La ciencia nos está enseñando cuán animales somos los humanos. Actividades que pudieran parecer muy humanas como la música, el amor a los hijos, la vida en comunidad, incluso el altruismo, tienen un fundamento animal muy grande.

Pero la lección que tenemos que sacar de esto no es reducir el hombre a un mero animal, sino el descubrir lo que hace al hombre humano: que los instintos no le dicen completamente lo que tiene que hacer, y él tiene que tomar, al final, una decisión. Es un animal auto-gobernado, un animal con libertad.