lo que son las cosas ni sobre c?mo comportarse. Cada persona formar?a una opini?n y no hay un criterio objetivo para decidir qu? es cierto o correcto. Esta ?poca del sofismo, con su poca confianza en la capacidad del hombre de conocer la verdad es ahora especialmente interesante, porque se va a repetir en la Historia con el nomimalismo del siglo 13, y con el relativismo del siglo 20. Ambos siguieron a per?odos de gran energ?a especulativa como fue el escolasticismo medieval del siglo 12 y el idealismo hegeliano del siglo 19. Los sofistas se concentraron en Atenas, el centro de poder pol?tico y de las asambleas del mundo griego en ese momento. Y fue en Atenas, donde volvi?a surgir, como reacci?n al escepticismo de los sofistas, una “escuela” filos?fica que recuper? una gran confianza en el poder de la raz?n y que llegar?a a ser el movimiento filos?fico de mayor impacto en la historia de la humanidad: los socr?ticos: S?crates, Plat?n y Arist?teles. Lecciones aprendidas de los presocr?ticos En resumen, hay unas lecciones muy definitivas que podemos extraer de este repaso de los primeros fil?sofos. Podemos concluir que los pre-socr?ticos tuvieron unas intuiciones muy importantes, que han influido fort?simamente en la cultura Occidental, hasta el punto de poder decir que la han definido: 1) la existencia de un logos, de una regularidad, unas leyes universales en la Naturaleza, que la explican. 2) la existencia de una forma de conocer la realidad, muy superior a los sentidos, que consiste en pensar, en contemplar las cosas dentro de nosotros, en abstraer lo general, en definitiva de la raz?n. 3) El uso de la raz?n para conocer la verdad exige que se sigan una leyes de pensamiento: ley de identidad, ley de no contradicci?n, en definitiva, la l?gica. Esta opci?n por la l?gica, ser? un rasgo que distinga el pensamiento occidental del pensamiento indio y del chino, que no ser?n tan al?rgicos a las contradicciones, como el griego. Esto limitar? un poco el poder de pensamiento oriental, aunque, igualmente, lo liberar?para proseguir los otros caminos (la intuici?n y la fe). 4) el rechazo de la Tradici?n, de los mitos de los poetas, como forma de alcanzar sabidur?a, superada ampliamente por la Raz?n, como forma suprema de conocimiento.

Qué busca la filosofía, en pocas palabras

Si hubiera que resumir en pocas palabras qué es la Fisolofía, se podría afirmar que la filosofía es la búsqueda de respuesta a 4 preguntas pirincipales: ¿Cómo debemos comportarnos? ¿De qué está hecho el mundo? ¿Qué puedo conocer del mundo? ¿Quién organiza el mundo?


ÉTICA ¿Qué conducta está bien y cuál está mal?  ¿Qué hacer para agradar a los dioses y que ellos me favorezcan? POLÍTICA (es la parte de la ètica  que brega con el comportamiento correcto en la comunidad): ¿Cómo nos organizamos para sacar adelante la comunidad? ¿Quién debe hacer qué? ¿Quien caza, quién cocina, quien manda? ¿Por qué puede mandar el que manda? ¿Hasta dónde hay que obedecerle?

ONTOLOGÍA  ¿De qué está hecho el mundo? ¿Por qué el mundo es como es?


EPISTEMOLOGÍA  ¿Qué puedo conocer del mundo y cómo?

TEOLOGÍA: ¿Alguien gobierna el mundo? Las cosas que pasan ¿ocurren por alguna voluntad o querer de alguien?

Filosofía es la búsqueda de explicaciones generales (universales) a los fenómenos usando el razonamiento

Esto implica:

  1. No está atada a ningún método particular, excepto que filosofía es un ejercicio de la razón, por lo tanto la lógica y la abstracción son pasos obligados.
  2. No está especializada en un ámbito de la realidad.Incluye todos los ámbitos de la realidad que se puedan alcanzar con la razón: abarca muchas de las cosas que llamamos teología y todo lo que llamamos ciencia. No importa de dónde provenga el dato (de la revelación, de la experiencia, de la razón)
  3. En conclusión, para definir si un conocimiento es filosófico, lo que importa, no es de dónde provenga el dato, sino el objetivo, qué se está buscando (la explicación más general de la realidad) y la forma o el método de buscar (usando la razón según las leyes de la lógica)
De aquí podemos concluir que la filosofía es la búsqueda de las explicaciones últimas de cualquier aspecto de la realidad usando el razonamiento.

Lutero, en pocas palabras

Desde el punto de vista de la historia de la ideas, no es la Doctrina de la Justificación lo más importante de Lutero. Esta doctrina, con algún matiz, podría haber sido católica. Lo importante de Lutero es que fue el precursor de un cisma que sirvió para encumbrar en la ola política, es decir, en establecer, algunas ideas que se estaban cociendo desde que el pensamiento de Aristóteles llegó a Paris en el siglo 12. 

