Hay que querer llegar a casa, y querer salir de ella
Una casa es un refugio. Es una protección contra las fuerzas de la naturaleza (lluvia frío sol) y contra las fuerzas de los demás (sus miradas, su fuerza física). Es un lugar cerrado a las fuerzas y por eso sentimos paz en él.
Pero al no sentir las fuerzas de la Naturaleza (física o humana) nuestros sentidos se embotan. Hay que estar en la casa periódicamente, pero no continuamente.