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El infierno es solo para los auto-condenados

El infierno es solo para los auto-condenados

Todos los amores de la vida se pueden reducir a dos: amor a uno mismo y amor al Otro (a Dios).
Al morir, nuestra voluntad se queda “fijada” en el amor que hayamos escogido a lo largo de nuestra vida: Si al Otro, estamos ya en el Cielo. Si a nosotros, estamos en Infierno: un tener que mirar eternamente nuestro ombligo.
Dios no condena: nosotros, por ser libres, definimos nuestro destino.