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El día que el universo dejó de ser infinito

El día que el universo dejó de ser infinito

En la era antigua y medieval, el hombre pensaba que vivía en un cosmos finito y “pequeño”. La modernidad, sin embargo, comenzó con el convencimiento, desde el siglo 17, de un universo infinito, al menos en el espacio, y para muchos también en el tiempo.
En el siglo 20, sin embargo, se descubrió universo es finito (mide 93 millones de años luz). Y la física cuántica negó  que la materia n pueda ser infinitamente divisible. En conclusión, no existe nada infinito en el mundo material.
Aunque no lo notemos ahora, esta cosmovisión nueva, de un universo finito, nos afectará nuestra forma de ver la realidad. Quizás, no lo sé, nos ayude a sentirnos más “en casa” en el Universo.

Newton killed Nature

Newton killed Nature

Traditionally, Nature was considered a living thing … until Newton, in his Principia, proposed another view: Nature was inert, that means dead, and the main force in the cosmos was inertia. That is Newton’s first law.
After that, Humanism surged as the belief that Man was called to impose order and extract wealth from this inert Nature … and the rest is history, the history of “progress”, technological and economic.
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Para aprender a vivir, no te eduques: vive con los ojos abiertos

Para aprender a vivir, no te eduques: vive con los ojos abiertos

Educar es prepararse para la vida. Por un error comprensible, nos hemos creido que la mejor forma de lograr esto era adquiriendo información. Y que la mejor forma de adquirir información era sentantos en una escuela a escuchar a un maestro.
Todo muy lógico, pero mayormente falso, como están demostrando las tecnologías de informacion. La mejor forma de aprender a vivir es viviendo con los ojos abiertos.
Educarse,  aprender a vivir es algo que se debe hacer durante toda la vida, no sólo para aprender a producir.
En la infancia, uno aprende a vivir imitando a los que viven. En la juventud, imitando a los que triunfan. En la vejez, imitando a los que saben.

No a la libertad. No a la igualdad

No a la libertad. No a la igualdad

La cuestión política a principios del siglo 21 ha quedado reducida a elegir un punto medio entre igualdad (la izquierda) y libertad (la derecha). Hay ya un consenso de que el punto medio que representan los países del norte de Europa, es a lo más que podemos aspirar.
Pero está pobreza de alternativas se debe a que la pregunta está mal formulada.
Esta pregunta “¿Qué punto medio entre igualdad y libertad queremos?”, está presuponiendo que la humanidad es una masa informe de individuos, como bolitas en una jarra, que quieren ver cómo no pisarse unos a otras.
Otras visiones de la humanidad son posibles. Por ejemplo una más holista, donde la humanidad es un ecosistema, de hecho, parte del ecosistema planetario. Si vemos la humanidad así, la igualdad sería una necedad, y la libertad algo secundario.
Entonces, ¿cuáles serían los valores-guía, si no son la igualdad y la libertad? En un ecosistema lo importante es la función, encontrar la vocación de cada uno. Esta vocación es siempre única, nunca igual a la de otro, como único, no igual, es cada ser humano.

El secreto del éxito: cómo crecer

El secreto del éxito: cómo crecer

Hay dos formas de crecer:
1. Poner dentro de mí cosas que estaban afuera: tener más cosas: comer y poseer. Es el crecimiento material.
2. Poner fuera de mí las cosas que llevo dentro: hacer más, mejorar mi entorno. Es el crecimiento espiritual.
Dios se “desarrolla” hacia afuera: por eso crea, sin necesidad.
El hombre tiene que desarrollarse en una dialéctica: primero hacia adentro (teniendo) y luego hacia afuera (haciendo).

Hay que perder la libertad para ganar la libertad

Hay que perder la libertad para ganar la libertad

Existen dos libertades:
La libertad material: la capacidad de elegir, el tener opciones. La puede tener un animal que esté suelto.
La libertad espiritual: el ser el dueño de la propia vida, porque tomamos las decisiones que nos definen, más allá del dictado de los instintos.
El crecimiento en el ser humano se da elegiendo, decidiendo. Pero cada elección que hago (de profesión,  de esposa, etc) me limita, me hace perder opciones. Y si no decido, no crezco.
Para crecer, tengo que perder la libertad de elección, para así ganar libertad espiritual, para ser el dueño de mi vida.