Recent Posts

¿Cómo saber si una bombilla es cristiana?

¿Cómo saber si una bombilla es cristiana?

¿Se puede aplicar el adjetivo de “cristiano” a un bolígrafo, o una nube?
¿Qué significa una película cristiana? Que promueva valores cristianos? ¿Y si promueve la alegría, o la compasión por un sufrimiento, o un trabajo bien hecho?

Pareciera que a las personas si les podemos aplicar este adjetivo. Pero ¿qué significa que una persona sea cristiana? La acepción común es que ha sido declarada así por una incorporación formal (bautismo). Pero ¿y si la persona no vive de acuerdo a los valores cristianos; si por ejemplo, vive del robo, ¿sería propiamente cristiano?

El Cristianismo no es una bandera ni una etiqueta que sirve para demarcar una parte de la realidad. Por ser el Cristianismo una religión y por ser exclusivista, todo lo bueno, en cualquier parte de la realidad (en el arte, en la profesión o en otras religiones), es cristiano. Por eso no tiene mucha utilidad el usar cristiano como adjetivo. Es más bien, la meta última de todo.

En este sentido, una bombilla es cristiana si alumbra.

Belonging: a basic need with a destructive potential

Belonging: a basic need with a destructive potential

Humans need the feeling of belonging to a group. This is beautiful. But has a dark side. The craving for belonging is mostly achieved by differentiating our group from other groups. And this is the trigger for most wars and conflicts.
Crear empleos no implica crear riqueza

Crear empleos no implica crear riqueza

Una plaza no es un trabajo, y crear un empleo no implica crear riqueza.

Una plaza es una definición de tareas a las que se les ha asignado un dinero, típicamente de un presupuesto público. Un empleo es una actividad que mantiene a una persona ocupada a cambio de un sueldo. Ninguno de estos dos conceptos implica una generación de riqueza, y no deben, por tanto, ser objetivo de la política.

Se pueden multiplicar los empleos a base de darles menos herramientas a los trababajadores: en vez de cavar un canal con palas, cavarlo con cucharas, requiriendo muchos más hombres. Pero aunque tenga a más adultos ocupados, se crearía la misma cantidad de riqueza: el valor finalmente tenga el canal para la comunidad.

Con la Revolución Industrial, la actividad económica tomó una forma mecánicista: se inventaron las factorías y empresas: lugares donde se organizaba la actividad de las personas como si fueran una gran máquina, cada persona haciendo una tarea especializada. Aparecieron entonces las plazas, y apareció, así, el desempleo: gente que no conseguía engranarse en estas máquinas humanas.

Desde entonces se empezó a creer que es una obligación de los gobernantes el crear plazas y empleos.

Pero esto ha sido un engaño: lo que debe promover el gobernante es que se cree riqueza en su comunidad. Y esto no se mide por la cantidad de plazas creadas, sino por la cantidad de nuevas necesidades cubiertas por el trabajo de las personas. Y esto, a su vez, se mide, típicamente, por el precio pagado por esos servicios (algo que se debe mejorar).

O sea que el papel de un gobernante debe ser, entre otros, ayudar a que se aumente la productividad de su gente. Y aumentar la productividad no implica necesariamente que se produzca más, sino, también, que se produzca lo mismo con menos esfuerzo.

La tecnología genera desigualdad dulce

La tecnología genera desigualdad dulce


La presente revolución tecnología causa desigualdad de tres formas:
1. La tecnología ha permitido que cada vez uno pueda hacer, por si mismo, cosas que antes necesitaba otros (secretaria, contable, etc) para hacer. Esto aumenta nuestra independencia. Pero la riqueza consiste en que mucha gente dependa de lo que yo tengo o hago. Si todos somos independientes, todos somos más pobres.
2. Paralelamente, la tecnología ha eliminado intermediarios del sistema: las empresas pueden hacer llegar los bienes más directamente al consumidor. Hace falta cada vez menos empresas para producir lo mismo.
3. En tercer lugar, la tecnología crea redes. Y las redes tienen más valor cuanto más gente hay conectada a ellas, cuanto más grandes son (el network effect). Esto favorece la concentración de poder en unas pocas empresas de redes (Amazon, eBay, Google, etc)
Todas estas fuerzas nos llevan a un mundo donde, aunque la mayoría de la gente tiene más riqueza, esta se encuentra dividida entre una masa inmensa de gente rica y una micro-minoría de gente riquísima.
¿Quién decide qué está bien o mal: Dios, los hombres o la Naturaleza?

¿Quién decide qué está bien o mal: Dios, los hombres o la Naturaleza?

¿Por qué decimos que una acción es buena o mala? Todas las explicaciones que se han dado en la Historia se reducen a tres: porque así lo decide  uno de estos tres árbitros: o 1) Dios, o 2) los hombres, o 3) la Naturaleza.

La mayoría de las religiones votan porque Dios decide lo que está bien. La Modernidad apostó que son los hombres quienes deciden esto. El catolicismo, junto con el mundo clásico, todavía apuestan a que lo bueno está inscrito en la Naturaleza.

Pobre anciano moderno

Pobre anciano moderno


Por ser la Modernidad una civilización economicista (producir es lo que cuenta) la ancianidad, en esta época, es un estado desgraciado.
Imagínate cómo será el mundo cuando valoraremos a las personas por su fidelidad a su vocación. Qué incentivo tan grande a ser mejor siempre.