¿Se acerca la quiebra de Estados Unidos?

por Roberto López Febrero 2007

Con cortedad de miras, en Puerto Rico a veces pensamos que el que nuevas fábricas vengan o se vayan de la Isla depende de la competencia o incompetencia del gobierno de turno o de algún factor esotérico. Perdemos de vista que una de las razones que han estado erosionando la manufactura en Estados Unidos y en Puerto Rico, ha sido en gran parte la subida del dólar respecto a las demás monedas: un fenómeno que hemos estado padeciendo por más de una década.

Un dólar más caro frente a, por ejemplo, el euro, conlleva que los productos americanos se vuelvan más caros que los productos europeos. Esto hace perder ventas a las compañías americanas frente a sus rivales extranjeras.

Entender las fuerzas que mueven el precio del dólar es, en esencia, entender las fuerzas mueven la economía mundial. Y esto es lo que pretende hacer este artículo.

Un vistazo a la economía mundial en el 2007 nos ofrece, de fondo, un cuadro bastante esperanzador donde se prevén crecimientos positivos en la mayor parte de las regiones del planeta. Sin embargo -tiene que haber un sin embargo- dos nubes se levantan amenazadoras en el horizonte que pueden arrojar, no solo agua, sino truenos y centellas sobre este panorama: se trata de dos problemas de la economía americana que, desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora ha sido el motor del crecimiento mundial. Los dos problemas tienen nombres parecidos: uno es de déficit comercial, el gasto de los americanos en el extranjero por encima de lo que los extranjeros consumen de Estados Unidos. El segundo es el déficit fiscal, el gasto del gobierno americano por encima de lo que ingresa por contribuciones. Si estos dos déficits, que llevan años acumulándose y que ahora mismo tienen proporciones exorbitantes, no se corrigieran en los próximos años pueden entrambos poner a la economía americana en sus rodillas y tras ella, la economía mundial. Para tener una idea de la magnitud de estos dos problemas, baste considerar este dato. Estados Unidos a principio de los ’80 era uno de los principales acreedores del mundo (el país al que más gente le debía dinero, o el país que más prestaba al extranjero) ha pasado a ser al presente uno de los países más endeudados del planeta.

¿Qué está pasando? ¿Por qué Estados Unidos ha llegado a acumular tanta cantidad de deuda? La exploración de la economía mundial que vamos a hacer nos revelará las causas de estos problemas para poder así determinar si existe esperanza de que estos desequilibrios se corrijan y la economía mundial pueda seguir el paso alegre que lleva ahora mismo.

La conclusión de este análisis es que la economía mundial crecerá feliz si dos gobiernos toman sendas decisiones importantes:

1. Si el gobierno americano decide de una vez no gastar más de lo que ingresa (o ingresar lo suficiente para cubrir sus gastos).

2. Si el gobierno chino decide empezar a reducir los subsidios que está concediendo a los exportadores de su país.

Para llegar a estas conclusiones hemos de examinar las fuerzas que están provocando el gigantesco déficit comercial de los Estados Unidos.

Las causas que están provocando el déficit comercial, el exceso de compras extranjeras de Estados Unidos, pueden resumirse, como veremos, en estos cinco desequilibrios que se han estado dando en el mundo, especialmente desde 1990 hasta el 2004:

1) China, los países asiáticos y los exportadores de petróleo consumen poco y ahorran demasiado.

2) Los gobiernos de China y varios países asiáticos tienen la práctica de mantener su monedas devaluadas frente al dólar, para así poder exportar más. Como consecuencia han acumulado grandes reservas de dólares.

3) El gobierno americano padece de prodigalidad: gasta más de lo que tiene, o cobra menos contribuciones de las que necesita.

4) Los ahorros y reservas de los países asiáticos y de la OPEP han ido a invertirse en gran medida en Bonos del Tesoro de los Estados Unidos, es decir, se ha usado para financiar el déficit fiscal del gobierno americano.

5) La economía americana representa una proporción “demasiado” grande del crecimiento económico mundial.

