La obligacion de decir la verdad
Cuán importante es la razón humana y la capacidad de encontrar la verdad?
La historia de Europa cabe calificarla como la gran empresa por conocer la verdad sobre las cosas. La filosofía, primero de Grecia y Roma y luego de todo Occidente se caracteriza por el deseo de saber lo que las cosas son. Más aún, el progreso técnico fue patrimonio de occidente porque el hombre europeo y americano se ha dedicando a conocer las leyes que rigen la materia y la vida.
Hubo una época en que se llegí a exagerar el valor de la razón: durante el racionalismo europeo de los siglos 18 y 19, cunado se pensó que solo la razón (la ciencia experimental) bastaba para alcanzar un mundo féliz. Este racionalismo no aguantó el choq
ue con la realidad de la historia de esos siglos, y se calló en el extremo contrario, que es donde estamos hoy, donde no nos interesa tanto saber cuál es la verdad, porque creemos que puede haber una verdad distinta para cada persona, por lo que no es tan interesante tratar de descubir leyes que me aplican solo a mí y no sirven para decirle a los demás por dónde ir.
Por eso si, por ejemplo, existen unos creyentes islámicos que piensan que Estados UNidos merece un castigo en su población civil y tumban las torres gemelas, a casi nadie se le ocurre tratar entender cómo estas personas ven el mundo y la historia para entender porqué actúan así. Simplemente se piensa que ellos tienen su verdad y esa verdad no es compatible conmigo, por lo que trato de eliminarlos antes de que me eliminen. Se ha renunciado al deseo de conocer la verdad.
Pero sin el deseo de descubrir la verdad, el hombre no es auténticamente hombre.
De aquí se percibe la necesidad de recuperar el valor de la razón y el amor a la verdad.
Aunque todas la religiones son, en definitiva, búquedas de la verdad del hombre: de dónde viene, a dónde va, cuál debe ser su comportamiento, en el cristianismo se puede decir la importancia de la conocer la verdad se lleva al extremo. De hecho se considera que la Biblia es la revelación de La Verdad por parte de Dios al hombre. Y en el evangelio de San Juan se caracteriza por la importancia que le da a la verdad: ” Yo soy la verdad”, ha venido ” para dar testimonio de la verdad”, pide por sus discípulos que le Padre “los santifique en la verdad pues tu palabra es la verdad”.
Ofensas contra la verdad
Mentir es “hablar contra la verdad para inducir a error al que tiene derecho a conocerla”
Ofensas contra la reputación
Jucio temerario: cuando si tener suficientes datos, se afirma un defecto moral del prójimo, sea expícita o tácitamente.
Maledicencia: manifestar defectos ciertos de una persona a terceras personas que lo ignoran, sin que haya una razón válida. Son razones válidas el que se sigan daños proporcionados a terceras personas o a la sociedad.
Calumnia: es mentir sobre una actitud culaidad o circustancia de una persona de forma que se daña su reputación y da ocasión a juicios falsos contra ellos.
Pero ¿por qué una persona puede tener derecho a la buena reputación aunque verdaderamente haya cometido una falta? ¿No es esto una hipocresía?
Supongamos que yo sé de seguro que una persona fumaba marihuana mientras estaba en la universidad. Ahora 8 años después somos compañeros de trabajo. ¿Por qué yo no puedo decirle a mis otros compañeros de trabajo lo que esta persona hacía, si a mí me consta que es cierto?
Primero: Tener una buena imagen de todas las demás personas es un derecho que tiene la sociedad como colectivo. Porque gracias a esta buena reputación de los demás es que los hombres se tienen confianza, trabajan en paz y tienen amigos. Este tener una buena imgen de los demás es comptible con el saber que todos somos pecadores y miserables que cometemos faltas, muchas veces vergonzosas. El querer mantener una buena imagen de los demás no es un acto de candidez o ingenuidad, es querer ver habitualmete el lado bueno de las personas, sabiendo que también tendrás sus lados oscuros, para desarrollar vínculos de confianza y de amistad que necesitamos para vivir en sociedad. El que se difundan sin motivo las cosas malas de las personas lleva a que se cree un ambiente en el que parezca que todo el mundo es inmoral, cuando lo cierto es que todo el mundo hace cosas malas, pero hace, en general, muchas más cosas buenas.
Segundo: puede ser cierto que esa persona haya usado drogas, pero posiblemente esto no sea más que el 0.1% de lo que esa persona es. Junto a esto tendrá muchas otras facetas y mucha más historia que esos tristes eventos. Sin embargo si nosotros difundimos esos hechos sin motivo proporcionado, por la debilidad del conocimiento humano, se formará a su alrededor la imagen de esa persona como un vicioso.
Tercero: el honor a las personas es el testimonio social dado a la dignidad humana. El hombre, por el hecho de ser hombre, y no por el hecho de su buen comportamiento, tiene ya una dignidad y un valor. Esta dignidad y este valor aumentan cuando obramos bien, pero hay una cierta dignidad que se tiene por el hecho de ser hombre. Es lo que se llama un derecho humano. Todas las personas tienen derecho a una cierta estima y a un cierto reconocimiento por parte de los demás miembros de la sociedad.
Estos son los fundamentos del derecho humano a la buena reputación, que no se fundamenta en la conducta intachable de las personas sino en la necesidad de la verdad: y la verdad es que la mayoría de las personas luchan la mayoría del tiempo por hacer las cosas bien aunque de hecho no siempre lo hagan.
El deber de reparar
Cuando de comete una falta contra la justicia no basta con arrepentirse, ni con pedir perdón. Hay que reparar: es decir darle al otro (o a la sociedad) el bien quitado o una compensación equivalente: se trata de devolver las cosas al sitio en que estaban antes de cometer la falta.
A veces la mentira no es solo un pecado contra la veracidad sino que a veces daña la justicio, como es el caso de la calumnia.
Si el daño causado es público, la reparación ha de hacerse públicamente. En caso contrario puede hacerse personalmente.
La reparación obliga en conciencia: no hay perdón del pecado si no se tiene la intención de reparar.