¿Es el cristianismo la verdadera religión? – Joseph Ratzinger – Summary
¿Es el cristianismo la verdadera religión? Por Joseph Ratzinger
Tomado del “Cristianismo ¿la verdadera religión?” en el libro “Fe, Verdad y Tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo”, 2ª ed, Salamanca 2005.
Quintaesencia: la crisis del cristianismo viene de su pretensión de ser la “religión verdadera”, en una época en que el pensamiento moderno nos dice que no podemos conocer a Dios, por ser inmaterial; lo que conocemos son parcialidades de la verdad, que sumadas todas nos dan una idea, pero no la verdad de Dios. Pero en los primero siglos del cristianismo, su atractivo era precisamente el ser una ilustración que desterraba los mitos y hacía triunfar la racionalidad. ¿Qué ha cambiado? En estos días la ilustración sólo admite como forma válida de conocer la ciencia experimental, lo que se puede comprobar. Con esto la verdad se parcializó: hay una verdad para cada ámbito. En este contexto ¿puede el cristianismo volver a presentarse como religión verdadera? La gente no podrá renunciar a encontrar la razón última de las cosas. Lo que tiene que hacer el cristianismo es dar testimonio de su opción fundamental: que la armonía entre la razón y el amor son la base de lo real,
Contents
El cristianismo ¿es la verdadera religión?
(2) Además de por la racionalidad, el cristianismo venció por su seriedad moral
C. Porqué hoy en Día la ilustración y la fe se consideran contradictorios
(1) Hoy la Ilustración ha cambiado su discurso: ya no conocemos la verdad sino imágenes.
(2) La ilustración nueva determinó que sólo conocemos lo experimentable, y esto es lo real.
A. ¿Tiene sentido preguntarse si el cristianismo es la religión verdadera o es mejor que se contente con ser otra religión más?
El cristianismo está en crisis, sobre todo en Europa, y esto se debe a lo incompatible que es con el pensamiento occidental una afirmación que hace el cristianismo de sí mismo: que es la religión verdadera, en los dos aspectos de esta afirmación: que es la única y que es verdad. El pensamiento moderno duda de que quepa aplicar el concepto de verdad a la religión, es decir, si tiene el ser humano la capacidad de conocer la genuina verdad acerca de Dios.
El hombre de hoy se encuentra más bien reflejado en la parábola budista del elefante y los ciegos. Un rey convocó a todos los ciegos de nacimiento de la ciudad y les llevó un elefante. A unos les mandó palpar la trompa, a otros las orejas, a otros los colmillos. Luego les preguntó ¿cómo es un elefante? Unos decían “es como una esterilla”, otros, “es como un tronco”, otros, “es como un arado”. Y se pusieron a pelear entre sí mientras el rey reía. El conflicto entre las religiones es, para el pensamiento moderno, como una pelea entre ciegos de nacimiento, ya que todos somos ciegos ante lo divino. Y el cristianismo, con su pretensión de ser la verdad, parece hallarse especialmente ciego y ser especialmente fanático al declarar que la parte palpada en la propia experiencia, es la totalidad.
Este escepticismo ante la pretensión de poseer la verdad es corroborado adicionalmente por cuestiones que la ciencia moderna ha planteado sobre el contenido y orígenes de lo cristiano: la evolución contra la creación y el pecado original, la exégesis crítica contra la divinidad de Jesús y el origen de la Iglesia desde Él, etc. Con esto se van reduciendo los contenidos de cristianismo a símbolos, haciéndolo una forma de experiencia religiosa que debiera situarse humildemente junto a las otras experiencias religiosas.
Pero un ciego de nacimiento sabe que él no ha sido creado para ser ciego y, por tanto, no dejará de preguntarse acerca del porqué de su ceguera y cuál será el camino para salir de ella. Si el hombre no sabe de dónde viene ni para qué existe ¿no será en todo su ser un criatura fallida? La tranquilidad que se logra al rechazar la pregunta sobre la verdad de Dios es una tranquilidad engañosa. El hombre nunca podrá vivir con la idea de ser ciego de nacimiento para las cosas importantes de la vida. Tendrá eventualmente que volver a plantearse la pregunta sobre la verdad del cristianismo.
B. ¿Cómo volver a plantear la pregunta sobre la verdad del cristianismo? Veamos cómo se vio a sí mismo el cristianismo original
Para responder a la pregunta de si el cristianismo es la religión verdadera hay que tomar dos caminos. Por un lado la teología cristiana tendrá que responder una por una las distintas instancias que se han levantado en la filosofía, en las ciencias y en la historia, contra la pretensión del cristianismo de poseer la verdad. Pero en segundo lugar deberá tratar de adquirir una visión total sobre la verdadera esencia de cristianismo, de su posición en la historia de las religiones y en la existencia humana.