En China y los países asiáticos se ahorra demasiado y en Estados Unidos se ahorra demasiado poco. Expliquémonos.

Si en Estados Unidos la gente ahorra el 2% de su ingreso, en Asia se ahorra alrededor de 22%.

La exorbitante tasa de ahorro de los países asiáticos puede atribuirse a dos causas:

1) los países asiáticos, incluyendo incluso a Japón, son países con un pobre sistema de retiro y de seguridad social. Esto provoca que cada persona tenga, en la práctica, que ahorrar lo necesario para su jubilación y posibles enfermedades. Durante siglos el cuidado de los ancianos y de los enfermos descansaba en los hijos y en la familia extendida. Ahora la reducción del tamaño la familia, que en China alcanzó tonos trágicos, ha llevado que cada persona sea responsable de tener suficiente dinero para enfrentar estas situaciones. Esto obliga a tomarse muy en serio la práctica ahorro.

2) en adición, los ingresos en estos países asiáticos han crecido más rápido sus mercados, que están muy poco desarrollados y no existen tantas alternativas para consumir lo ganado. Algo parecido ocurre en los países exportadores de petróleo, que están recibiendo más dinero del que sus economías pueden absorber.

Estos ahorros típicamente se depositan en bancos e instituciones financieras quienes, a su vez, buscan dónde invertirlo. En este caso, una parte importante ha ido a parar, como ordenan los libros de texto de economía, a financiar las industrias locales que estaban creciendo muy rápido. Pero otra gran parte fue invertida en bonos del Tesoro de los Estados Unidos. El dólar, en esos momentos (década de los 1990) era uno de los lugares más seguros para estacionar los ahorros. Una inversión es los mercados del propio país, todavía en desarrollo, implica ciertos riesgos, como demostró la crisis de las monedas asiáticas en el 1997.

Otro factor que ha estado impulsando el déficit comercial, es el “subsidio” a la exportación que otorgan los gobiernos de los países asiáticos en general y especialmente de China. Para impulsar la exportación, que es el motor de la economía en estos países, los gobiernos actúan en los mercados de divisas para mantener sus monedas artificialmente bajas frente al dólar. Al hacer que sus monedas bajen de precio, a los extranjeros se les hace más barato comprar los productos de estos países que los de otros países e, incluso de los de suyos propios, lo que supone una gran ayuda para las empresas exportadoras del país.

¿Cómo funciona esto?¿Cómo logra un gobierno hacer que su moneda baje frente al dólar, para impulsar así las exportaciones? Lo que hace es ir todos los días al mercado de moneda extranjera de su país y comprar una cantidad suficiente de dólares (de los que traen los exportadores que vendieron productos al extranjero) para que se mantenga el precio del dólar alto o, lo que es lo mismo, el precio de la moneda local bajo. Es decir, lo que hacen estos bancos centrales es acumular grandes reservas de dólares, para sacarlos de circulación del mercado de divisas así mantenerlos escasos y, por lo tanto, caros.

Esto de hacer que la moneda local baje frente al dólar, o de hacer que el dólar se ponga caro para los locales, parece una fórmula atractiva para impulsar las exportaciones y, por ende, la economía local. De hecho lo es, pero genera, como era de esperar, algunos efectos nocivos; si no fuera así todos los países la emplearían.

Para empezar, devaluar la moneda del propio país provoca inflación. Una moneda barata significa un dólar caro -por definición- lo que implica que todo lo que se compre en el extranjero se vuelve más caro. Como hay cosas que no se pueden dejar de comprar fuera, esto hace que los precios de al menos una parte de lo consumido en el país sean más altos. Esto implica inflación, lo que implica empobrecimiento de la gente.

El segundo efecto problemático que tiene el subsidiar las exportaciones devaluando la moneda local es que produce un acumulación de dólares en los bancos centrales asiáticos que, como hemos dicho, tienen que estar comprando y guardando gran parte de los dólares que traen los exportadores al mercado de divisas. ¿Cuál es el problema de acumular reservas de dólares? Para empezar supone congelar, dentro del banco central, una parte de los recursos de un país.

