El pecado es un mensaje

Lo que los hombres llamamos pecado (mentiras, adulterios, robos) son tan solo la fase final de una trayectoria más larga de apartarse de Dios. Según esto, el “pecado”, como acción,  puede verse como un mensaje de Dios para llamarnos la atención sobre algo que no va bien en nuestra vida.

No evitar la pobreza sino dirigir la riqueza

A medida que, en los próximos años, la riqueza vaya teniendo una proporción menor de materia/energía (que es escasa) y proporción mayor de informacion (que no se agota con el uso), cada vez se irá volviendo más irrelevante el problema del manejo de recursos, y más importante la definición de metas, definir de qué nos hace vivir mejor, qué nos hace mejores.

Necesito enemigos

Tiene el hombre, el macho más que la hembra, el instinto de etiquetar a otras personas como “enemigos”, para así poder segregar más instinto de supervivencia, que le impulse a hacer lo que tenemos que hacer. Esto es parte del instinto del miedo que nos impulsa a prever peligros para planificar cómo defendernos.
Importante instinto, que si no dominamos, envenena la vida en comunidad.

Me ciego por pertenecer

Uno de los instintos que el hombre tiene que luchar más por manejar es el instinto tribal, el de pertenecer a un grupo y distinguir a su grupo de los demás. El principal problema no es que este instinto sea el motor de las guerras; es que es el principal obstáculo para alcanzar la verdad: etiquetamos a las personas, y así no nos preocupamos de procesar la parte de verdad que hay en casi todas las opiniones humanas.

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Fuera los adolescentes

Tenemos que eliminar esta creación de la Modernidad que es la adolescencia, porque proviene de privar a una persona de lo que la Naturaleza ya quiere darle: el dominio de su vida.
La adolescencia es la crisis que sufre una persona a la que la Naturaleza preparó para valerse por sí misma pero que la sociedad encierra todavía bajo el dominio de sus padres.

Cómo enseñar ballet a un elefante

Para reformar grandes instituciones, viejas y complejas (la Iglesia, la UPR) el mejor camino, en vez de reformar sus leyes y estructuras, es fomentar que se desarrollen en su interior instituciones ‘modélicas’, de mucha calidad y espíritu. Esto hará que el resto de la gran institución se vaya moviendo a imitar ese espíritu que ve bullir en el modelo.

No más profesionales de la Verdad

Cuando se reconozca que a la Verdad no solo se accede con la razón (sino también con la tradición y el corazón) entoces la busqueda de la Verdad no será algo para profesionales (filósofos, científicos) sino una obligación para toda persona.

No sabemos quién debe gobernar.

Durante milenios, se ha malgastado mucha energía intelectual en justificar por qué una persona debía ser el gobernante de un pueblo en vez de otra persona. Esta cuestión -quién debe gobernar- es, en su mayoría, una cuestión de conveniencia, no de verdad.
Decidir quién debe gobernar es una cuestión que está en el plano de la razón práctica (no de la razón teórica) por lo tanto a) no hay verdades absolutas, universales b) como toda cuestión práctica, hay que decidirla a la luz de todas las circunstancias.
Comprendo que alguien esté dispuesto a morir para que gobierne una persona en lugar de otra. Lo que no entiendo es que alguien pretenda crear una teoría política general que determine quién debe gobernar, ni si quiera qué formato (democracia, monarquía) debe tener el gobierno.

No a la escolarización

No a la escolarización tan larga. La educación debe ser perpetua y compatible con el trabajo y la familia. Encerrar a las personas en salones para educarlos es una pobre idea de lo que significa educar.

El individuo no es distinto de la sociedad

Hay que dejar de ver a la persona y a la sociedad como si fueran dos entes distintos que tienen que negociar entre sí el espacio de cada uno. La sociedad es otra forma de ser de la persona. Una persona es lo que sea como individuo más lo que sea como parte del todo.