Para ayudar a responder a esta segunda pregunta, vamos a examinar cómo el cristianismo se contempló a sí mismo en sus orígenes frente a todo un cosmos de religiones y cómo respondió a la pregunta de por qué era la religión verdadera.
(1) El cristianismo se veía a sí mismo con una filosofía verdadera que superaba los mitos religiosos: una Ilustración.
1. San Agustín clasifica al Cristianismo como teología física, no política, ni mítica
La mejor forma de ver cómo el cristianismo se veía a sí mismo en el cosmos de las religiones es analizar cómo san Agustín se enfrenta a la filosofía de las religiones del filósofo romano Marco Terencio Varrón (116-27 aC). Varrón dice que hay tres formas de explicar lo divino o tres “teologías”:
- Teología mítica: trabajada por los poetas; ejercitada en el teatro; su contenido son las fábulas sobre los dioses;
- Teología física o natural: trabajada por los filósofos; ejercitada en el cosmos; su contenido es discutir quiénes son los dioses, si son de fuego o de números o de átomos.
- Teología política: trabajada por el pueblo; ejercitada en la urbs; su contenido es el culto; no tiene como término realmente ningún dios sino la religio que es necesaria para que el país se mantenga unido
La teología política no tiene, en último término, ningún dios sino una religión; la teología física no tiene ninguna religión sino sólo una deidad, un dios al que no se le puede dirigir la palabra porque es fuego o átomos o números. De esta forma la religio (entendida básicamente como culto) y el conocimiento racional de la realidad se encuentran en dos esferas separadas y yuxtapuestas. La religión no recibe su justificación de la realidad de lo divino sino de su función política, de que el Estado la necesita para su existencia.
2. Los gentiles cultos vieron en el Cristianismo la forma de adorar al Dios que la filosofía les estaba enseñando
¿Dónde sitúa san Agustín al cristianismo dentro de este esquema de religiones? Sin vacilar san Agustín sitúa al cristianismo dentro del ámbito de la teología física, de la ilustración filosófica. Con esto se pone en continuidad con los primerísimos teólogos del cristianismo (san Justino) con San Pablo en Romanos 1, con la teología sapiencial del AT etc. Según san Agustín, el cristianismo se halla en relación, no con vislumbres míticos, sino con aquello que el análisis racional de la realidad percibe a cerca de lo divino. Esto significa que la fe cristiana no se basa en la poesía ni en la política, que eran dos grandes fuentes de religión, sino en el conocimiento. Con el cristianismo la ilustración de convirtió en religión y no en antagonista de la religión. El cristianismo es el triunfo de la razón sobre el mito. Y por ser una victoria de la verdad tuvo que considerarse a sí mismo como universal y destinado a todos los pueblos: no como una religión específica que desplaza a otras, sino como la verdad que hace que la apariencia sea superflua.
Antes incluso de que apareciera la misión cristiana, algunos sectores cultos del mundo antiguo estaban sintiéndose atraídos por el judaísmo: su monoteísmo lo hacía respuesta a lo que la filosofía (es decir, la ciencia) estaba encontrando. Pero no se puede rezar al ser supremo de la filosofía, porque es una construcción de nuestra mente. Por eso cuando se encontró que ese ser supremo se ha revelado en una religión, entonces la fe y la razón se unieron, y se produjo el fenómeno de los “temerosos de Dios”: gentiles atraídos al judaísmo. Pero estaba el problema de que, no siendo judíos, no podían participar plenamente de esa religión. El cristianismo vino, entonces, a hacer universal al judaísmo.
Para proceder a esta fusión entre la fe y la ilustración, hubo que hacerle dos modificaciones importantes a la filosofía:
- Dios es más que la Naturaleza. Es naturaleza (no es mítico) pero también
es más que ella .-El cristianismo se vinculó con la metafísica. - Dios ha entrado en la Historia, viniendo al encuentro del hombre. Por esto el hombre es capaz de ir al encuentro de Dios, es capaz de salvarse.- El cristianismo se vinculó con la historia.
Parecería opuesto decir que un Dios que supera la Naturaleza es a la vez un Dios que está en la Historia. Pero esta síntesis se da porque, el entrar en la Historia, Dios nos ha hablado y por hablarnos, lo podemos conocer con la razón.
(1) Además de por la racionalidad, el cristianismo venció por su congruencia moral
San Pablo declara que las exigencias de Dios a cada uno de los hombres, las exigencias de la Ley, están inscritas en el corazón de cada hombre de forma que el hombre intuye como bueno lo que se le presenta. Esta es la moral de los estoicos, pero la supera porque orienta la acción hacia la caritas, hacia la solicitud amorosa por los que sufren, superando fronteras de clases. Sabemos que el emperador Juliano trato de restaurar el paganismo y para que fuera aceptado impuso a los sacerdotes paganos una conducta limpia y atención por los pobres.
