El lugar de la fe: entre la razón y el sentimiento – Joseph Ratzinger – Summary

El lugar de la fe: entre la razón y el sentimiento

Tomado de “La fe, entre la razón y el sentimiento” del libro “Fe, Verdad y Tolerancia”, 2005. Basado en varias conferencias de los años 1999 y 2000.

Joseph Ratzinger

La crisis de la fe en la actualidad (de todas las denominaciones) se debe a que se sacó a la fe de su sitio: al principio de la Edad Moderna, cuando la razón se hipertrofió, se quiso poner la fe dentro de los límites de la razón y luego, cuando esto no funcionó, se la recluyó en los dominios del sentimiento. El hombre estará en crisis hasta que se comuniquen el ámbito objetivo y el subjetivo. El cristianismo, desde Abrahán hasta Cristo, es una síntesis del misterio y la razón. Para devolver a la humanidad la luz que supuso el cristianismo en sus primeros siglos, hay que 1) reconocer la fe debe ser primero racional, como pre-requisito para que pueda ser después supra-racional: importancia de la racionalidad de la fe; 2) reconocer hay otras formas de encontrar la verdad, además de la razón y que, por tanto, deben potenciarse las capacidades místicas del hombre.

El lugar de la fe, entre la razón y el sentimiento.. 68

A. LA CRISIS DE LA FE EN LA ACTUALIDAD: no se pudo armonizar la fe con la razón. 73

B. CÓMO SE FORMÓ LA RELIGIÓN CRISTIANA COMO UNA SÍNTESIS ENTRE LA RAZÓN Y EL MISTERIO.. 74

a) El comienzo del camino cristiano: El Dios de Abraham: un dios que no es de un lugar ni de de un tiempo. 74

b) Crisis y dilatación de la fe de Israel durante el destierro: nuestro dios es el Dios universal, no tenemos un dios propio. No necesita sacrificios ni templo. 74

c) El camino hacia la religión universal después del destierro. 75

d) El cristianismo se presenta como una síntesis entre la fe y la razón, entre la razón y el misterio. 75

C. ¿SE PUEDE VOLVER A PRESENTAR AHORA EL CRISTIANISMO COMO ESA SÍNTESIS ENTRE RAZÓN Y MISTERIO?. 76


A. LA CRISIS DE LA FE EN LA ACTUALIDAD: no se pudo armonizar la fe con la razón

La Ilustración tuvo como lema “la religión dentro de los límites de la mera razón”. Pero esta religión puramente racional se hizo pedazos muy pronto, pues carecía de vigor que sustentara la vida. La desintegración de las religiones antiguas y la actual crisis del cristianismo demuestran que cuando una religión no puede armonizarse ya con las certidumbres elementales de una concepción del mundo y de la vida, entonces se extingue. Pero, a su vez, la religión necesita también una adquisición de poder que vaya más allá de lo pensado por uno mismo, porque solo de esta manera es admisible la exigencia absoluta con que esta adquisición de poder se alza en el hombre. Y así, después de la Ilustración, se le buscó un espacio donde no estuviera impugnada por el avance de los conocimientos racionales. A esta religión se le asignó el “sentimiento” como su parcela propia dentro de la existencia humana.

Pero, la religión no puede restringirse a un nivel sectorial porque existe precisamente, para integrar al hombre en la totalidad de su ser, para vincular entre sí en entendimiento, el sentimiento y la voluntad. La religión no debe arrogarse la pretensión de resolver los problemas que posean sus propias leyes, pero debe capacitar para adoptar decisiones últimas, en la que está en juego siempre la totalidad del hombre y del mundo. Sin embargo, hoy vivimos en una situación desgraciada en la que dividimos al mundo sectorialmente. Con esto podemos alcanzar algunas cotas que hasta ahora impensadas. Pero quedan así sin respuestas las preguntas de la verdad y del valor.

La crisis de la actualidad consiste precisamente en que quedan sin comunicación el ámbito objetivo y el subjetivo; en que la razón y el sentimiento se van distanciando y de esta manera ambos se enferman. La razón especializada sectorial es muy poderosa, pero no puede penetrar las preguntas fundamentales del hombre, porque esta especialización es la estandarización de un tipo único de certidumbre. La religión también se enferma porque se desliga de los grandes contextos mentales y se limita a prometerle al hombre más poder y más satisfacción. Y este daño no lo está sufriendo solo el cristianismo sino el Islam y las religiones hindúes, etc

[p 128] Las cosas no pueden ser de otra manera: la razón y la religión tienen que volver a acercarse la una a la otra, sin disolverse recíprocamente. No se trata de salvaguardar los intereses de las antiguas corporaciones religiosas. Se trata del hombre, del mundo. Ambos no pueden salvarse si no llega a verse a Dios de manera convincente.