Un tercer problema de mantener una moneda devaluada es que esto equivale, como se ha visto, a un subsidio a las empresas que venden al extranjero: se usa dinero del gobierno para que puedan vender más barato. Y, como todos los subsidios, a la larga lo que hacen es crear empresas ineficientes, que nunca están preparadas para competir, desarrollando así más empresas de las que realmente se necesitan en ese país.

Por último, un cuarto efecto nocivo de subsidiar las exportaciones es que está enojando al Congreso de los Estados Unidos y puede provocar que se le pongan aranceles a los productos extranjeros, como ya se ha hecho con algunos productos chinos. Cuando fábricas americanas tienen que cerrar porque no pueden competir con productos chinos se puede decir que una parte de la causa de este cierre es que en China lo hacen más eficientemente y en este caso se puede decir que el mundo está mejor si se compran las cosas en China. Pero también otra parte de la causa radica en que el gobierno chino está subsidiando a los exportadores de su país. Esto molesta a los fabricantes americanos y, como consecuencia, molesta a los políticos americanos que tratan de anular los subsidios poniendo impuestos especiales a la importación de productos chinos. Esto típicamente no se queda aquí, sino que los países castigados tienden a vengarse y a limitar la entrada de productos americanos. El final de una escalada de guerras comerciales -ya se han visto muchas en la Historia-, si no se hace algo, es que cada país tratará de producir él mismo todo lo que necesita, en vez de comprarlo al país que lo haga más eficientemente. Lo que esto conlleva, al fin y a la postre, es que todo el mundo acaba más pobre que al principio, que cuando existe libre comercio internacional.

Hemos visto con esto otro de los desequilibrios, el subsidio de las exportaciones, que está impulsando el dólar y el déficit comercial americano hacia arriba, y algunas de las otras consecue
ncias colaterales que tiene este práctica. Sigamos ahora con la exploración de la economía mundial, para encontrar más fuerzas que llevan al déficit comercial americano y descubrir cómo esas mismas fuerzas nos pueden llevar de nuevo al equilibrio y al crecimiento estable.

El tercer gran desequilibrio que amenaza la economía mundial es el déficit fiscal del gobierno americano, el hecho de que no tenga suficiente dinero de contribuciones para cubrir sus gastos. ¿Qué tiene que ver el déficit fiscal con el déficit comercial, con en exceso de importaciones? Aunque son dos fenómenos distintos lo común es que vayan juntos. Si el gobierno gasta más dinero del que tiene, es lógico pensar que una parte de esas compras acabarán siendo de productos extranjeros.

Además, la forma de gastar un dinero que no se tiene es cogiéndolo prestado, es decir, emitiendo bonos. Como se verá a continuación, una parte de esos bonos los acaban comprando extranjeros a los que hay que pagarles intereses por prestar ese dinero, con lo que el déficit fiscal contribuye por tanto a un mayor flujo de dólares saliendo de Estados Unidos.

Es útil visualizar al déficit gubernamental como un ahorro negativo, el gobierno en vez de ahorrar, desahorra. Es como un exceso de consumo por parte del gobierno, que se va a sumar al exceso de consumo que, como veremos, están practicando los consumidores privados americanos. Este déficit o desahorro constituye uno de los factores clave de la situación económica mundial en la que estamos.

Los tres desequilibrios anteriores (mucho ahorro en Asia, desahorro en Estados Unidos y subsidio de las exportaciones) traen de la mano al cuarto desequilibrio: un gran endeudamiento de Estados Unidos con los países asiáticos. Veamos cómo.