En resumidas cuentas, lo que hizo vencer y convencer al cristianismo en los primeros siglos fue la síntesis entre la fe la razón y la vida.
B. Porqué hoy en Día la ilustración y la fe se consideran contradictorios
(1) Hoy la Ilustración ha cambiado su discurso: ya no conocemos la verdad sino imágenes.
Hoy la ilustración ha cambiado su discurso. Ya no nos dice que todo lo que existe viene de un ser supremo. Lo que nos dice es que no conocemos la verdad como tal, lo único que conocemos son imágenes parciales de la verdad. Hay muchos caminos para acercarse a la verdad: todos nos muestran algo de la totalidad, y ninguno es, en sí mismo, la totalidad. Por lo tanto, cualquier filosofía lo que debe hacer es integrarse pacíficamente en la sinfonía polifacética de lo eternamente inaccesible, que se desvela en símbolos, los cuáles serán nuestra única posibilidad de palpar de algún modo lo divino.
(2) La ilustración nueva determinó que sólo conocemos lo experimentable, y esto es lo real.
Las etapas del proceso de distanciamiento las dieron Decartes, Spinoza y Kant. Hegel intentó de nuevo una síntesis entre ilustración y fe, pero trasladando completamente la fe al ámbito de la razón y suprimirla como fe. Marx opone a este absolutismo del espíritu el absolutismo de la materia: la filosofía debiera reducirse a las ciencias exactas, solo el conocimiento científico debiera llamarse conocimiento. Augusto Comte declara que ya murió la metafísica y todo podrá algún día explicarse en términos físicos. Surge una teoría de la evolución que explica todos los seres sin tener que usar la hipótesis de Dios. Ahora, la idea cristiana de Dios pasa a ser no-científica, y se descarta. Más sentido hace el budismo que niega la realidad de todo, y es una religión mística.
(3) ¿Debemos aceptar que no tenemos acceso a la verdad última de las cosas? ¿Podemos explicar todo con la Evolución, como lo racional saliendo de lo irracional?
Según esto, la pretensión del cristianismo de ser la religio vera ¿habrá quedado superada por el progreso de la Ilustración? ¿Habrá de apearse de su pretensión y sentarse humildemente con todas las otras filosofías? Es un desafío real que tiene el cristianismo, al que no se le puede dar respuesta teóricamente, de la misma manera que la religión, como comportamiento supremo del hombre no puede convertirse jamás en pura teoría. Requiere una sintonía de intuición y de acción que fue su atractivo en los primeros siglos. Pero se puede apuntar en qué dirección seguir.
La pregunta que tiene que responderse el hombre en esta coyuntura es: ¿Es la doctrina de la evolución una teoría universal acerca de todo lo real, más allá de la cual no sean necesarias ulteriores preguntas sobre el origen y la esencia de las cosas? ¿O estas preguntas caerán fuera del ámbito de lo investigable por las meras ciencias naturales? Yo creo que esta es una pregunta que no se puede resolver dentro de las ciencias naturales y que, en el fondo tampoco pueden resolverse ya filosóficamente. Se trata de saber si lo racional se halla o no al comienzo de todas las cosas y como fundamento de las mismas. Se trata de saber si lo real surgió de casualidad y necesidad. Se trata de saber si lo racional que vemos es un subproducto de lo irracional, y en el océano de lo irracional carece de importancia, o si sigue siendo verdad que “in principium erat Verbum”.
C. Conclusión: el cristianismo sólo volverá a ser “religio vera” en la medida en que logre mostrar que la base de todo lo real es una armonía de la razón y el amor
La cuestión última no puede decidirse por medio de argumentos de las ciencias naturales y hasta el pensamiento filosófico tropieza con sus límites. Pero yo pienso que al final, por medio de su opción a favor de la primacía de la razón el cristianismo seguiría siendo hoy ilustración. Y cualquier ilustración que, yendo en contra de todas las apariencias, elim
ine esta opción por la racionalidad, sería realmente no una evolución sino una involución de la ilustración.
En adición, seguirá siendo insuficiente cualquier explicación de lo real que no sea capaz de fundamentar un ethos con sentido. Y cuando se usa la evolución para explicarlo todo, el ethos que se obtiene es el de la selección natural, el de la supervivencia del más fuerte, un ethos cruel. El esfuerzo de destillar lo racional partiendo de lo irracional fracasa aquí estrepitosamente.
En medio de esta crisis de la humanidad, el intento de dar al cristianismo un sentido comprensible como religio vera tiene que aplicarse por igual a la ortopraxis y a la ortodoxia. Su contenido tendrá que consistir hoy día, igual que al principio del cristianismo, en que el amor y la razón se unan como auténticos pilares de lo real.
xXx