B. CÓMO SE FORMÓ LA RELIGIÓN CRISTIANA COMO UNA SÍNTESIS ENTRE LA RAZÓN Y EL MISTERIO

El objetivo de este estudio es dejar patente la racionalidad interna de lo cristiano. [p 129]Aquí tropezamos con una dificultad. La fe cristiana no es un sistema. No puede presentarse como un edificio acabado del pensamiento. La fe cristiana es un camino, y es propio de un camino que solo entrando por él se le reconozca que uno va caminando por él.

1. El comienzo del camino cristiano: El Dios de Abraham: un dios que no es de un lugar ni de de un tiempo.

El camino comienza con Abrahán. Abrahán era un ser humano que sabía que Dios le había hablado y que plasmó su propia vida con arreglo a ese diálogo. ¿Qué podemos decir de ese Dios? No se presenta con la pretensión monoteísta de ser el único Dios de todos los hombres y del mundo entero. Pero tiene una fisonomía específica: no es el Dios de una nación determinada y de un ámbito como los aires o las aguas [p 130]. Es el Dios de una persona, Abrahán. Esto tiene tres consecuencias:

a) Es un Dios translocal: tiene poder en cualquier lugar a favor de esa persona que le pertenece. Puede hasta distribuir países porque no está vinculado a ninguno.

b) Es un Dios transtemporal: actúa principalmente en el futuro; lo esencial es la promesa. El presente queda relativizado porque la persona que sigue a ese Dios tiene que estar mirando al futuro, hacia algo distinto, hacia algo mayor.

c) Es un Dios santo: porque a) es benévolo, b) porque reclama del hombre una integridad moral.

2. Crisis y dilatación de la fe de Israel durante el destierro: nuestro dios es el Dios universal, no tenemos un dios propio. No necesita sacrificios ni templo.

[p 131] Tras Abrahán parece que la religión de Israel se va pareciendo más a las religiones del próximo oriente en cuanto que Dios parece el dios de un pueblo: pacto con las 12 tribus; formación de la monarquía, edificación del Templo, detallada legislación cultual. En el destierro, sin embargo, queda claro que no es como los otros dioses. Un dios que dejara que su pueblo y su templo fueran derrotados, ese dios desaparecería. Pero en el destierro resalta la grandeza de este Dios, su total diferencia respecto a las otras deidades. La idea religiosa general en esa época era que los hombres alimentan a los dioses y los dioses mantienen el mundo. Pero no, el Dios de Israel no necesita de ese culto en el Templo. Ya desde la época de Salomón se había identificado al Dios-Persona de los patriarcas con el Dios universal, creador, a quien todas las religiones conocen, [p 132] pero no hacen caso porque no tiene que ver con los asuntos nacionales. Pero es ahora en el destierro que esta identificación se convierte en la fuerza para la supervivencia: Israel no tiene ningún dios especial, sino que adora al Dios único. No necesita sacrificios, pues todo le pert
enece. El verdadero sacrificio es el hombre que llega a ser conforme a los deseos de Dios. Al mismo tiempo vuelve a resaltarse el elemento futuro de la fe de Israel, o la relativización del presente.

3. El camino hacia la religión universal después del destierro

Dos factores que marcan estos 500 años:

a) La aparición de la literatura sapiencial

b) El paso del judaísmo al mundo griego en Alejandría

(1) Aparición de la literatura sapiencial

Junto a la Ley y los profetas, aparece un tercer pilar de judaísmo: la sabiduría. Influida primeramente por las tradiciones sapienciales egipcias, pero con una huella griega patente. Con este género se profundiza en la fe en un solo Dios, asociando este monoteísmo con una comprensión racional del mundo: la racionalidad que aparece en la estructura del mundo es un reflejo de la sabiduría creadora de la que procede. Esto permitirá luego empatar la cosmología con la moral: la Torá, la Ley, es una autopresentación de la sabiduría. Todo esto resuena de elementos griegos del platonismo y del estoicismo (enlace entre interpretación divina del mundo y la moral).