Tanto los ahorros de las personas como las exportaciones de las empresas en Asia acaban generando un influjo de depósitos en los bancos de esos países. Como haría cualquier manejador de carteras de inversiones, los bancos colocan una parte de los fondos en instrumentos de bajo riesgo. Y, entre todas las economías del mundo Estados Unidos representa un opción primaria para mantener el dinero

Efectivamente, gran parte de este dinero de los países exportadores (China, Asia y OPEP) ha sido invertida en bonos del gobierno americano y otros instrumentos de inversión en Estados Unidos: certificados de depósitos, bienes raíces, etc. Esto implicó, durante los ’90 y principio de los dos mil, una entrada masiva de dólares a Estados Unidos. El primer efecto de esto fue que subió el precio del dólar: hay que comprar dólares para invertir en Estados Unidos. Y el segundo efecto fue el consecuente daño a las exportaciones americanas que produce un dólar más caro. Pero esto fue solo el principio.

¿Qué otras implicaciones tiene el hecho de que haya filas de extranjeros queriendo comprar Bonos del Tesoro americano? Una es superficial pero impactante, la otra es profunda pero desapercibida. La primera es que este fenómeno ha provocado que Estados Unidos haya pasado de ser uno de los países al que más dinero le debían los otros países, a ser uno de los países más endeudados con el exterior. Un bono del gobierno no es otra cosa que un préstamo que los particulares hacen al Estado: cuando éste necesita dinero para sus gastos por encima de lo que recauda de contribuciones, lo que hace es imprimir unos papeles que dicen “pagaré al portador de este papel $1,000 dentro de diez años y, hasta entonces, le pagaré cada semestre, un 3% de interés”. Han sido tantos extranjeros han acudido a comprar estos papeles en Estados Unidos que se puede decir que el gobierno americano está financiado por forasteros, tanto particulares como gubernamentales.

Pero el hecho de que sean extranjeros, en vez de locales, los que están financiando al gobierno no es algo necesariamente problemático. Lo que sí tiene más trascendencia es el otro efecto de la inmigración de dinero del extranjero: este influjo ha favorecido el que las tasas de interés de Estados Unidos se hayan mantenido hasta el 2004 a unos niveles históricamente muy bajos; y esto sí ha tenido consecuencias importantes.

¿Cómo es que la inmigración de dinero extranjero provoca que bajen las tasas de interés? Los bonos del gobierno se “venden” en unas subastas periódicas. Pero los inversionistas, en vez de ofrecer precios cada vez más altos, como cuando se subasta una cosa, ofrecen tasas de interés cada vez más bajas; es decir, aceptan que el gobierno le pague menos interés. Si hay mucha gente pujando para llevarse los bonos, los conseguirán aquellos que aceptaron intereses más bajos. Esto implica que, cuando hay mucha gente interesada en invertir en bonos del gobierno, los intereses a los que toma prestado el gobierno son cada vez más bajos. Y esto no solo le ahorra dinero al gobierno, sino que tiene efectos para toda la economía, porque cuando bajan los intereses de los bonos públicos, tienden a bajar, a su vez, todos los otros intereses de la economía: los de los CD y cuentas de ahorro, de los préstamos personales, de hipotecas, etc. Es de notar que algunas de las inversiones de dinero extranjero en Estados Unidos no se han canalizado a través de bonos del gobierno, si no directamente montando fábricas o centros comerciales americanos. Pero el efecto sobre los intereses es el mismo: más dinero buscando un número limitado de lugares para invertir hace que los intereses que se acepten por los inversionistas sean menores.

¿Qué efectos tiene en la economía unos bajos intereses? Esta bajada de intereses ha tenido unos efectos dramáticos sobre la economía americana y mundial. Para empezar provocó el boom de la construcción que hemos presenciado en Estados Unidos y Puerto Rico desde 1992 hasta el 2002. Para seguir, ayudó al boom de la bolsa de valores que duró hasta el 2000. Y estos dos efectos juntos, provocaron que el público americano ahorrara todavía menos dinero: primero porque los intereses estaban tan bajos que no valía la pena ahorrar y, segundo, porque con la subida del valor de la vivienda y las inversiones, los hogares americanos sentían que ya tenían suficiente riqueza guardada. Además, esta falta de ahorro de los hogares provocó una falta de inversión en las empresas. La construcción de nuevas plantas depende de que existan fondos ahorrados. Esto incentivó aún más el que, en vez de que se expandieran las fábricas de, por ejemplo, textiles en Estados Unidos, se compraran esos mismos productos a fábricas Chinas. Esto aumenta más las importaciones americanas, y reduce sus exportaciones, lo que significa sacar más dólares de América hacia China o el Asia, donde se sig
ue alimentando este ciclo de desequilibrio, continuando el déficit comercial (por el aumento en las importaciones) y la acumulación de deuda americana en manos de extranjeros.

