No a los derechos de los animales … ni de las personas
Ejercitar mis derechos no es una forma de yo desarrollarme de crecer; no es un ideal. Ejercitar un derecho es limitar el comportamiento de alguien, para dejar paso a nuestro comportamiento. Ejercitar mi derecho a ser atendido por el médico al que ya le pagué, consiste en limitar la libertad del médico, haciendo que me atienda a mi.
No tendría sentido pensar que yo me desarrollo ejercitando mis derechos, pues entonces yo sería más persona cuanto más yo limitara el comportamiento de los que tengo alrededor: mi comunidad, el Estado, etc. Ejercitar un derecho es, sencillamente, reclamar el espacio mínimo que uno necesita para actuar. Por lo tanto, mi desarrollo personal no puede consistir en alcanzar unos mínimos de espacio.
El problema, como siempre, comenzó cuando se desarrolló, a partir del siglo 14, el concepto moderno de derecho individual, que se entiende como un ‘espacio personal’. Esta idea moderno de “derecho” como mi espacio privativo, implicó un olvido de la idea clásica de derecho: donde derecho era “lo que no está torcido”, lo que estaba en el lugar que le correspondía a cada cosa.
Según esta concepción clásica, yo me desarrollo, no teniendo más derechos individuales, sino ocupando el lugar correcto, en el que tengo que estar dentro del sistema para llevar a cabo mi misión.
Y este lugar derecho deben ocuparlo tanto las personas, como los animales o las cosas. Y el lugar correcto de muchos seres vivos en algún momento de su vida (o de su muerte) está en ser alimento para otros. Y esto no violenta a estos seres, sino que los pone en su sitio y por tanto, los dignifica.