Se plantea la literatura sapiencial el contacto con lo no-divino, con lo irracional: la experiencia del sufrimiento en el mundo. Con esto la moral avanzó, desligándose de la cuestión del éxito y buscando un sentido al sufrimiento.

(2) La presentación del judaísmo ante el mundo griego en Alejandría.

Esta presentación se hace sobre todo con la traducción de los Setenta de la biblia hebrea al griego. En ésta se acentúa más el carácter universalista de la religión de Israel. Dios ya no se llama YHWH sino Kyrios. Estos libros sagrados fascinaron a las mentes ilustradas de la antigüedad, cuyas religiones habían perdido fuerza desde la crítica socrática. El pensamiento socrático, sin embargo, no implica escepticismo ni el pragmatismo sino el comienzo del anhelo de la religión apropiada. Se toman por tanto dos caminos: a) las religiones mistéricas b) el judaísmo. El monoteísmo salió reforzado. Se creó por el mundo antiguo una red de “temerosos de Dios” que seguían al judaísmo sin ser judíos. Esta red fue la primera receptora, poco después, del mensaje cristiano.

4. El cristianismo se presenta como una síntesis entre la fe y la razón, entre la razón y el misterio

Ya la fe de Israel presentada en los Setenta era una armonía entre Dios y el mundo, entre la razón y el misterio. Pero era, todavía un Dios ligada a un pueblo determinado. Un no judío solo podía situarse en las afueras de esta religión. Con el cristianismo se rompe el “muro de separación” (Ef 2,14) porque en la persona de Cristo se sintetiza todo, el que lo sigue cumple toda la Ley, y el sacrificio de Cristo es el abrazo definitivo entre Dios y el hombre, del que queda testimonio en la Eucaristía.

Se realizó con esto la culminación del proceso, del movimiento espiritual de Israel comenzado con Abraham.

A. ¿SE PUEDE VOLVER A PRESENTAR AHORA EL CRISTIANISMO COMO ESA SÍNTESIS ENTRE RAZÓN Y MISTERIO?

El origen de este divorcio entre razón y misterio estuvo en una autolimitación que se impuso la razón, paradójicamente, debida a su propio éxito. Se admitió como método universal de conocimiento el método de las ciencias naturales[9]. Copérnico, Galileo y Newton eran platónicos, en el sentido de que presuponían que el mundo se halla estructurado matemática y racionalmente y, por lo tanto, es posible descifrarlo. Lo nuevo consiste, en la Edad Moderna, en asociar esto con el experimento, como forma de descubrir esa racionalidad.

Esta forma de razonar produjo tanta certeza y tanto dominio sobre lo material (tecnología) que el hombre se obnubiló y llegó a creer que toda forma de conocimiento debiera ser científico-experimental. Y todo lo que no se ajuste a este canon de conocimiento no es verdad.

Pero una razón que se limita a si misma de esta forma es una razón amputada. Si el hombre no puede preguntarse racionalmente acerca de las cosas esenciales de la vida, a cerca de su de dónde y a dónde, a cerca de lo que debe hacer y de lo que puede hacer, acerca de la vida y la muerte, y tiene que dejar esos problemas decisivos a merced de un sentimiento separado de la razón, entonces el hombre no está exaltando la razón sino deshonrándola.

El radio de la razón ha de ampliarse de nuevo, salir de la prisión que nos hemos construido a nosotros mismos, y debemos volver a conocer otras formas de cercioramiento, en las que se halle en juego el hombre en su totalidad. Lo que necesitamos es algo parecido a lo que encontramos en Sócrates: una expectante disposición para abrirse y para extender la mirada más allá de sí mismo. Esta disposición reunión a los dos mundos centrales entonces, Atenas y Jerusalén e hizo posible que sonara una nueva hora en la historia.

Necesitamos un nuevo humanismo que se base en: 1) una nueva disposición de búsqueda, un rigor metodológico, pero con 2) una humildad que se inclina ante lo hallado y no lo manipula, no permite al hombre dejarse llevar por el afán de poder y de dominar el mundo, porque no percibe la propia lógica interna de lo que está haciendo. En definitiva, ha
y que reforzar de nuevo la capacidad mística de la mente humana; la capacidad de retirarse a sí mismo, una mayor apertura interior; una disciplina que se sustrae a los sonidos y a las impertinencias.

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