Séptimo Mandamiento

+    El septimo mandamiento “No robarás” regula la forma en que los cristinanos deben de manejar los bienes materiales.
+    En primer lugar lo que hace es prohibir el robo y sus derivados: hurto (tomar ocultamento lo ajeno), la rapiña (usando violencia), el fraude (usando engaño), la usura (aprovechando la necesidad ajenoa) o el daño injusto (daño a la propiedad ajena sin beneficio propio).
+    Pero en el lado positivo del mandamiento está la prescripción de manejar los bienes materiales con justicia y caridad.
+    La pobreza: ¿Qué manda la virtud de la pobreza? Nos manda tener el corazón desprendido de lo que se tiene. Por eso se le llama mejor desprendimiento para distinguirlo del estado de pobreza, que consiste en no tener bienes. El estado de pobreza en sí mismo no tiene mérito, no nos acerca más a Dios. De hecho existe la obligación para la Iglesia y para el Estado de tratar de sacar a la gente del estado de pobreza.
+    El religioso (fraile o monja) además de vivier la virtud de la pobreza vive el estado de pobreza: no tiene bienes. La idea de esto es dar testimonio de que los bienes no son necesarios para la felicidad (y que tampoco los es el matrimonio o el poder): solo Dios basta.
+    Pero cristianos laicos tienen la obligación de tener y de medrar con el fin doble de tener una mejor calidad de vida material y de influir más en los demás. ¿En que consiste el desprendimiento? No buscar las cosas materiales como un fin, sino como un medio para influir en los demás.
+    Por eso un cristiano, cuando de le plantea la posibilidad de ocupar una posición de influencia (en la política, en los negocios, en las artes, etc) no considera solo cómo eso le ayuda a sus intereses personales, sino cómo puede ayudar al bien común el que haya un cristiano, una persona con criterio claro, en esa posición. No porque vaya a promover actos confesionales desde ese cargo, sino porque va a usar un criterio recto en lo que le toque hacer. Y si simplemente tiene la posibilidad de mayor ingreso, sin que sea mayor poder, también aprovecha esa oportunidad porque, además de mejorar su calidad de vida, el mayor ingreso conlleva mayor prestigio y más oportunidades de influir en el mundo.
+    Esta idea le da una nueva dimensión a nuestra vida profesional y social: los cristianos tienen que saberse portadores de Cristo dentro de sus almas y esto les obliga a tratar de colocarse lo más arriba que puedan en la sociedad, porque, aunque no vayan a hacer una labor evangelizadora directa, solo el uso de su criterio recto (a la hora de despedir o de contratar, a la hora de invertir, de alabar o recriminar) va a ayudar a que el mundo sea mejor. Esta idea está llevando a mucha gente a vencer la tendencia natural a no complicarse la vida, y a meterse es cargos directivos de asociaciones profesionales, vecinales, cívicas. Son cargos que no dejan ningún ingreso y que muchas veces conllevan sinsabores y complicaciones, pero queremos colocar a Cristo en lo alto de todas la actividades humanas.
+    Pero, quitando estos casos de asociaciones profesionales etc, en los otros casos donde el ascenso lleva más dinero, más prestigio y más poder: ¿Cómo sabemos que estamos buscando la Gloria de Dios, y no nuestra gloria? ¿Cómo saber que si uno está busando es crecimiento profesinal en sí mismo, o por la Gloria de Dios? Hay un test para medir la rectitud de intención en la buqueda del crecimiento profesional: 1) me entristezco ante los fracasos 2) ¿trato de hacer apostolado en el trabajo, con los compañeros? 3) ¿hago en trabajo compatible con mis otras obligaciones?
+    Hasta aquí hemos visto el lado más desconocido de la virtud del desprendimiento: el que no obliga a medrar, a crecer, a tener más prestigio e influencia. Pero también existe el lado más conocido, que es el que nos impulsa a vivir la vida sobria y templadamente.
+    Tenemos que ser conscientes de que vivimos en una sociedad extremadamente consumista, donde el tener es más importante que el ser, donde lo que le da valor a las personas son sus tenencias, no sus virtudes. Y aunque nosotros pensemos que estamos contra esta forma de ver las cosas, de hecho se nos ha metido mucho de este veneno en la sangre.
+    ¿Cóm hacer para sacar el materialismo de nuestra vidas? 1) Debemos llevar este tema frecuentemente a la confesión y pedir perdón a Dios por nuestro apegos desordenados; 2) debemos practicar la limosna, no solo la de las luces sino la de ayudar a la Iglesia en sus necesidades 3) debemos de eliminar los gastos innecesarios, sobre todo en los instrumentos de trabajo, los que llevan a crearnos un estuche cómodo donde estar encerrados.