Los cuatro desequilibrios anteriores (mucho ahorro asiático, subsidios a las exportaciones, déficit fiscal americano, e inversión en deuda del gobierno estadounidense) apuntan a su vez hacia el quinto desequilibrio: el hecho de que el crecimiento de la economía mundial depende demasiado del crecimiento de la economía de Estados Unidos y de que este crecimiento ha dependido demasiado de que los consumidores americanos hayan estado ávidamente consumiendo.

Aunque en términos porcentuales las economías de más crecimiento son las asiáticas, en términos absolutos, en cantidad de dólares, el crecimiento de la economía mundial se debe en gran parte al crecimiento de la economía americana. Esto es lo que explica que haya países, como China, que puedan basar sus estrategias de desarrollo en venderle a Estados Unidos y que, por lo tanto, se enfoquen con gran pasión en mantener su moneda baja con respecto al dólar. Y esto explica también el hecho de que, tras haber acumulado grandes cantidades de dólares en este proceso de devaluar su moneda, estos países los inviertan en gran parte, en deuda del gobierno americano, considerándola como una inversión segura y rentable.

No quiere lo anterior decir que es malo que la economía americana sea tan importante. Lo que se está implicando es que sería mejor que las fuentes del crecimiento mundial estuvieran más repartidas. Esto impediría que se formaran los desequilibrios que han estado empujando el dólar hacia arriba, con las consecuencias que esto tiene: un enorme déficit comercial americano hermanado con un enorme endeudamiento externo de Estados Unidos.

El hecho de que el crecimiento mundial descanse sobre el crecimiento americano es peligroso, además, por otra razón. La economía americana está descansando a su vez sobre el los hombros de los consumidores, es decir del consumo. En Estados Unidos ha estado creciendo, desde antes de los ’90, más rápido lo que se consume que lo que se produce ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede consumirse lo que no se ha producido? Comprándolo a otro país que lo fabrique: importando; es decir, aumentando el déficit comercial. Además, esta tendencia a comprar productos extranjeros se vio incrementada por dos fuerzas que ya hemos analizado: 1) el hecho de que los productos chinos y asiáticos eran más baratos por estar su moneda subsidiada; 2) el crecimiento del valor de la vivienda y de la Bolsa, provocado por los bajos intereses, llevó a los consumidores americanos a sentir que necesitaban ahorrar menos y que podían, por tanto, consumir más.

Desafortunadamente, el consumo es una fuerza económica conocida por su volatilidad. La cantidad que una persona decida consumir cada mes depende en gran medida de la confianza que ésta tenga en el futuro, sobre todo en el futuro de sus ingresos. Y todo lo que descansa sobre predicciones es muy sensitivo a los nuevos datos que aparezcan cada mañana. Un atentado terrorista, aunque de hecho sólo reduzca la capacidad productiva de un país en un 0.0002% puede deducir el consumo en un 4%. Por lo tanto no es saludable que el crecimiento de la economía mundial descanse sobre los volátiles hombros de unos volátiles consumidores americanos.

Hemos descrito hasta aquí las fuerzas del mercado que han provocado los desequilibrios que amenazan la economía global. Se podrían resumir diciendo que estamos en una coyuntura donde

1. la economía mundial está creciendo empujada por la economía estadounidense;

2. que este crecimiento americano está basado en consumir mucho y ahorrar poco;

3. que los países asiáticos y de la OPEP están creciendo a base de “agarrarse” a la demanda americana —de venderle a Estados Unidos— sin haber desarrollado, por ahora, su propia demanda interna en sus poblaciones.

