¿Guerras de religión? Egoísmos camuflados
¿Guerras de religión? Egoísmos camuflados
Las guerras son conflictos de poder. Al pelear, los promotores tratan de escoger la bandera que más mueva a su gente. Ésta puede ser un agravio (aunque sucediera hace 8 siglos, como en los Balcanes) o, mejor aún, un símbolo, lo más sagrado posible. Muchas veces tan solo puede ser “la patria” o “nuestras mujeres y niños”. Pero, con probabilidad, se puede encontrar algo todavía más santo, que nadie se va a negar a defender: “la democracia” o “Allah” o “Cristo Rey”.
Se entiende. Los signos sagrados son como el broche que cierra la visión de la vida que cada persona tiene. Atacarlos es como quitarle sentido a su mundo. Es insoportable.
Pero, no nos engañemos, las guerras son, para quienes las promueven, egoísmos colectivos desatados. ¿la bandera? La más grande que encontremos