Lutero se formó como teólogo en medio de la controversia entre Dominicos contra Franciscanos/Agustinos donde los Dominicos defendían la racionalidad y su capacidad de conocer a Dios y los Agustinos y Franciscanos se inclinaban más por no usar la especulación con Dios, sino limitarse a quererlo, a buscar la Caridad, a “hacer” en vez de “especular”. Lutero, sin pertenecer a un partido, se inclinó por recortar la razón, para permitir que sea la caridad (voluntad y afectos) la que llegue hasta Dios.

Entonces, las ideas que Lutero ayudó a triunfar en Europa y que ayudaron a configurar la modernidad, fueron;

  • La idea más importante que Lutero ayuda a triunfar es el ideal emancipatorio, o la idea de libertad como libertad de elección, y no como auto-gobierno (“libertad de” y no “libertad para”).
  • Lo primero que hay que emancipar o liberar es a la razón de la autoridad, de la tradición, en definitiva, como se hará más tarde, hay que liberar a la razón de la fe.
  • El individiuo (no la colectividad, la Iglesia) es el centro del drama de la salvación: cada individuo tiene que conseguir la certeza de estar salvado (no se lo dice la Iglesia ni sus normas o costumbres); cada individuo tiene que interpretar la Escritura, cada individuo debe buscar su propia salvación: nada de comunión de los santos, de salvación corporativa.
  • Hay que emancipar a las naciones. Basta de un Imperio único. Cada colectivo humano tiene el derecho (se empieza a hablar de derechos)  de ser una nación independiente.

David Hume, en pocas palabras

El objetivo global de Hume es el objetivo de la Ilustración: poder construir una filosofía sin tener que recurrir a la idea de Dios: ni para fundamentar la moral, ni la política, ni siquiera la epistemología. Hume descubre un método para logar esto: no aceptar nada que no fuera experimentable.

Para justificar la moral (por qué lagunas cosas no se puede hacer) Hume parte de un axioma: lo que nosotros llamamos virtud y vicio son simplemente placer o dolor que nos producen ciertos actos. Es decir, la moralidad no es algo “religioso” o una regla de conducta que dice qué nos va a traer un premio o castigo, sino que es al revés: consideramos bueno lo que nos reporta placer. Tenemos los hombres un sentimiento de simpatía: no nos gusta ver sufrir a otra gente, y nos gusta verlas felices. Lo que deben hacer las personas para ser buenas moralmente es cultivar estos sentimientos que nos solidarizan con los demás.

Hume es el que introduce la separación entre el ser y el deber ser, entre lo positivo y lo normativo. Según su método no hay forma de poder pasar del ser al deber ser, porque este no es observable.  

Hume no desarrolló mucho sus ideas políticas: el Estado es un cuerpo artificial que crearon los hombres para que vele por que se respete la propiedad y las promesas.

Cuando Hume empezó a profundizar en su propio método (solo aceptar lo experimentable como cierto) se dio cuenta que de esa no se podía llegar a la certeza, porque inductivamente -a base de muchas observaciones individuales- no se podía llegar nunca a una CERTEZA universal (la inducción sirve para conocer la verdad, pero no para alcanzar certeza). Por esto Hume cayó en el escepticismo: realmente no podemos conocer la realidad.

Adam Smith, en pocas palabras

Su gran obra, en su propia opinión, no fue la Riqueza de las Naciones (1776), sino la Teoría de los Sentimientos Morales (1759), donde Smith desarrolla la teoría de Hume de que la moralidad consiste en seguir los buenos sentimientos (lo que nos hacen solidarizarnos con los demás).

Más adelante, ante las luchas económicas entre Inglaterra y Francia, Adam Smith escribe la Riqueza de las Naciones, atacando al “dirigismo” o estatalismo francés. El mercantilismo de ministro Colbert pensaba que la economía era un juego de suma cero, y que la riqueza de las naciones consistía en acumular oro a base de exportar mucho y de importar poco. 

Adam Smith, contra estas tendencias, propuso que la riqueza de las naciones está en la cantidad y calidad de su fuerza de trabajo (y en la división y especialización de este trabajo). Si se deja a las personas buscar su propio interés, esto hará que, como llevadas por una mano invisible, alcance el mayor bien para todos. Es una aplicación de su teoría de los sentimientos morales: si todos nos dejamos llevar por nuestros buenos sentimientos, el mundo será mejor.

Esta teoría no es muy tremenda, ¿por qué se le da Smith un papel tan importante en la ciencia económica? La razón por la que este libro dejó huella en la historia de las ideas, es que empezó a usar muy rudimentariamente técnicas analíticas (equilibrio, especialización, etc) que hicieron creer que podía existir una “ciencia” de cómo hacer riqueza, una “ciencia económica”, parecida a la física (idea ésta que será la que guiará a Walras a desarrollar la economía como ciencia matermática). 

Otra razón de su importancia es que le dio un apoyo doctrinal al liberalismo inglés, de Locke, donde cada persona tiene una propiedad (al menos su cuerpo y su mente) y tiene el derecho natural a sacarle provecho a eso. Estas ideas de Smith ayudaron a la Revolución Americana que era, en el fondo, un levantamiento contra el mercantilismo inglés (que obligaba a que las colonias se dedicaran tan solo a levantar su metrópoli).