La Redención

+ Todos hemos oído que Jesucristo vino a la Tierra para salvarnos, para redimirnos. Y que desde su muerte y resurrección ya todo ha sido arreglado: ya estamos perdonados, y el destrozo del pecado original ha sido arreglado. Pero ha llegado la hora de que profundicemos un poco más en esta idea, porque hay muchas cosas que no están claras. Primero: ¿Por qué teníamos que ser perdonados, si los que pecaron fueron Adán y Eva? Segundo: ¿Por qué, para ser perdonado por Dios, había que hacer toda esa complicación? ¿No bastaba con que Dios nos perdonara? Y tercero: ¿En qué se nota que estamos ‘redimidos’y salvados? ¿Es que ya no se peca más desde que vino Jesucristo? ¿Es que ya nadie va al infierno?
+ Primero ¿por qué hacía falta un redentor? ¿No bastaba que Dios perdonase al hombre? Hubiera bastado, pero Dios, llevado por un amor desmedido por el hombre, quiso que el hombre mereciera el perdón, como para que no le quedara al hombre duda de que había sido perdonado, de forma que su relación de amor fuera más intensa.

+ Pero si tenía que ser un hombre el que mereciera el perdón, ¿qué hombre podría hacer algo tan bueno y tan grande que compensara la ofensa infinita del pecado original? Dios ideó un plan muy audaz: Él mismo se haría hombre y haría algo bueno para merecer el perdón. Suena esto como un poco infantil, pero es como el papá que le da el dinero a sus hijos para que le compren el regalo de Navidad. El papá se conforma con el ofrecimiento del regalo, aunque sea él mismo el que lo pagó.
+ Según este plan, hubiera bastado con que ese Dios hecho hombre ofreciera cualquier cosa, una oración, una gota de su sangre, para haber merecido el perdón de la humanidad.
+ Pero sabemos que ese Hombre-Dios no solo derramó una gota de sangre, sino que se sometió a torturas y murió, para ofrecer ese acto de obediencia, de aceptación, a Dios. ¿Qué fue lo que salió mal? ¿Por qué esa exageración, si se hubiera conseguido el mismo perdón con una oración? Parece ser que el plan de Dios con la Redención no era solo perdonar al hombre, sino:
1. Hacer una exhibición el amor que Dios tiene por el hombre, para que el hombre se convenza del amor que Dios le tiene: para excitar el amor del hombre hacia Dios.
2. Demostrar al hombre lo grave que es el pecado, que necesita esta clase de operativo para ser eliminado. Demostrar al hombre que las miserias de la condición humana actual no son ‘naturales’, no son consecuencia de la limitación de la materia animal del hombre.
3. Hacernos entender uno de los mayores misterios de la vida humana: el sentido del dolor.
+ Segundo: ¿en qué se nota que hemos sido redimidos? De hecho se dice que ‘hemos sido salvados’. Pero, seguimos, nos dicen, con la posibilidad de no salvarnos. Y estamos luchando todos los días contra el pecado: es una realidad que empapa nuestra existencia ¿dónde está la Redención?
+ La redención nos ha conseguido dos cosas que no teníamos antes de la muerte y resurrección de Cristo: 1) la POSIBILIDAD de llegar al Cielo 2) la ayuda para llegar al Cielo que son los sacramentos.
+ Antes de la Redención no existía la posibilidad de salvarse. Las buenas obras no ayudaban a ganarse el Cielo. Ahora sí. Pero Dios no puede dar a todos los hombres presentes y futuros la salvación directamente. Porque Dios mismo creó al hombre libre y, por ello, el hombre tiene que optar libremente por Dios, con su fe y sus obras. Por eso es que la Redención no ha eliminado las tentaciones, ni las enfermedades ni la muerte.
+ O sea, que la Redención eliminó una de las consecuencias del pecado original: la imposibilidad de salvarse. Sin embargo dejó otras consecuencias secundarias: el sufrimiento y la muerte. ¿Por qué Dios hizo esto? Para que la Redención de Cristo se fuera aplicando a cada uno en la medida en que acepte y ame la voluntad de Dios. Y solo se sabe si uno ama la voluntad de Dios cuando esta voluntad va contra nuestra voluntad. Cuando lo que Dios quiere coincide con lo que nosotros queremos (cuando Dios permite que triunfemos en algo, por ejemplo) es difícil saber si uno quiere la voluntad de Dios o quiere su éxito.
+ Tenemos aquí entonces el Sentido del Dolor: Dios permite que haya cosas que nos contrarían y rompen nuestros planes y gustos, para que, en la aceptación de esa voluntad divina, manifestemos que de verdad queremos a Dios.
+ Lo que a nosotros nos salvó no fue el sufrimiento de Cristo, sino el amor que Cristo demostró aceptando una voluntad de su Padre tan repugnante como la de ser torturado hasta la muerte.
+ Todas estas son las lecciones que nos brinda la reflexión sobre la pasión y muerte de Cristo.