En la clase pasada vimos qué podía estar pensado la Naturaleza cuando inventó el sexo, tras miles de millones de años de reproducción asexual.
Sin embargo, lo más normal en la Naturaleza, como vimos, es que la hembra dedique sus energías a criar sus hijos y el macho a tratar de polinizar más hembras.
Cuando el el Jurásico (hace 200 millones de años) aparecieron las aves, éstas tenían la debilidad de poner huevos que necesitan ser calentados, incubados, por la madre. Esto era un problema porque, si salía a buscar comida, dejaban de calentar los huevos. Los machos empezaron a quedarse junto a las hembras hasta que las crías maduraban, es decir, podían conseguirse su propio alimento. Empezó así al monogamia en la Naturaleza, que no podemos confundir con la fidelidad conyugal, pues consiste sencillamente en que un macho se queda junto a la hembra alimentando sus crías por un mating season o más.
Los mamíferos, por su parte, surgidos también durante el Jurásico, son en su mayoría solitarios. Solo se unen para fecundarse, y la hembra se encarga de los hijos. La excepción son los primates, que tienden a ser muy sociables, pero bien ajenos, en su mayoría, a la monogamia.
De entre estos primates, hace unos 5 millones de años evolucionaron los australopitecos, que ya eran bípedos, de los saldrá el género homo, hace unos 2 millones. Con este género empezó un acelerado crecimiento del cerebro, el órgano más complejo que ha producido nunca la Naturaleza.
Traer al mundo a individuos con un cerebro tan grande empezó a suponer muchos problemas, que pusieron en peligro la supervivencia de esta especie:
Por haber empezado a andar a dos piernas, el parto se complica, porque el bebé tiene que dar una curva para nacer. Esto hace que parir para los homo sea mucho más traumático que para los otros primates no-bípedos. El cerebro era tan grande que los niños empezaron a nacer, como todavía lo hacen, con el cráneo sin cerrar. Esto hace que el bebé no esté maduro al nacer y que tiene que pasar un año, después de nacido, para poder moverse por sí mismo, caminar. Durante este tiempo es completamente inviable sin la mamá. Los dedos pulgares de la mano empiezan a moverse al frente de los otros, como los tenemos nosotros ahora. Esto será muy útil para hacer otras cosas, pero es un gran estorbo para que el bebé pueda “clipearse”, abrocharse, a la piel de la mamá, que es lo que hacen los monos, y que dejan los brazos de la mamá libres para que esta pueda buscar alimento con su cría en la espalda. La mamá homo, por el contrario, tiene que cargar a su cría en los brazos, lo que la inutiliza. Para colmo de males, en esta época (hace dos millones de años) los árboles en África empiezan a escasear, y los babuinos (baboon) y los homo son los únicos primates que se lanzan a vivir en la sabana, en la planicie sin árboles. Aquí, para protegerse de los depredadores hay que estar continuamente mirando y caminando, lo que peor puede hacer una homínida con su cría. La situación no puede ser más calamitosa, todo parece que el homínido será otra de las muchas especies que extinguirá el cambio climático … ¿o no?
En esta coyuntura de difícil supervivencia, la Naturaleza impulsó al hombre por una senda evolutiva que resultó ser muy exitosa:
En primer lugar, impulsó a los machos a hacer pair-bonding , a ayudar a las hembras a criar sus hijos: los impulsó a hacerse monógamos. Aunque esto es muy usual entre los pájaros, pero muy raro entre los mamíferos. Junto a esto, impuso a las hembras un rasgo evolutivo muy poco usado en otras especies: dejó a la hembra estéril a la mitad de su vida: se inventó la menopausia . Uno de los mayores beneficios de esta táctica es que las hembras mayores están libres para ayudar a sus hijas con la crianza de los cachorros de éstas, de sus nietos. Por otro lado, se ha observado en los primates que el tamaño del grupo o banda en el que se mueven y hacen su vida social, es proporcional al tamaño de su cerebro. Si se hace esta extrapolación al hombre, se obtiene el “numero de Dumbar” que dice que el hombre debía moverse en grupos de 150 individuos. Esto es lo que nosotros llamaríamos ” clan ” en las sociedades primitivas que conocemos. Desde el punto de vista comparativo, es difícil sacar consecuencias de cómo se desarrollo nuestra vista social, ya que estamos a la misma distancia genética de los chimpancés que de los bonobos, y ambos tienen una estructura social muy dispar. Ambos son promiscuos (todos con todas), pero el chimpancé es mucho más violento que el bonobo en, lo que podríamos llamar, sus relaciones “personales”.
¿Qué conclusiones podemos sacar de este análisis? Con la invención de la monogamia, las abuelas y el clan, podemos decir que la Naturaleza dotó a este pobre bípedo de una super-estructura social que le permitió seguir evolucionando. Luego, la aparición del lenguaje (de la inteligencia simbólica) catapultó a esta estructura hasta convertirla en lo que vemos hoy. Un sabio principio del ambientalismo es tener un gran respeto por la obra de la Naturaleza. Aunque el hombre no está obligado a seguir sus instintos naturales, sí está obligado a escucharlos.
NOTA METODOLÓGICA: la paleografía, y en general, toda la ciencia, consiste en ir creando “historias” que le dan sentido a los fenómenos que observamos. La palegorafía en particular, es basa en tan pocos datos, que sus historias cambian radicalmente con la aparición de un solo fósil. Esto no invalida este tipo de ejercicio que hemos hecho aquí, pero nos obliga a tener la humildad de saber que pueden hacerse explicaciones alternas con los mismos datos.