Sobriedad y Tembplanza
SOBRIEDAD Y TEMPLANZA
Dic 2001
§ Sobriedad es la virtud que nos ayuda a moderar los placeres sensibles de acuerdo al recto orden de la razón.
§ Se trata de fomentar la armonía entro los sentidos y la razón, y esa armonía significa “orden hacia el fin”. Todos los placeres que Dios ha puesto en el hombre tienen una finalidad: llevarle a hacer algo. Y para encontrar cómo tenemos que comportarnos, tenemos que pensar en para qué Dios puso ese placer.
§ En la práctica, vivir templadamente se concreta en estar desprendido de los bienes materiales, disfrutándolos (como bondad creada que son) pero sin considerar necesarias (para la salud o aún para la misma vida espiritual o para el apostolado) cosas de las que se puede prescindir con un poco de buena voluntad.
§ Pero muchas veces lo difícil no es encontrar las exigencias de la templanza, sino poder vivirlas. Para eso es útil considerar (para apetecer) sus frutos.
§ La sobriedad nos lleva al señorío de nosotros mismos, que nos libra de muchas esclavitudes. “La templanza cría al alma sobria, modesta comprensiva; le facilita el natural recato que es siempre atractivo, porque se nota en la conducta el señorío de la inteligencia” (Amigos de Dios, 84).
§ La templanza se convierte en arma apostólica, al atraer a las almas con el buen aroma de Cristo. La templanza, y el desapego de los bienes materiales han sido siempre uno de los ejemplos más convincentes y atractivos de la vida cristiana.
§ En las reuniones sociales, en los viajes profesionales, en los almuerzos, hemos de vivir la templanza con esa proyección apostólica.
§ La falta de templanza se mete por osmosis, no por decisiones conscientes.
§ En nuestro caso se puede meter más fácilmente en el uso de los instrumentos de trabajo.
§ Son detalles, pero el que no los cuida queda como atrapado en esas preocupaciones e incapacitado para escuchar a Dios.