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El progreso no está garantizado

El progreso no está garantizado

Uno de los mitos que animó a la modernidad fue el mito del progreso: como el progreso depende del conocimiento y el conocimiento se acumula (libros), entonces cada época superará a la anterior.
Pero la Historia no es lineal; una época no es necesariamente mejor que la anterior, porque, al igual que sucede en la vida de los individuos, cada generación escoge, de su herencia y de su ambiente, qué cosas va a desarrollar. Hay gentes que escogen ser mejores y otras no.

Me empaché de instituciones

Me empaché de instituciones

Un invento característico de la Modernidad es las “instituciones”: hospitales, escuelas, corporaciones, agencias públicas, cárceles. Son arreglos racionales de recursos y personas.
Las instituciones son formas muy eficientes de hacer las cosas. Pero tienen el problema de que no saben resolver problemas. Porque las necesidades de cada persona son siempre únicas, no sirven las respuestas genéricas: ni para la salud, ni para la educación, ni la corrección.
Que cuiden de las personas su comunidad más cercana, hasta que se vayan apareciendo decisiones que se toman mejor en capas por encima de esas comunidades. Así hasta llegar a la comunidad mundial.

No debemos el desarrollo a la Ciencia

No le debemos el desarrollo a la Ciencia

Lo que nos entusiasma de la Modernidad es el aumento en la mal llamada “calidad de vida” (es una cantidad).
Pero este progreso no lo debemos a la Ciencia, sino a la Técnica, que es la aplicación del conocimiento a la producción de resultados.
Pero, además, el crecimiento tecnológico no hubiera sido posible sin la acumulación de capital provocada por el crecimiento económico.

No a la igualdad

No a la igualdad

Con la visión atomista (explicar las cosas por sus partes) de la Modernidad, vino en consecuencia, la creencia de que los seres humanos deberíamos de ser iguales. Esta visión ayuda en algunas cosas.  Pero tiene el inconveniente de impedirnos ver que somos parte de un sistema, de un organismo, y por lo tanto nadie es igual a nadie. Todos somos únicos
Quien no ve las cosas así, ecológicamente,  está condenado a vivir en un ” rat race” para destacar en este desierto de la igualdad, donde otros pueden hacer lo que yo hago.

no pienses en las consecuencias

No pienses en las consecuencias

La Modernidad, como una nueva forma de ver el mundo, implicó una nueva ética, un nuevo fundamento para decidir qué está bien o mal.
La ética moderna, por ser mecanicista, está basada en las consecuencias: los efectos de los comportamientos.
Pero éste no es un buen fundamentó: las conductas son buenas si se ajustan al orden natural. Olvídate de las consecuencias

Se acerca el fin

No sólo estamos, en el siglo 21, cerrando la Modernidad (la era de 500 años dominada por el culto al individuo humano) sino que estamos cerrando la era de los 2300 años de culto a la razón que empezó con los griegos y desplazó a las otras formas de sabiduría (la tradición y el corazón)

La posmodernidad es moderna

La posmodernidad no es una nueva era tras la modernidad: es su agonía.
Posmodernidad = Modernidad – Esperanza

El Triángulo que Desterró a Dios

La pregunta que detonó la Modernidad en el siglo 13 fue “¿puede Dios hacer un triángulo de más de 180 grados interiores?”. Los escolásticos, con Tomás de Aquino, dijeron: “No, Dios no se puede contradecir”. Los modernos, con Francisco de Asís, dijeron: “Sí: Dios hace lo que quiere”, fundando con esto la Modernidad, separando la lógica de Dios de las leyes del mundo.

En terreno enemigo

La rebelión franciscana en el siglo 14 contra el racionalismo no fue el clásico choque de lo vivencial contra lo especulativo, que vemos frecuentemente en la historia (sufismo, romanticismo, Hollywood …).
Los franciscanos entraron al terreno especulativo, en las Universidades, a defender su posición sobre los límites de la razón.

Francisco de Asis el primer moderno

La modernidad empieza con la rebelión franciscana contra el racionalismo en la teología del siglo 13 y 14.
Ésta rebelión fue detonada, en parte, por escándalo de ver cómo, para explicar la realidad, se iban inventando seres nuevos, como el intelecto agente, entre Dios y el mundo, que no aparecían en la Escritura.
De esta reacción contra la excesiva abstracción, nació la Ciencia moderna, que es una explicación de la realidad a apartir de lo concreto en lugar de lo universal