Las tres situaciones anteriores han provocado una subida del dólar y, consecuentemente, una gran déficit comercial (un exceso de compras al extranjero) de Estados Unidos.

Pero antes de seguir explorando este fenómeno ¿Por qué decimos que hay “demasiado” déficit comercial? ¿Qué problema hay con comprar mucho al extranjero?

No hay problema con que un país le compre mucho al extranjero, si también se vende mucho en el exterior. Este es el caso, por ejemplo, de Puerto Rico que compra una proporción mayor que Estados Unidos en el extranjero, pero vende también una gran parte de su producto al extranjero. Pero cuando, como le sucede a Estados Unidos, por muchos años seguidos, se compra en el extranjero (importa) más de lo que vende en el extranjero (exporta), lo que ocurre en un aumento de la deuda con el exterior, ya que solo ha podido intercambiar por bienes nacionales una parte de los bienes que trajo de fuera. El resto -el déficit comercial- lo ha pagado con papel moneda —con billetes— que es, en definitiva, un compromiso de entregar bienes, esto es, una deuda. Un billete de un dólar da derecho a un extranjero a llevarse un artículo valorado en un dólar es Estados Unidos.

No es malo con acumular cierta cantidad de deuda, si uno prevé que tendrá más ingresos en el futuro que ahora. La deuda es precisamente un mecanismo para empatar el momento de los ingresos con el momento de los gastos. Pero lo que no debe darse es una acumulación sostenida de deuda, sin que haya momentos de repago en el medio. Esto es precisamente lo que le está pasando a Estados Unidos y
por eso es que se dice que este déficit comercial crónico no es sostenible, que hay que empezar a reducirlo si no se quiere que se acumule una deuda con el exterior que no se pueda pagar y quiebre la economía americana y, con ella, colapse la mundial.

Para no llegar al extremo de que Estados Unidos no pueda pagar su deuda externa, debe de ocurrir algún cambio que haga que se reduzca el tamaño del déficit comercial. Los cambios que teóricamente podrían llevar a esto serían:

1. Una recesión en Estados Unidos que haga que se reduzca el consumo y, por lo tanto, las compras de productos extranjeros.

2. Que bajen los salarios en Estados Unidos tanto como para hacer los productos americanos más baratos que los extranjeros. Esto implicaría un empobrecimiento de la población.

3. Que los consumidores americanos quintupliquen sus niveles de ahorro y que los asiáticos rompan sus alcancías y empiecen a consumir.

4. Que baje el precio del dólar, haciendo más baratos los productos americanos y más caros los extranjeros.

Las tres primeras alternativas son o muy dolorosas o muy ilusorias. Afortunadamente las estadísticas apuntan hacia que se está dando la cuarta: se está observando desde el 2002 una reducción leve pero constante en el valor del dólar sobre todo frente al euro, aunque también con respecto a las otros monedas, excepto quizá con el yuan chino, al que apenas se le ha visto revaluarse.

Los factores a los que se puede achacar este descenso son:

1. Los países asiáticos, excepto China, se están dando cuenta de lo insostenible del déficit comercial americano, y están permitiendo a sus monedas revaluarse levemente.

2. Ha surgido desde el 2002 la moneda del euro como una alternativa al dólar como medio para acumular reservas y para hacer pagos internacionales.

3. Los bancos centrales del mundo están dándose cuenta que hay demasiado dólar fuera de Estados Unidos y están prefiriendo diversificar las monedas extranjeras (divisas) en las que guardan sus reservas.

Todas estas fuerzas de mercado que están llevando el dólar a la baja deben se continuar haciéndolo en los próximos años. Lo único que falta por definir es si el gobierno americano está dispuesto a gastar menos y si el gobierno chino está dispuesto a compartir algo de su crecimiento con el resto del mundo.

Si confiamos en el triunfo, aunque sea parcial de la razón sobre la pasión, entonces hay esperanza: no tenemos por qué apostar a una quiebra de Estados Unidos con todo lo que esto significaría para la economía mundial.